Psique
Cinco ventajas de ser un psicópata
¡No existen en modo alguno causas espirituales!
Hemos abusado de la empiria,
hemos creado, basándonos en ella, el mundo como un mundo de causas,
como un mundo de voluntad, como un mundo de espíritus.
Para la psicología, todo acontecimiento era un acto;
consecuencia de una voluntad;
el mundo como una pluralidad de agentes, de “sujetos”.
Crepúsculo de los ídolos (Friedrich Nietzsche, 1887).
Se miente bien
Un psicópata no se inmuta ante el hecho de que vaya a saberse la verdad. Porque para un psicópata no existe ninguna verdad. Para un psicópata todo es mentira. Un psicópata consigue mentir sin que se le note, sin que ningún gesto o tono de voz lo delate. Consigue incluso creerse sus propias mentiras, logrando parecer más creíble. Por esta razón, recurren a la mentira durante todo el proceso de manipulación. Y, si quedase en evidencia, pretendería hacer creer que sus mentiras no tienen mayor importancia porque no fueron dichas con mala intención.
Los psicópatas saben que actúan de un modo que la sociedad considera erróneo. Conocen y entienden las reglas. Ser consciente, la conciencia, implica conocer las reglas y, también, sentir que uno debe cumplirlas de hecho. Con embargo, en el caso de los psicópatas, no es así. Los psicópatas pueden ponerse en la piel de alguien cognitiva e intelectualmente, pero no emocionalmente. Esto significa que pueden actuar sin preocuparse en absoluto de cómo repercuten emocionalmente sus acciones en el otro.
Se presenta una imagen de necesitado
Los psicópatas manipuladores se presentan como personas que necesitan con urgencia de un apoyo y que dependen de manera absoluta de los demás. No obstante, también hay algo en su personalidad que los hace atractivos, casi morbosos. Y, como psicópatas, pasan inadvertidos, excepto para quienes sufren su personalidad maligna. Podemos encontrar psicópatas en cualquier sitio: tu padre, tu jefe o yo mismo mientras escribo estas líneas podríamos ser algunos de ellos.
El 1% de la población es psicópata. En otras palabras, en España hay casi medio millón de psicópatas. E influyen muchísimo en la sociedad, como sucede con los grandes fraudes fiscales y financieros que han arruinado a millones de personas. Detrás de estas estafas hay una mente psicópata, alguien a quien no le afecta dejar a familias enteras en la banca rota. Y no les afecta porque no alcanzan a saber del todo qué es lo que sienten los demás. Los psicópatas adolecen de empatía: pueden saber cómo piensas, pero no pueden sentir como tú sientes, entre otras cosas, porque no exploran con la suficiente atención sus propios sentimientos. Ni falta que les hace. El psicópata no acumula remordimiento, es decir, no tiene remordimientos y, por ende, tampoco tiene escrúpulos.
Se va de víctima
El rol más recurrente de un psicópata manipulador es el de víctima. Se trataría de la figura clásica del maltratador psicológico que va de víctima. El psicópata manipulador interpreta el papel de víctima como forma de chantaje emocional. Pregona que su situación obedece al mal proceder de otras personas y que él es el blanco de sus injusticias. Lo hace para despertar el sentido de lástima de las personas que le rodean.
De una forma en ocasiones maníaca y obsesiva, el psicópata disimula sus miedos reales para sustituirlos por miedos innecesarios, generando en sí mismo un estancamiento del adecuado desarrollo de su principal instinto, el de supervivencia, un instinto con base en el miedo a los riesgos del peligro, a los riesgos de los peligros reales. Este instinto, el instinto del miedo, es el que nos libra de saltar de aquella altura que nos rompería una pierna. Es el instinto que nos ahorra el mordisco de una víbora. Es el instinto que nos mantiene a salvo de los miedos reales. Por el contrario, los miedos innecesarios, más que protegernos, nos mortifican.
No darse nunca por satisfecho
El psicópata manipulador no sacia con facilidad su propio ego y está siempre exprimiendo a los demás, hasta su quiebre emocional. Ser un buen embustero requiere de unas características especiales. Estas características especiales, coinciden significativamente con las características del psicópata. Los embusteros se marcan faroles y permanecen impasibles. Las personas al alrededor del psicópata manipulador tienden a discapacitarse a sí mismas para no saber nunca cuándo el embustero miente y cuando no. Si no lo hiciesen, si no se descapacitasen a sí mismas, en lugar de estar relajadas en compañía del psicópata, estarían en continúa tensión. Si no se discapacitasen, se mantendrían en la continúa tensión del discernimiento. Me refiero a la tensión del estado de alerta de la capacidad de discernimiento. Y, también, a que, el hecho de estar en constante tensión, desgasta las energía psíquicas y físicas. Es por ello que las personas que rodean al psicópata, para favorecer su descanso personal, tienden a relajarse en lugar de permanecer en un estado de constante alerta ante el psicópata. Es por ello que se dejan engañar.
Por sentido común, todas las personas nos adaptamos a todas las demás personas para entendernos mutuamente. De forma similar, las personas que rodean al psicópata, se adaptan, por un adulterado instinto de supervivencia, a su lenguaje idiomático. Me explico. Cuando queremos entendernos con alguien, adaptamos nuestro lenguaje al suyo, como quien tiende un puente para llegar al otro lado del río. Así es como se establece la comunicación de toda la vida. Como fuese, el problema se presenta cuando, lo que hay al otro lado del río, se trata de un espejismo, una ilusión óptica, una apariencia. Y, el hecho de ser apariencia en vez de ser verdadero, es, precisamente, lo que en el fondo de su ser genera más insatisfacción a los susodichos psicópatas manipuladores.
A los psicópatas les gusta ocupar puestos de poder desde los que pueden manipular a otras personas. Les gusta dar lugar a aquellos contextos donde la mentira y los eufemismos son indispensables. Francisco Franco y Adolf Hitler eran psicópatas y dirigían a países enteros. Países enteros bajo sus dictaduras policiales y propagandísticas. Países enteros bajo el yugo de dos psicópatas. Pero los psicópatas no se dan por satisfechos. Aunque sus sentimientos giran en torno a la frustración, a la rabia y al deseo sexual, confunden la insatisfacción con el inconformismo. Cuando un psicópata confunde su insatisfacción con el inconformismo, por un lado, limita sus recursos emocionales pero, por otro lado, se siente superior porque se cree inmune a los factores emocionales. En este sentido, en sus fases más maníacas, el psicópata puede llegar a sentir que es perfecto; como una máquina que, al contrario que los demás humanos, no vacila la máscara de sí mismo, ni siquiera ante las expresiones emocionales más intensas del otro. Es capaz de hecho de reír disimuladamente mientras el otro llora sin consuelo. Un psicópata se mantiene marmóleo, como una roca en la corriente; como una roca en la corriente por la que fluye la circulación de los afectos. Por motivos como este, para el psicópata, no hay nada raro en su forma de ser. Para el psicópata, el problema lo tienen los demás, y en él no hay nada que curar; no hay terapia posible. Simplemente, es así. Y nada le hará cambiar.
Se es un hábil orador
Un psicópata tiene desde luego el don de la palabra. Un psicópata le da la vuelta a la tortilla con suma destreza, siempre a su conveniencia, distorsionando la realidad para embaucar emocionalmente a sus víctimas. Sus dos principales objetivos son el dominio de la situación y la obtención de beneficios o de rendimientos a costa de sus víctimas. Sin duda, los psicópatas son mentirosos, y muchos se aparecen encantadores a los ojos de muchas personas. No todos tienen necesariamente conductas violentas. Pues el psicópata tiene un repertorio de conductas muy amplio. Puede actuar. Y puede desempeñar muchos papeles. Si ser encantador funciona, lo es. Si no, pues no lo es. Y de repente opta por amenazar e intentar intimidar. Pero, si esto tampoco funciona, es entonces cuando tiene que recurrir a la violencia, por ejemplo, bloqueando a alguien. A todas luces, el psicópata tiene un componente depredador. Cuando un gato persigue a un ratón, al gato no le interesan en absoluto los sentimientos de su presa. Por lo general, los psicópatas manipuladores son depredadores sociales. Están donde quiera que haya una oportunidad de controlar a los demás. Y consiguen engañar a casi todo el mundo, puesto que son actores de su propia vida, como si vistiesen siempre una máscara de sí mismos.
Un psicópata manipulador tiene una necesidad de autosatisfacción desmesurada. Se sirve de todos los que tiene a su alrededor. Por prejuicios, con una buena apariencia es más fácil conseguirlo. Es impulsivo, quiere ganar rápidamente. Y es contradictorio por naturaleza. Muy pronto, identifican a los más vulnerables y se aprovechan de ellos. Un psicópata manipulador ve a las personas como simples objetos que pueden beneficiarle. Y no siente ningún remordimiento por aprovecharse de la situación. Lo ve como salir ganando. Y, salir ganando, mola. Mola mucho. Además, para él, el débil es también un imbécil, alguien que le está pidiendo que le explote. Por ello, puede mentir y manipular con tanta naturalidad. Y, por si fuese poco, el psicópata también se enajena o se hace el enajenado ante la posibilidad de que le descubran: si le pillan, no se avergüenza ni se muestra perplejo, como si éste fuese un asunto ajeno a su persona. Simplemente, cambia la historia para que sea consistente con la mentira. Y ya estaría.
Porque el psicópata no se preocupa por las consecuencias de sus actos. El futuro no le preocupa de corazón. El psicópata se anula, para no sentir amor. A pesar de todo, para poder manipular a las personas, aprende a imitar el romanticismo, simulando ser una persona cariñosa que da besos y abrazos, y simulando también ser una persona complaciente, con la única intención de agradar. De esta forma persuasiva, es como el manipulador consigue que sus víctimas piquen el anzuelo y se enamoren. En nombre del amor, sacan todo lo que pueden. El psicópata podrías ser tú. Y, tu víctima, por ejemplo, tu pareja. Pues tu pareja sabría que hay algo en la dinámica de la relación que no funciona bien, pero no sabría detectar la psicopatía del todo, porque la dinámica psicopática suele adolecer de una mirada externa. En otras palabras, la psicopatía es un mito, porque un psicópata no se deja ver. Un psicópata esconde su psicopatía para aparentar normalidad al público. Ante esto, lo que podemos hacer es informar a la sociedad de que realmente existen personas así, con la intención de prevenirlas o, al menos, de minimizar el daño que puedan causar. Y se trata de un problema grave. Porque, por lo general, la persona damnificada no tiene suficientes maneras de resolver el enredo y se ve encerrada en la trampa de la que está siendo víctima.
Epílogo 1
Como actores sobre el escenario, los psicópatas adoptarán siempre el personaje que más les convenga para la situación. Si se les consigue mirar con la suficiente atención, puede percibirse, más en su fondo que en sus formas, un juego sucio. Pero la mayoría de las personas no tiene todo el tiempo y toda la energía que requiere ver más allá de la fachada del psicópata. Y se creerán su simulación. Imaginad a un político diciendo toda la verdad y nada más que la verdad para ser elegido presidente. Sería una cosa inconcebible, porque sería muy improbable que fuese a ser elegido de ninguna manera. Mentir y engañar es parte de su política para poder ser elegido y mantenido en su cargo. Los psicópatas suelen buscar nuevas sensaciones, porque su estilo de vida tiende a serles rutinario, lo que les induce a ansiar estímulos; estímulos y situaciones tan comprometedoras como el café. Los psicópatas tienden a ser impulsivos, pero de una manera controlada, pues conocen los riesgos y procuran planear una estrategia por la que sea otra persona la que pague al final por ello. Los psicópatas saben operar dentro de los límites de la Ley. Mas, donde mejor se mueven, es allí donde los límites son flexibles. Por ejemplo, en las nuevas organizaciones: fuese la creación de una fundación, o fuese la desintegración de una sociedad empresarial. Los psicópatas saben aprovecharse de la incertidumbre del caos. Si las reglas son poco claras, si las reglas son momentáneamente flexibles, los psicópatas saldrán bastante bien parados.
Imaginad ahora un concesionario de vehículos usados. Cuando se compra un coche de segunda mano, se debe ir con mucho cuidado, porque es muy probable que el vendedor te mienta e intente engañarte. Es entonces cuando hay que poner en práctica el cinismo, para comprender que las cosas no son lo que aparentan y que, por tanto, hay que investigar e indagar más. Esto no significa que haya que contratar a un detective privado, aunque en algunos casos sea probablemente lo más aconsejable, especialmente en aquellos casos en los que hay un poder empresarial en juego.
Epílogo 2
El problema es que los perfiles de conducta que se buscan en muchas organizaciones, encajan con los perfiles de conducta del psicópata. En el crimen organizado, como los son las cúpulas de los partidos políticos mayoritarios y de otro tipo de organizaciones sectarias, hay momentos concretos en los que con un psicópata las cosas irían temporalmente mejor porque todo encajaría. No obstante, la empresa lo sufrirá al final, dado que los intereses del psicópata no son los intereses de la empresa sino los intereses propios, el interés personal.
Aparte, en todas las empresas hay personas tóxicas, independientemente de que éstas infecten más o menos a los demás. La herramienta que suelen usar es el rumor. A través del rumor, terminan rompiendo la comunicación interna, por medio de una desestabilización.
Esto sucede en tres fases:
- El reservorio lanza el rumor.
- El huésped infectado transmite el rumor de persona en persona.
- El inmune recibe la infección pero no la transmite porque tampoco la interioriza. Las personas inmunes son las personas más necesarias en cualquier forma de organización.
En las situaciones de cambio se producen muchos rumores porque en ellas proyectamos nuestros miedos. Es decir, en las situaciones de cambio, proyectamos nuestro miedo a la incertidumbre en forma de rumores que se extienden a gran velocidad. De la información original, el rumor elimina detalles esenciales. Los sustituye por otros que hacen que la historia sea más interesante, más incisiva y, por lo tanto, también más contagiosa. Cabe avisar de que las personas más expresivas emocionalmente, son las más contagiosas, porque son las mismas que generan compañerismo o espacios de confianza, lo cual las hace todavía más peligrosas.
Si siguiésemos un protocolo de seguridad para el tratamiento del rumor:
- En primer lugar, habría que generar un espacio de confianza, porque con la confianza se genera inmunidad. Tarde o temprano, los rumores llegan porque están siempre allí. Mas, por su inmunidad, en un espacio de confianza los rumores no calan ni dañan a la organización.
- En segundo lugar, habría que descubrir quién es la persona que ha difundido el rumor. Normalmente lo hace para manipular y reforzar su posición en la empresa. Y es muy importante saber que no siempre va a dar la cara: puede ser un portador asintomático; alguien que no muestra la enfermedad; alguien difícil de detectar.
Epílogo 3
Hay personas que no son muy listas. Sin embargo, si hacen algo mal, se las juzga porque conocen las reglas. Lo que hacen los psicópatas tiene consecuencias emocionalmente devastadoras. Y, dado que conocen las reglas del bien y del mal, pueden ser legalmente procesados. A los psicópatas también se les hace responsables de sus actos. El psicópata dirá que no es su culpa porque nació así, que la culpa es de los demás, de la sociedad. Pero es mentira, puesto que toman sus propias decisiones. Lo que cuenta son los actos. Y lo mejor es que cambien. Que cambien y mejoren su falta de empatía, su encanto superficial y su egocentrismo extremo.
Los psicópatas, a lo largo de la Historia, se han aprovechado de las situaciones de incertidumbre social, haciendo trabajar a la gente para levantar empresas, iglesias y fortalezas y quedar ellos, los psicópatas, como héroes. Los explotados contribuyen a encumbrar al psicópata. Como es sabido, la idealización de grupo con catexis narcisista garantiza el delirio de grandeza colectivo. Y muchas personas ansían inconscientemente ese sentimiento de grandeza o de poder. Sucede que, al naturalizar e interiorizar las relaciones de poder, se determinan los límites de la percepción sobre la toxicidad de una relación que adolece de equidad. Una relación que, en lugar de tender a la igualdad, tiende a la violación, por ejemplo, monetaria.
Mas no hay relación de poder sin posibilidad de resistencia colectiva e individual. De hecho, el modelo de estilo de vida que propagan los medios es este: un modelo sin remordimientos de conciencia a imitar. Un guión sobre cómo actuar, cuya violencia simbólica tiene efectos reales. Una violencia simbólica que se ejerce a través de la publicidad, de las series de televisión, de las letras de canciones, del refranero, de los juegos, de las novelas, etc. Recordad que el acoso escolar no se extendió hasta que los medios de comunicación propagaron los primeros casos de bullying. Por ejemplo, en Canadá no existían aquellos casos en los que los jóvenes se reunían para golpear en grupo a un chico. No existían hasta que comenzaron a salir por televisión y, entonces, se empezaron a dar los primeros brotes de bullying por todo el país. Acoso, palizas y humillaciones, como el modelo a seguir de los niños, puesto en práctica desde la Escuela.
Como fuese, el porcentaje de psicópatas no está aumentando. Lo que realmente está sucediendo es que los psicópatas lo tienen ahora más fácil que nunca para expresarse a sus anchas. Porque, lo que antes se consideraba poco ético, está por estas fechas a la orden del día. Desde el auge de los smartphones y de las redes sociales, la víctima es victimizada una vez, pero vuelven a victimizarla cuando esas grabaciones de vídeo virales circulan entre sus compañeros. Por suerte, en algunos casos, eso puede convertirse en una prueba, de modo que es más probable que se haga justicia.
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