Igualdad
Las trampas del chochocentrismo
Aviso de contenido sensible: discurso terf, mención de genitales, transmisoginia, transfobia, violencia.
Nota de la autora: este artículo no pretende en forma alguna solapar el discurso de las compañeras trans y no binaries sino hacer un ejercicio de autocrítica y reflexión desde la experiencia propia como feminista.
Desactivar ciertas categorizaciones que no nos representan a todas parece de lo más razonable y, sin embargo, es interpretado por algunas compañeras como un ataque organizado para destruir la lucha feminista. En redes, publicaciones digitales, encuentros y conferencias, el discurso transexcluyente magnifica hechos aislados, difunde contenidos sesgados y titulares que buscan el click&bait y alimenta la falacia de una “pugna”, como si nuestras compañeras trans y no binaries fueran un todo homogéneo que pretendiera arrasar con la narrativa de “unas” para imponer la de “las otras”.
Hace falta recordar a tantas y tantas mujeres trans que, además de luchar por neutralizar el estigma dentro y fuera de la comunidad LGTBI, han apoyado y apoyan las demandas de sus compañeras feministas sin que una determinada genitalidad condicione ese respaldo. Debiéramos aprender con ellas, hacernos fuertes con ellas para identificar juntas problemáticas que las mujeres cis no consideramos porque no suponen una amenaza a nuestra zona de confort. Sin intención, sin compromiso real, es imposible empatizar con otras realidades y desarrollar habilidades de afrontamiento que nos permitan trascender construcciones que es necesario superar ya.
Resulta aterrador leer en ciertas publicaciones feministas artículos cuyos contenidos amonestan, violentan y caricaturizan a las mujeres trans reduciéndolas a una alteridad marginal que reproduce estereotipos estéticos. Duele hasta escribirlo. Mezclan conceptos alegremente e insisten una y otra vez en la existencia de una “conspiración” con el objetivo de invisibilizar la vagina. Seamos serias, vecinas… ¿Alguien con dos dedos de frente se puede creer esta leyenda urbana absurda y ridícula ?
El goteo continuado de acusaciones infundadas apuntando a las compañeras trans y no binaries, parte de una comprensión limitada de experiencias vitales que nos son ajenas y que muchas veces nos negamos siquiera a considerar dignas de atención. El mecanismo de respuesta roza de forma alarmante el modo del machismo más rancio que aún hoy reproduce parámetros clásicos patriarcales de miedo a la alteridad categorizando a la mujer transgresora de la norma como un híbrido monstruoso.
Las argumentaciones transexcluyentes son violencia y favorecen la violencia. Negarse al sano ejercicio del autocuestionamiento indica transfobia interiorizada y normalizada, indica discrimación en base a categorías patriarcales, indica falta de humanidad.
Existe una tecnología de relato que enfrenta el binarismo de género y la heteronorma para presentar una contrahistoria, incorporando otras representaciones cuerpo-identidad que, lejos de constreñir, nos refuerzan como sujetos políticos. Y hay que ponerla encima de la mesa.
Es necesario hacer autocrítica, revisarnos y entender la reelaboración como condición necesaria para avanzar en igualdad sin rendirnos a la categoría única. Es necesario favorecer y habilitar nuevos espacios discursivos atravesados por narrativas multifocales.
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