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Leopoldo María Panero o La Reencarnación de Artaud

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Las similitudes en la vida y obra del poeta, cineasta y fundador del Teatro de La Crueldad francés con el poeta, narrador, ensayista y traductor madrileño no sólo se resumen en el cuerpo como obra literaria, amén de los  ininterrumpidos ingresos por todos los manicomios del estado español, sino en una sublevación del lenguaje y el pensamiento de oscuro simbolismo en el que se destapan todos los secretos del ser humano; a pesar de que hay una diferencia palpable en los textos de ambos, Artaud utiliza el texto muchas veces como conjuro chamánico mientras Panero, lector hasta la exacerbación, es normal que haya caído en una técnica más barroca del lenguaje, más simbolista digamos, sin dejar jamás de destapar “las máscaras del lenguaje” con su propia impronta. Aunque hay una imagen ineludible de Panero que ha absorbido de Artaud y es el símil de Dios como cánido.

También hay una relación entre ambos con el cine, la de Artaud que fue siempre de amor –odio pero más directa como actor y sacralizando el teatro por encima del cine mientras la del escritor español fue más documentalista con dos películas sobre su familia donde siempre él fue el eje central. No olvidemos que la vida de Leopoldo María, ha estado marcada por una familia de literatos, motivo de más para hacer también las películas, hijo del poeta del régimen franquista Leopoldo Panero Torbado, amigo de Luis Cernuda que mantuvo su izquierdismo camuflado entre otros para mantener el nivel de burguesía que les había sido otorgado o simplemente para que no los matasen, hermano mediano, Panero hijo, también del poeta Juan Luis Panero y hermano mayor del fallecido “escritor sin biografía” Michi Panero.

Desligar al personaje de Panero del Panero escritor o mejor dicho de toda su leyenda es harto difícil…por la jugosidad de su anecdotario. Un niño que a la edad de cuatro años y medio entraba en una especie de trance y empezaba a recitar al más puro estilo de Allan Poe, mientras la madre copiaba sus poemas y al cual tenían confinado por miedo, poemas los cuales tenían la misma calidad literaria y tenebrosidad algunos que en la propia adultez: yo me hallaba en la tumba/ echado con las piedras/ yo decía/ sacadme de la tumba pero/ allí me dejaron con los habitantes/ de las cosas destruidas/ que no eran ya más que/ cuatro mil esqueletos.

Como poeta maldito o escritor iluminado, calificación, la de maldito, la cual detesta: “Que no usen mi torpe biografía para juzgarme” podemos encontrar más analogías que con la de Artaud, por ejemplo con William Seward Burroughs, el cual no quería saber nada del cliché “Generación Beat”, sus viajes a Tánger, su adicción a la heroína; todo este periplo también lo recorrió Panero, el primer poeta español que se atrevió en el políticamente correcto panorama literario dedicar un poemario a la heroína “Heroína y otros poemas”: /Cuando el veneno entra en sangre mi cerebro es una rosa/. 

Entrar en la literatura y vida de Leopoldo María es un descenso Dantesco a los infiernos, su sola apariencia ya causa algo de estupor, cargando o arrastrando en su via crucis personal, una maleta repleta de libros, con una cara jorobada rozando el suelo, cual linóleo resquebrajado, entre una incesante nube de tabaco.

“El camino del exceso lleva a la sabiduría” decía William Blake, otro iluminado que veía ángeles desde niño, y parece que Panero ha llevado hasta sus últimas consecuencias ésta máxima, politoxicómano, suicida, esquizofrénico, bisexual, sádico, acólito de la izquierda radical, ex-carcelario reincidente,columnista en periódicos terroristas del País Vasco como el “Egin”… llegó hasta juguetear con la magia: Una vez lo encontró su familia en Astorga, en su vieja mansión familiar, hallaron a Leopoldo desnudo con velas dentro de un pentagrama con todas las ventanas abiertas, con lo cual la familia le preguntó que qué hacía y a lo cual respondió Leopoldo: “El tonto”.

Panero irrumpió en el mundo literario con rabia máxima con un discurso irreductible siempre apoyado por todos los fantasmas de la literatura en toda su amplia rama, parafraseando sin parar “para que me hagan caso” autores de: psiquiatría, antipsiquiatría, cábala, psicología, astrología, dadaísmo, situacionismo, filosofía, geometría celeste, matemáticas…pero sobretodo poesía.

Perteneció al movimiento literario los “novísimos” que estaban divididos en dos partes, “los seniors” con Vázquez Montalbán entre otros y “los coqueluche”: con Gimferrer (gracias a él hemos podido leer al magnífico poeta José María Fonollosa que rescató sus poemas de sus cajones), Ana María Moix (el amor imposible de Panero) y el mismo Leopoldo con más poetas contraculturales de por aquel entonces mil novecientos setenta donde recogían lo más interesante de la literatura española de la década de los sesenta sin contar a los que hayan quedado fuera.

Ahí sigue Leopoldo fumando sus ocho cajetillas de tabaco al día: Una vez le comenté que Cioran fumaba cuatro paquetes de tabaco al día a lo que me contestó….”Yo fumo más, me fumo ocho…”, Tomándose una media de una caja de coca colas al día o de Nestea que puedan calmar su dipsomanía y su ansiedad: “Soy como Rasputín, no muero ni a tiros”. Panero siempre ha sido un loco en el sentido menos peyorativo, lúcido, “Todos estamos más o menos locos” que decía Baudelaire y ha sabido sacar tajada de  ello, asistente asiduo en programas de televisión como “Crónicas Marcianas” o en programas de radio como “La tertulia de los locos”, ha jugado con su personaje y sabe qué esperan de él, aun viviendo en su propio universo de calaveras y diablitos, pues difícil entablar una conversación al uso con él, dispar y de libre asociación. Como buen vate: adivino, poeta…

Tiene la magia pura de un niño, puede cantarte tu canción favorita sin que te des cuenta o hablar sobre la persona que has estado llamando por teléfono los últimos tres días.

En su faceta de traductor cabe destacar su traducción de Peter Pan, que siempre ha poblado su imaginación como síndrome mismo del niño que no quiere crecer, Leopoldo recreó un mundo infantil y macabro décadas antes de que se pusiera de moda gracias a la fantástica imaginería de Tim Burton, aunque siempre hay un predecesor, véase los cuentos ilustrados de Edward Gorey para tal ejemplo.
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También fue traductor de Matemática Demente de Lewis Carroll y de un enorme prólogo del Marqués de Sade de su obra Cuentos, historietas y fábulas completas, la antología Cuentos de terror de la literatura anglosajona, Globo Rojo, antología de la locura, desconcertante por su clarividencia, libro hecho con poemas e ilustraciones de internos psiquiátricos, entre otros libros de su ingente obra.

Hace unos años hubo un nuevo resurgir del fenómeno Panero, el primer boom sería en mil novecientos setenta y cinco gracias a la película de Jaime Chávarri El Desencanto, película que marcó a la juventud española en el momento de la transición democrática en el año de la muerte del dictador Francisco Franco, que mostraba a una familia intelectual del régimen y de clase alta, totalmente desestructurada revelando un tipo de verdades que jamás antes se habían mostrado en el cine por motivo de la censura, la   película se convirtió rápidamente en un icono cultural de los jóvenes progresistas, intelectuales y/o de izquierdas; recordar que el joven Panero fue miembro activo del Partido Comunista, hecho que le valió más de una estadía en la cárcel, también por consumo de drogas y por bohemio cuando aún existía en España, La ley de vagos y maleantes, uno de sus varios intentos de suicidio fue en la propia cárcel con una sábana que afortunadamente se rompió. Panero intelectual cabecilla del Partido en una de sus manifestaciones hizo que todos sus compañeros entrasen en un callejón sin salida cuando eran perseguidos por la policía.

El nuevo resurgir del llamado fenómeno Panero, ya considerado en la actualidad uno de los poetas más importantes de España, es debido a un disco dedicado a él y compuesto de sus poemas por Enrique Bunbury de Héroes del Silencio, Carlos Ann y Bruno Galindo, lo cual ha vuelto a abrir a Panero al gran público, sobre todo a un público más joven, aunque Panero siempre ha estado presente en festivales internacionales de poesía con gente de la talla de Lydia Lunch, Javier Corcobado, John Giorno, uno de los pocos supervivientes de la Generación Beat, John Cale de The Velvet Underground y un largo etcétera. Son múltiples las referencias a nivel nacional en la música de sus poemas: Nacho Vegas (le dedicó una canción a su hermano pequeño cuando falleció), A Morte Do Pobo, Prin La Lá (nombre de un perro imaginario de Panero), Proyecto Luto, Javier Carnicer y Justo Bagüeste y reivindicado por escritores como Roger Wolfe.

El estilo de Panero es el exabrupto absoluto ya sea desde el estilo más afrancesado o del confesional, un ejemplo sería uno de sus primeros escritos para la antología de 1970 Nueve novísimos poetas españoles: “Siempre he estado loco, vivo dentro de la fantasía paranoica del fin del mundo y no sólo no quiero salir de ella, sino que pretendo que los demás entren en ella”.

Entre discos y libros me encontrarán ustedes. Y en El Blister. Y en Madafackismo Underground. Y aquí.

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