Inside Out
Amor evitativo
Las relaciones no pueden concebirse de forma unilateral o evitativa. Las personas evitativas, sean conscientes de ello o no, practican la unilateralidad porque exaltan el Yo, tienden al sobreanálisis de sí mismas y no experimentan la sexualidad de manera apacible. El objetivo de las personas evitativas no es esencialmente el de herir a los demás sino el de aprovecharse de la situación. Básicamente, porque entienden las relaciones no en términos de entrega sino en términos mercantiles. Es decir, con una idea de acumulación y no de desprendimiento. Esto no se refiere siempre a la acumulación de relaciones sexuales, puesto que sí pueden practicar la exclusividad sexual sin llegar a consumar ninguna infidelidad, sino a la acumulación de atenciones personales. Puesto que, en reacción a diversas carencias psicoafectivas, lo que ansían y demandan es recibir la atención de varias personas al mismo tiempo. Porque, aunque a casi todas las personas nos interesa gustarle a los demás, a las personas evitativas, el hecho de gustarle a los demás suele preocuparles.
Cabe pensar que nuestra biología relacional pudiese medirse con base en los receptores de oxitocina. El hecho de que nos presten atención, activa la producción de oxitocina y, con esto, aumenta nuestra confianza y se reduce nuestro miedo social. Aparte, las personas que han sido especialmente manipuladas por sus padres, suelen sustituir la manipulación parental por la manipulación bioquímica. En este sentido, estas personas tienden a habituarse a los estímulos bioquímicos por oxitocina propios de la excitación social, cuyo culmen toparía con la promiscuidad. No obstante, la promiscuidad se estructura en la inestabilidad, y la inestabilidad conduce a la infelicidad, según el especialista en neuroeconomía y economía conductual George Loewenstein, cuya investigación apunta a que la alta frecuencia sexual tiende a reducir tanto el deseo como el disfrute de las experiencias sexuales. Como fuese, las personas con adicción a los estímulos bioquímicos por oxitocina, deberían advertir a sus parejas de que no van a ser las únicas relaciones, puesto que no van a implicarse del todo en la atención que sus parejas necesitan y, en los peores casos, jugarán con sus sentimientos. La forma en la que las personas evitativas buscan los estímulos bioquímicos por oxitocina suele ser coqueteando por las redes, besándose en las discotecas, consumando el sexo en cualquiera de sus formatos e, incluso, manteniendo relaciones paralelas, a pesar de las consecuencias emocionales para todas las personas implicadas. Se trata de personas poco preparadas para los compromisos afectivos y emocionales y que se precipitan a boicotear los vínculos emocionales que les resultan intensos, por muy idílicos que pudiesen llegar a ser. Estas personas desean en el fondo disfrutar de una relación estable y anhelan además la felicidad. Pero, cuando la felicidad llega, no se sienten dignas de ser felices, se dejan corroer por un miedo inconsciente y se apresuran erróneamente a dinamitar la relación. Esto es lo que les sucede a las personas que han sido descuidadas en el pasado por sus relaciones familiares. Simplemente porque, cuando no se ha desarrollado un apego seguro, los vínculos emocionales se tornan neuróticos y obtusos. Por el contrario, las relaciones cimentadas con un apego seguro, favorecen el desarrollo de la capacidad relacional y de los recursos necesarios para confiar en uno mismo, librándose de tramar la estructura paranoide característica de la desconfianza ciega.
El apego evitativo da una apariencia de autosuficiencia porque niega la vulnerabilidad. Sin embargo, abrazar la vulnerabilidad es lo que nos hace libres. Las personas que practican el apego evitativo, obstaculizan cualquier tipo de lazo afectivo, porque temen los riesgos emocionales que conlleva el compromiso amoroso, y boicotean el vínculo afectivo maltratando a su pareja para que sea ésta quien tenga que tomar la responsabilidad de dejar la relación huyendo de ella. Cuando las personas evitativas empiezan a percibir que la relación comienza a desarrollar implicaciones emocionales, desfiguran la comunicación haciéndola más intermitente, quedan con la otra persona en intervalos de tiempo cada vez más cortos, acometen una actitud arrogante y borde para marcar una fría distancia emocional y se enfocan en los defectos de la otra persona para tratar de justificar su desavenencia. Pero, detrás de la apariencia de autosuficiencia, esta antipatía no retroalimenta sino el miedo, la inseguridad, el individualismo, el egocentrismo, el narcisismo y la psicopatía. Por un lado, las personas evitativas no pueden frenar el goce que les provoca sentir que están ligando con otras personas, debido a su adicción a los estímulos bioquímicos por oxitocina generados al despertar el interés en los demás, interés que intentan incitar y sustentar. Y, por otro lado, esta forma de relacionarse con el mundo se está contagiando por medio de la redes sociales, donde los usuarios publican contenido aspirando a recibir aprobación social vía like, para inflar su ego porque de una u otra manera lo sienten atrofiado. Por último, las personas evitativas suelen llegar a la conclusión de que no están preparadas para tener pareja. Normalmente llegan a esta conclusión en un alarde de responsabilidad, para evitar herir a los demás y no dañarse tampoco a sí mismas. Pero, lejos de evitar dañarse a sí mismas, al dejar de tener parejas, se infligen el dolor de la frustración, dado que en el fondo sí anhelan establecer vínculos amorosos porque en realidad sí desean amar y ser amadas. Para colmo, cada vez que practican el boicot en una relación, se refuerza la idea de que los vínculos son dolorosos, complicando aún más la inquietud natural inherente al amor. Inquietud para la que hay que desarrollar nuestras capacidades amatorias, comprendiendo sin complejos que dependemos y necesitamos al otro para nuestra salud, bienestar y felicidad.
Tienes que registrarte para comentar Login