Inside Out
Aquí me autoafirmo, después ya veremos
Los muros de Facebook, las sentencias tuiteras y algunos lugares que incitan a ‘ser tú mismo sin preocuparte de lo que les parezca a los de alrededor’ retroalimentan el falso, o cruel, individualismo, el ansia de ser diferente o auténtico, ¿de verdad copiando sieeempre lo mismo que dicen otros eres más diferente?, y la autosuficiencia altiva. Por no decir que es un arma de doble filo en manos de quien sucumbe con facilidad al lado oscuro para expiar su dolor en vez de aprender que la (auto)frustración hay que gestionarla de otra manera.
Pero de eso ya hablamos algo hace unos días. Ahora intentemos desmenuzar los porqués del ‘falso’ y la ‘altiva’ (eso sí, no de modo explícito, sólo una rendija. Desentrañad el misterio y extraed vuestras conclusiones). Mientras, sumerjámonos en una de esas motivadoras exposiciones de pensamientos en alto.
‘No confundas mi personalidad con mi actitud, mi personalidad es quien soy yo y mi actitud depende de quién seas tú’.
Para comenzar a desglosar algunos de los significados de esta declaración de intenciones, veamos qué entiende la psicología por personalidad y actitud.
Personalidad es el conjunto de sentimientos, emociones y pensamientos ligados al comportamiento. Actitudes, hábitos y conductas del individuo que se desarrollan en el tiempo frente a distintas situaciones y diferencian a los sujetos.
La personalidad persiste en el comportamiento de las personas congruentes a través del tiempo aun en distintas situaciones o momentos y dota a cada individuo de independencia y diferencia.
Distinción y persistencia se vinculan con la construcción de la identidad, modelada por conjuntos de rasgos que se integran en una unidad coherente definitoria de la persona. Es decir, parte de nuestro carácter (lo que en realidad se pretende decir al expresarlo como ‘personalidad’) se construye en función de las circunstancias y el resultado de ciertas experiencias (aprendizaje propio y del entorno).
Tras esta configuración de rasgos y características, la personalidad se concreta en el modo en que pensamos, sentimos, nos comportamos e interpretamos la realidad, creando una línea de comportamiento que muestra el modo en que nos vemos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Nos permite reaccionar e interaccionar con el mundo de acuerdo con la percepción de éste y la retroalimentación de las conductas. Influyen también en gran medida el factor ambiental y las circunstancias.
La actitud es el modo de ser enraizado en las capas profundas de la persona que influye decisivamente en las relaciones con ciertos objetos. Convicciones, prejuicios y opiniones son la expresión de esta modalidad anímica.
Circunstancias favorables para el cambio de actitud son determinadas cualidades personales del receptor de las comunicaciones, la credibilidad del emisor (potencialmente encubiertas ahora por la capacidad coercitiva o de seducción para la audiencia) y los efectos de primacía y recencia (aparición en primer o último lugar de las partes importantes de la comunicación), el estudio de los argumentos contrarios, etc.
La actitud es un componente de la personalidad. La frase de partida está mal enunciada al presuponer que es algo externo a la personalidad cuando en realidad el resultado es que la actitud hacia otra persona estará basada en los prejuicios, en las compañías o en la posición de poder (o no) en que se encuentre ésta.
Así que, menos chupiwayeces, y autofalsedad, al final toda la milonga esta de que me comportaré contigo en función de cómo/quién seas tú, acaba teniendo más relación con cuánto me intimides o qué me incitan a hacer ‘los otros’ que con el hecho de que lo ético sea tratar con justicia o, como mínimo, con neutralidad a todo el mundo, amigos o enemigos. Porque, ¿sabéis lo que es el acoso, aunque sea micro, o los abusones?¿Qué le pasa por la mente, en ese momento concreto, al expositor/a de estas ilustres sentencias?, ¿de cuánta frustración se tiene que deshacer porque si no explota o se envenena? Pues eso, no tengo más preguntas (de momento).
Y, por cierto: a ver si se puede ir cambiando un poco toda esa retahíla de frases hechas y telepredicación de masas por evidencias argumentadas y propias en vez de tanto corta y pega sin analizar un poco antes eso a lo que estamos adhiriendo. Aunque, claro… La moraleja sub y adyacente puede ser que cada uno hace (sólo) lo que es capaz de hacer porque, ¿para qué esforzarse, verdad?
¿Conocéis esa fábula de la rana, el agua que se va calentando y la comodidad? Tiempo ha, andaba por ahí cuando usábamos los PowerPoints. Pero es que la presión de avanzar en solitario es aterradora, por eso prefiero ser diferente pero igual, que eso farda mucho. Y así puedo decir que mi personalidad… patatín patatán. Ya se me olvidó cómo sigue la perla de sabiduría.
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