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El feminismo es una vuelta al Neolítico

Por definición, una revolución es una vuelta al origen. Una vuelta al origen del deseo, propongo en Vivir otra vez, película en la que algún tema musical suena a treinta y tres revoluciones por minuto. El feminismo es una vuelta al Neolítico, edad de oro en la que el hombre era igual a la mujer, antes de que al macho sedentario le diese por transcender la inmanencia o repetición de la vida -crianza, cuidados, apego- buscando aquello que da el “señorío”, como decía Georg Wilhelm Friedrich Hegel, en la guerra entre iguales, en el espíritu conquistador y en la personalidad dominante. Como vuelta al Neolítico, el feminismo ha ampliado el empoderamiento y la emancipación de la mujer a la reconstrucción de una sociedad ecológica, sostenible y democrática, como muy bien narra Alicia H. Puleo en su libro Ecofeminismo para otro mundo posible, en el que Ariadna entra en el laberinto del mundo con Teseo para liberar al monstruo, al Otro, en lugar de matarlo. Ariadna sabe que el Otro es contrario al sistema, a la globalización irracional del complejo económico-tecnocientífico que conduce a la misma catástrofe natural que termina por polarizar los sexos y al ser humano del medio ambiente. De esta manera, reconociendo su parentesco con el monstruo, con el Otro, Ariadna protagoniza la transformación cultural en los tiempos del cambio climático, del crecimiento desorbitado de las injusticias sociales y de los terribles avances del integrismo religioso.

Las mujeres feministas son las nuevas amazonas, posmodernas y en simbiosis con la naturaleza. Incluso las más radicales se organizan en invierno entre sí para no pasar frío. Hacen y saben hacer todo lo que se ha hecho siempre para vivir bien entre iguales, sin expoliar recursos a las poblaciones dependientes. Sin embargo, antes de tender más hacia una necesaria crítica al Estado de Bienestar, voy a retroceder hasta el momento en que las mujeres kurdas salvaron su cultura, el kurdismo, gracias a su indomable resistencia contra las presiones progresivamente crecientes que el monstruo frío de la representación, cuya historia está en la cabeza de Mustafa Kemal Atatürk, militar y presidente turco durante las décadas de 1920 y 1930, ejerció sobre los kurdos y alevíes, por sus influencias preislámicas y por el odio hacia el Movimiento kurdo liderado por el zaza Seyid Riza, figura religiosa que hegemonizó la rebelión kurda.

Se trata de la Masacre de Dersim, en la provincia de Tunceli, al este de Turquía. Masacre, pues, que duró dos años (1937-1938) y que pudo llegar a cobrarse cuarenta mil vidas según se estima en algunos cálculos, además de las gentes desplazadas, asfixiadas en cuevas y, en definitiva, masacradas. Aparte, cuenta la leyenda que el Río Munzur se tiñó de rojo por el ingente número de mujeres que se tiraron por sus acantilados evitando ser violadas. No obstante, no todas las mujeres se quitaron la vida en tan trágicas circunstancias, puesto que medio centenar de ellas se levantaron en lucha armada contra sus opresores durante la rebelión del Movimiento kurdo. Una de estas, una de las primeras mujeres en rebelarse y morir arma en ristre fue Besa Şiaye, a quien hoy se le recuerda como un icono de la sublevación, un mito para su ilustración cultural dadas las limitadas referencias biográficas y la falta de retratos fotográficos, pero con cuyas historias, historias de resistencia a la violencia también protagonizadas por la guerrillera Zarife Xanim, las mujeres kurdas han crecido desde la niñez. Como fuese, tras la Masacre de Dersim, y siguiendo también un plan ideado por Atatürk, nombrado “Padre de los Turcos”, y que no era sino el cerebro de una nación que negaba a kurdos y alevíes, a finales de 1938, el Ejército turco y su gobierno emprendió en Dersim lo que podría considerarse una “misión de civilización”. De forma acelerada, el Estado turco sedujo a los padres de familia, ofreciéndoles cargos y empleos en la Administración pública, puestos con los que asegurarse no sólo un futuro sin porvenir sino también la consolidación de un Estado que depende de la docilidad y fidelidad de sus súbditos. De esta forma, la mayoría de los hombres fueron sometidos, seducidos a trabajar para el enemigo como funcionarios, prefectos, subprefectos y jueces.

Masacre de Dersim.

Masacre de Dersim.

Los padres de Dersim fueron sometidos de tal manera que, para preservar su futuro y su posición social adaptada al despotismo estatal, primero, prohibieron a sus hijos escolarizados hablar kurdo en la escuela, y segundo, rápidamente, prohibieron también la posibilidad de hablar kurdo en casa, tanto a sus hijos como a sus esposas, a quienes intentaron expropiar de su lengua materna. No obstante, y a pesar de que el retrato de Atatürk vigilaba colgado en las paredes de todas las casas como estrategia de exhibición permanente para la eliminación del kurdismo, así como un cadáver crucificado sobre la cama corta el rollo para el sexo, las madres, en cuanto el padre salía del hogar, volvían a hablar kurdo. En este sentido, la juventud kurda era hija de sus madres, pero no de sus padres, centinelas del Estado. De hecho, cuando el padre regresaba al hogar, la madre paraba otra vez. No obstante, y gracias a la mencionada resistencia de las mujeres kurdas, llegó el momento en el que tanto hombres como mujeres se cuestionaron abiertamente la situación de represión a la que se veían absurdamente sometidas. Y acordaron oponérsele, rechazándola. Ya que no se cortaron en reconocer que eran kurdas, alevíes, y ellos también.

Confederalismo democrático

Veinte años después, en 1958, nacieron Sakine Cansız y Aysen Dogan, en la actual y homónima capital de Tunceli, cuya población kurda y aleví continúa recordándola con su nombre anterior, Dersim. Sakine y Aysen eran vecinas y crecieron juntas. Ambas eran puras de Dersim, lo que significa que ambas estaban purificadas por las aguas del río Munzur y muy vinculadas a la creencia aleví. El alevismo cree que la gente está impregnada por la naturaleza del entorno que habitan. En este caso, consideran que la inquietud de los cursos alto y medio del río Munzur repercute en sus vidas. Por esta conexión con la tierra, con la vida, con la maternidad y con el pacifismo, la creencia aleví sitúa a la mujer en un lugar preponderante de su cultura, por lo que el alevismo se distingue del patriarcado. Oriente Medio no concibe el igualitarismo y menos todavía el feminismo. Sin embargo, las mujeres alevíes se consideran de izquierdas, filosóficamente socialistas. Y creen sólo en aquello que ven, por lo que su forma de vida no es una cuestión de fe, ya que no hay una verdadera figura islámica y cada uno reza como quiere.

Sakine Cansız, que ya de niña era competitiva en el juego, siempre corriendo detrás de aquello que quería y, si no lo alcanzaba, lloraba para conseguirlo, participó de la militancia obrera en cuanto comenzó sus estudios universitarios. Ella, Aysen Dogan, Abdulá Ocälan y un grupo de jóvenes turcos, la mayoría universitarios, fundaron en 1978 la casa del Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK), caracterizado por ser un partido kurdo de izquierdas e independentista que pronto formó una guerrilla. Sakine y Aysen eran las únicas mujeres de aquél PKK. Provenientes de Dersim y al igual que sus madres, no se vieron afectadas por la política de asimilación del Estado. De esta formación política, fundada también por estas dos militantes, viene la tradición de que ellas, las mujeres, ejerzan la copresidencia en todas las instancias políticas, en la Administración o en su actual partido prokurdo y democrático inspirado en el PKK, el Partido Democrático de los Pueblos (HDP). Estas victorias políticas son el fruto de las huelgas y revueltas estudiantiles duramente reprimidas a finales de los años setenta. Justo antes del tercer Golpe de Estado en Turquía, producido en 1980 bajo el liderazgo del general Kenan Evren, jefe del Estado Mayor del ejército turco, Sakine y miles de revolucionarios, muchos de ellos kurdos, fueron encarcelados en la prisión militar de su ciudad capital, Diyarbakir, cárcel que se convirtió en uno de los peores centros de tortura del mundo porque a partir del 12 de septiembre, día del Golpe de Estado, se aplicó en ella la Ley Marcial, un estatuto de excepción por el cual se otorgan facultades extraconstitucionales a las fuerzas armadas. Las torturas se regían por una estrategia de humillación que pretendía enemistar a los activistas, haciéndolos discutir, llevándolos a abandonar su causa y a negar su identidad. En las celdas se carecía de derechos, eran registradas en cualquier momento. Y en las madrugadas, el director de la prisión, Esat Oktay Yıldıran, borracho, iba con algunos guardias a las celdas de las mujeres y las torturaban como querían.

El tipo de mujer que durante la Masacre de Dersim se tiraba al Río Munzur para escapar del opresor, durante el encarcelamiento en la prisión de Diyarbakir se había transformado en el tipo de mujer que tiene que organizarse en las celdas para la creación de una verdadera red de compañerismo y solidaridad. Sakine estuvo en la vanguardia de esta iniciativa, convirtiéndose para todas las mujeres en el símbolo de la resistencia, porque su movimiento atravesó los muros de la prisión, primero a través de las madres, esposas y hermanas de los presos, que hacen que cada vez más mujeres se unan a la causa y, después, por primera vez e impulsada por esta corriente, una mujer kurda, Leyla Zana, obtiene un escaño en el Parlamento turco en octubre de 1991. Diputada por el distrito de Diyarbakır con el 84% de los votos por el Partido de la Democracia del Pueblo (DEHAP), Leyla Zana, dirigiéndose a los parlamentarios en su propio idioma y no en turco, prometió promover la fraternidad entre kurdos y turcos, lo que significó una grave ofensa para estos firmes nacionalistas de estricta habla turca. Luego, cuando Sakine salió de prisión a finales de 1991, se reunió en Diyarbakir con Leyla Zana y con todas las mujeres que pudo y de las que aún hoy luchan, entre las que se encuentra Ayla Akat Ata, copresidenta del Movimiento de Mujeres Libres de las Comunidades del Kurdistán (KJAR), para la creación de la Unión de Mujeres Patrióticas del Kurdistán (YJWK), porque Sakine quería ahora un ejército de mujeres. Para ello, después de instruirse con el PKK, que había tomado las armas diez años antes por autodefensa, para combatir los ataques a sus militantes, y con ella muchas mujeres más y de manera exitosa, tanto que el número de combatientes alistadas en sus filas no ha dejado de aumentar todavía, en 1995, cuatrocientas delegadas se reunieron en una cueva como las antiguas amazonas, para celebrar el Primer Congreso Nacional de Mujeres, en el que se formalizó la creación del ejército femenino. La milicia femenina, Tropas de Mujeres Libres del Kurdistán (YJAK), hizo visibles las exigencias de las mujeres kurdas, a través de actos de sacrificio como los ataques suicidas con chalecos explosivos. Fueron muchas las mujeres kurdas que llegaron a inmolarse para demostrar la fuerza y voluntad de la lucha nacional de su movimiento.

El empoderamiento de lo femenino

En 1997, Sakine Cansız, en un acto oficial del PKK, pidió la emancipación de las mujeres porque, como mujer, había decidido vivir por la libertad, haciendo de ésta, la libertad de la mujer, la lucha y el objetivo de su vida. Abdullah Öcalan, presidente del PKK, dio a Sakine todo su apoyo sin fisuras, haciendo propia la voluntad de ella. No obstante, dos años después, a finales de 1999, Abdullah Öcalan fue detenido y el joven ejército de las mujeres dejó Turquía, instalándose después en el norte de Irak, en las montañas de Qandil, feudo de las mujeres libres, para conseguir su autonomía. Para las mujeres procedentes de Siria, Irán, Irak y de Europa, sobre todo para las que tienen problemas con sus maridos, y en especial para las esposas de Oriente Medio que sufren una mayor crueldad por parte de sus esposos, encontrarse en Qandil con tantas compañeras sube la moral, refuerza, arropa.

Para el movimiento femenino, tras la formación del YJAK se consideró que la mujer debe reconciliarse con su género. Se trata de una reconciliación para la liberación del Kurdistán que pasa por el desarrollo, progreso y, en definitiva, por la emancipación de la mujer, cuestión que concierne al empoderamiento de todas las mujeres del mundo. Para ello, han leído a las feministas Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin y Emma Goldman, así como han estudiado también los libros Democracia y Medios de comunicación de John Keane, La caída de las ideas democráticas, de Noam Chomsky y La ecología de la libertad de Murray Bookchin, entre otros. Han comprendido que la ecología no es sólo la preservación del medio ambiente sino también la igualdad en la sociedad. Y quieren exportar a todos sitios este modo de vida creado en Qandil, puesto que no pueden vivir en una burbuja mientras haya mujeres oprimidas.

Para ello, Qandil innovó nuevamente con la creación en 2003 de un centro de reeducación de hombres. Se trata de un proyecto de redefinición de la masculinidad. Pero acceder al centro no es fácil. Los hombres que lleguen a estas montañas para presentarse candidatos, primero han de ser valorados por un comité de evaluación. Los que son admitidos, antes de su período de formación, han de ser tanteados durante un tiempo en calidad de aspirantes. Después, la fase de formación se comprende de un curso académico de nueve meses de duración, conformado por dos asignaturas impartidas en clases teóricas de Historia y de Política, ambas desde un punto de vista femenino. El objetivo final es matar el tipo de masculinidad en el que han sido educados. Una masculinidad a la que consideran como un sistema de dominación que debe ser analizado y modificado. En este centro de reeducación, la prioridad no es la relación entre el hombre y la mujer, sino profundizar en cómo el hombre y el machismo han hecho del mundo un sistema insufrible. Al final, estos hombres, una vez reeducados, han perdido la actitud dominante hacia las mujeres y el mundo.

Guerrilleras kurdas.

Guerrilleras kurdas.

Este centro de hombres fue abierto sólo tres años después de la apertura en el 2000 de la Academia de Mujeres Libres del Kurdistán iraquí. Le siguen también la fundación de la Academia de Mujeres de Amed (Diyarbakır) y la Academia Syriaque de Rojava, compuesto mayormente por jóvenes sirias de religión cristiana, que ya crean sus propias unidades de lucha. Se trata de algo nuevo para ellas y para su cultura porque las mujeres sirias no se han rebelado hasta ahora a la opresión a la que se han visto sometidas. El movimiento de Rojava se trata de una corriente de cambio que empezó en Irak y que está teniendo mucho éxito en la actualidad, ya que está atrayendo a cientos de muchachas de todo el mundo para combatir la barbarie en provecho del socialismo -como diría Rosa Luxemburgo- y, por contraste, mientras los yihadistas reclutan aprendices de asesino en Europa. Sin embargo, no se limitan a combatir al Dáesh, ni luchan sólo por el Kurdistán. Se trata de una lucha por la democracia en Siria y por el derecho de todas las mujeres del mundo a tener su propia fuerza armada femenina. Esta es su visión de la libertad, más allá de las trincheras.

En el frío invierno de 2013, los altos responsables turcos encargaron el asesinato de Sakine Cansız en París, sede de la revolución, de la Comuna y de la resistencia femenina. Desde entonces, las feministas conmemoran cada año este duelo infinito. Probablemente, Sakine Cansız hubiese preferido morir como mártir en las montañas kurdas. De momento, de norte a sur y de este a oeste, la lucha sigue, cueste lo que cueste. De esta manera, Kobane fue arrebatada al Daésh en enero de 2015 por las Unidades Femeninas de Protección (YPJ). Estas mujeres han estado en todos los frentes. Y es por ello que Rojava se ha convertido en un emblema del movimiento femenino en todo el mundo, porque han sido las mujeres las que han conseguido romper la supremacía del Daésh. Las Unidades Femeninas de Protección aseguran que, si todas las mujeres del mundo se uniesen, la barbarie desaparecería.

Cineasta con siete largometrajes, casi una veintena de cortos e incontables participaciones en proyectos ajenos o/y colectivos a mis espaldas. Pintor que gusta en darse baños de color. Y escritor que preferiría ser ágrafo. Estoy preparándome para huir al margen del Estado, fuera del sistema. Me explico en "Dulce Leviatán": https://vimeo.com/user38204696/videos

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