En pantalla
Placeres compartidos: Marisol Galdón
Con Marisol Galdón vuelvo a ser el niño del tobogán, maravillado ante el espectáculo de la vida. Alma compañera en el hallazgo de manantiales de ternura, siempre ha sido motor y energía afectiva para mi tempo algo slow, pelín Rossini. Cruces de caminos, puentes del destino y siempre Marisol, generosa y valiente, dando vuelo a mis palabras, descubriéndome el lugar en el mapa de mi aldea perdida. En presentaciones, encuentros, foros me ha bautizado como gurú motivador sacudiendo mi innata timidez de perezoso. Quedar con Marisol es iniciar un viaje infinito de confidencias, ideas y proyectos que se suceden sin señales de agotamiento.
Silvia Marsó nos enlazó con motivo de la presentación de mi Cuaderno de Habaneras y año tras año hemos paseado por la ciudad del aire inventando alfombras voladoras para bandear temporales. Bella, rotundamente bella en la media luz de Diablos Azules (Madrid), defendiendo apasionadamente mi libro Zona sensible. Todo fuerza de voluntad, todo ánima emprendedora, lucha por no quedar en el retrovisor de las nostalgias pegada al alquitrán de quienes quieren perpetuar un pasado de cromo y coleccionable. La chica de Plastic, la audaz entrevistadora de Peligrosamente juntas, es algo más que rayos y truenos en tertulias; mujer de largo recorrido, narradora, confidente y consejera para tantos tembleques masculinos. Si alguna vez nos asomamos al borde del espanto no falta Marisol para bañarnos en río de lágrimas sanadoras, caminos mojados para la humedad afectiva.
En clave Rolling Stone o recorriendo clásicos son su sabia mirada, ahí está la voz de alguien que pide cielo en el Universo a menudo cerrado para quienes desean descubrir su verdadero ser. Desde Barcelona, Madrid, Centenera o Yebes, tras el vértigo capitalino o en la paz de La Alcarria, el corazón agitado lucha por acercarse a su futuro presentido. Avanza hacia el mar de la confianza habitando la aldea remota donde al fin encuentra su lugar. Con soledades creativas y sin necesidad de referencias afectivas egocéntricas con toques de Peter Pan. Recuerdo sus ojos saltarines cuando caminábamos por Canuda rumbo a los alrededores de la Catedral de Barcelona. Allí , en el Cercle Sant Lluc realicé -con Mignus Formentor- la presentación de su novela Mátame; bautismo literario que pronto tendrá nuevos y vibrantes episodios.
Marisol sabe de superar límites, en su apasionado ejercicio de vivir no siempre encuentra compañía activa. Apuesta por la entrega a corazón abierto asumiendo riesgos y venturosos descubrimientos. En su pensar recoleto, el tiempo de apacigua y de aquella volvoreta, queda el punto de velocidad necesario para fijar conceptos con agudeza. Pasear Madrid-Barcelona o las calles del mundo con Marisol siempre es para mi campo de aterrizaje. El tiempo sabe cuidarnos si acertamos a no enamorarnos de los espejos. Cuando el concierto de otoño mueve las hojas del jardín emerge la belleza perenne del ser emocional, sin maquillaje, a la luz de la luna nueva de los corazones siempre niños en la ronda de la ilusión. En una era donde lo cover tapona la potencia de lo original, alguna rara avis cocina a fuego lento -aunque de cuando en cuando salpicada de impaciencia- la creación apasionada contra toda suerte de maremotos. Marisol reclama foco y luz para la voz emocional. Estaré allí , en la melodía desencadenada de los sueños cumplidos.
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