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Victor Bockris: “Siempre he estado más interesado en personajes reales que en los ficticios”

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Victor Bockris, inglés de nacimiento, aunque afincado en Nueva York desde hace tiempo, tiene el respeto y el reconocimiento de gran parte de la crítica literaria. Su obra no es muy extensa, pero sus biografías son de una calidad indiscutible, pudiendo decirse que es uno de los biógrafos definitivos del Rock and Roll. Recientemente, hemos tenido la oportunidad de disfrutar de las autobiografías de Patti Smith y Keith Richards, pero antes de que llegaran, Bockris ya nos había regalado estupendos trabajos sobre ellos. Lou Reed, The Velvet Underground, Blondie, Andy Warhol o William S. Burroughs son algunos de los nombres que jalonan el impresionante currículum de este escritor. 

Cuando estás preparando una biografía, ¿cómo afrontas el proceso?

Cuando alguien prepara una biografía, se supone que el protagonista es un héroe para el autor, al menos, alguien que le gusta mucho. En estos casos, la primera tarea es preguntarse  desde que ángulo se va a aproximar el libro al protagonista. Y, por lo tanto, preguntarse quién es la persona más interesante sobre la que escribir. Sabes que vas a escribir íntimamente acerca de su vida sexual, su situación financiera, su vida familiar, su carrera… Por ejemplo, eliges escribir sobre la vida sexual si es relevante para el trabajo. Basándome en estas reglas, yo decidí que Warhol tuvo un enorme impacto sexual en las costumbres de la sociedad, por lo tanto, debía investigar en su vida sexual para ver cómo era en realidad. En el punto contrario, cuando hice la biografía de Keith Richards, sabía que era muy dependiente de las mujeres, así que decidí entrevistar primeramente a tantas exnovias suyas como pude. En una biografía debes condensar toda una vida en unas cuantas páginas, por lo que  piensas mucho en cómo vas a dividir los capítulos del libro. Hay que hacerse la pregunta de cuáles son los principales temas a tratar. Siempre recomiendo que al comienzo del proyecto de una biografía, es una buena idea leer una o dos nuevas biografías, para refrescar lo que realmente queremos hacer. Es también muy importante el ir recopilando información poco a poco, pero siempre digo que las entrevistas con fuentes cercanas al protagonista son la herramienta más poderosa con la que contar a la hora de empezar a escribir. El teléfono también es un elemento estupendo; la gente, a menudo, te contará más cosas cuando están hablando desde el calor de su hogar, y, sobre todo, cuando no estas mirando directamente a sus ojos. También tengo que decir  que las mujeres siempre dan mejor información que los hombres.

Ya habías tenido mucho contacto con Lou Reed y los otros miembros de la banda cuando escribiste el libro sobre The Velvet Underground. ¿Fue un proceso diferente? ¿Varió en algo el “calentamiento” previo a escribir el libro?

Este libro es un ejemplo de lo ventajoso que es escribir mano a mano con alguien que ha trabajado previamente con los protagonistas. No hubo ninguna preparación especial. Yo era seguidor de la banda desde hacía mucho tiempo. Ya conocía a Lou. Gerard había sido bailarina con la Velvet en 1966 y fue amiga íntima de Nico y Lulu. La materia prima para empezar el libro era muy rica. Además, al ser también un libro de fotografías, el espació para los textos era limitado. El éxito vino de la mezcla de elementos humorísticos con un cierto espíritu de contradicción. Quedé muy contento con el tono final logrado. Creo que de alguna manera iniciamos un concepto; algo parecido a un catálogo de arte, que debía contener humor, y los mejores fotógrafos de la época.

¿Por qué tu carrera siempre se ha centrado en biografías y no en personajes de ficción?

Siempre he  estado más interesado en personajes reales que en los ficticios. Comencé mi carrera escribiendo pequeños poemas como ‘En América todo lo que hacemos es trabajar’ o ‘Tony Curtis se lastimó su pene’. Poco después, empecé a entrevistar a poetas acerca de cómo vivían, y fue cuando descubrí la poesía que se esconde tras el discurso humano. Todo cambió para mí. Los retratos más crudos son fuentes sin fin de riqueza. Me fascinó la idea de construir el retrato de una persona a través de varias voces, incluso cuando fueran contradictorias. La contradicción es la esencia de la creatividad. La verdad no es necesariamente importante. La verdad emocional es lo realmente importante. Pienso que la respuesta es que empecé a escribir en un periodo en que el Rock vivió una época gloriosa, de 1972 a 1974. Desde la generación Beat, nada me había impresionado tanto como lo escritos que en aquella época se hicieron sobre Rock. La pasión y realismo de Lester Bang, o el trabajo de Albert Godman en la biografía de Elvis, son libros salvajes con un marcado acento rockero. Fueron capaces de quitar a las biografías el carácter formal y aquellas reglas estúpidas que había. A principios de los 70s, los libros sobre Rock no se reconocían como libros, porque eran demasiado irreverentes. El libro de  Godman sobre Lenny Bruce fue un verdadero punto y aparte. También recuerdo el libro de Nick Tosches sobre Jerry Lee Lewis, ‘The Killer’, que es un clásico, mucho mejor que el que hizo sobre Bruce Springsteen. El trabajo de Jann Wennners con Lennon es un ejemplo de lo que debe ser una entrevista. Mirando atrás, pienso que la biografía me permitió el propósito de esas líneas de escritura en que encontré más satisfacción. Además, de alguna manera, se incide en la carrera del artista, ya que con una biografía puedes hacer que la gente redescubra o examine la obra de un artista importante. Por último, no hace falta decir que la biografía, como género, es muy joven. No ha tocado techo, se puede reinventar siempre y las formas en que puede llevarse a cabo son infinitas.

¿Qué sientes cuando la gente dice que eres un escritor muy controvertido?

Me siento halagado, pero no estoy seguro de que mis libros sean controvertidos. Creo que los que son controvertidos son los personajes, pero no el autor. Warhol  y Burroughs son controvertidos, y mi trabajo sobre ellos me hace controvertido. El Punk es controvertido, tengo amigas controvertidas, y yo mismo quería ser más controvertido. La contracultura es controvertida. Pero hay mil cosas que son controvertidas de verdad; el núcleo familiar, la extinción de animales, el maltrato físico, el fascismo, la destrucción de la humanidad, los estamentos organizados, la Iglesia Católica, George Bush, que es el mayor terrorista de todos los tiempos… Siempre he estado en contra de las autoridades, apoyando a los rebeldes, a los indios, a los independientes, siguiendo los deseos de mi corazón… después de todo, puede que sí que sea un poco controvertido. (Risas)

¿Recuerdas la primera vez que viste a The Velvet Underground?

La primera vez que vi a The Velvet Underground fue en una fiesta, en la calle 23 de Nueva York. Estaba en mitad de la escritura de la biografía de Lou Reed. Lou había hecho firmar a los miembros de la banda un acuerdo por el que no contarían nada para el libro. Pero ellos lo rechazaron. Y pasé de un extremo a otro. Fui a aquella fiesta con Sterling Morrison y Maureen Tucker. John Cale  también  estaba allí. Recuerdo que hablamos de hacer su biografía. Poco después de llegar, me dirigí hacia una esquina, a apoyarme en una mesa, cuando de repente un gorila inmenso me agarró y me dijo que tenía que dejar la fiesta. Cuando traté de explicarle quien era, la mujer de Lou, a la que había conocido en el CBGB, dejó claro que tenía que dejar la fiesta, con la excusa de haber intentado apoyarme en la mesa de Lou… no quería que hablara con él. Cuando finalmente el libro se publicó, Lou Reed preguntaba a los periodistas que iban a entrevistarle si lo habían leído. Si contestaban negativamente, les decía que hasta que no lo hubieran leído no concedía audiencia… Me sentí genial la primera vez que vi a The Velvet Underground, es un recuerdo muy bonito.

¿Y cuál es tu opinión de aquel regreso de The Velvet Underground a principios de los 90s?

Fue algo desastroso. Lou lo echó todo a perder. Mató a Sterling.

Hablando de Lou Reed, ¿cuál es tu LP favorito y por qué?

Mis discos favoritos son ‘Rock n Roll Animal’, ‘Metal Machine Music’, ‘Take No Prisoners’, porque son discos que él estaba produciendo cuando le conocí. Sin embargo, prefiero mirar al trabajo de Lou canción por canción, en lugar de álbum por álbum, pero estos tres discos que he citado me parecen lo mejor de su discografía. Unos trabajos muy meritorios que captan a la perfección la esencia del espíritu musical de Lou Reed. De The  Velvet Underground me gusta el disco del plátano y The Velvet Underground 69. El primer disco producido por Andy Warhol es realmente un producto de la Factoría, parte de la gran trilogía de Andy Warhol; una novela, ‘The Velvet Underground y Nico’ y ‘Chelsea Girls’. ‘The Velvet Underground 69’ es el mejor disco de la banda con Yule. Sweet Bonie Brown, adoro esa canción…

John Cale y Lou Reed han sido unos personajes con mucho ego. No sé si esto fue beneficioso o, por el contrario, un hándicap para la banda…

Sí y no. El lenguaje es casi incapaz de cumplir su cometido en este mundo. Lou y John pasaron todo el año de 1965 trabajando para encontrar ese sonido especial, uniendo folk con combo, e incluso himnos religiosos abrazando los latidos de la psicodelia. Tienes que tener fuertes egos y una gran determinación muy fuerte para no verte afectado por rechazos envenenados. Por tanto, el ego es necesario. Al mismo tiempo, el Rock es una forma de colaboración, basado en las negociaciones entre los músicos. El hecho de que fuertes personalidades como la de Reed no se atrevan a negociar y no den su brazo a torcer es pura tontería republicana. Reed es uno de los mejores cantantes y guitarristas del mundo, pero también es un depredador destructivo. Ser un gran artista no es una excusa para no para ser un perfecto gilipollas. El Rock está hecho de pasión y expresiones de coraje y rabia, y con el fantástico placer del éxtasis. También es una tumba bizantina diseñada por Edgar Alan Poe. La gente que se mete en una banda de Rock, pone sus vidas en riesgo. No hay reglas. Como ya te he dicho antes, el arte es una contradicción.

Nico fue un personaje con un aura trágica, de tal manera que su destino parecía estar escrito, ¿estás de acuerdo con esta afirmación?

Ella emergió de las ruinas de Berlín. Su vida fue una constante protesta por estar atrapada en los cánones de belleza controlados por el hombre. Los hombres están resentidos con las mujeres bellas, les tienen miedo, quieren ser ellas. Así que abusan de ellas, comportándose estúpidamente, haciendo que sus vidas sean un constante desafío. Nico decidió ir al limbo a vivir una vida totalmente independiente. Vivimos en un mundo donde todos los días vemos titulares en la prensa que son realmente absurdos, y podría ser que para una chica guapa  la única manera de ser independiente fuera convertirse en adicta a la heroína. Te podría poner muchos ejemplos de estas situaciones absurdas; por ejemplo, los escándalos sexuales y la Iglesia; cuando pones varios cientos de jóvenes en un espacio controlado por quince o veinte adultos, eso es una situación sexual. El sexo siempre está ahí, nunca acabará. Otro caso curioso es que el gobierno de Estados Unidos vaya a Afganistán a eliminar el mercado de opio cuando la cosecha que más beneficio económico produce en Estados Unidos es la de marihuana. Y en estos momentos, creo que lo más absurdo de todo es leer y comprender las historias de mi país, llenas de crimen… Pero volviendo a Nico, las mujeres experimentan el sexo de una forma muy diferente a lo que lo hacen los hombres. Los hombres no quieren darse cuenta, porque perderían el ‘control’. Ya sé que parece un chiste.

En alguno de tus escritos has contado que Andy Warhol te dijo cómo tenías que hacer una entrevista. Nunca había que tener las preguntas preparadas. Hay que hacerla como si fuera una fiesta con cocktails…

Todos los lenguajes son códigos. Andy Warhol era un escritor. En todo lo que hacía estaba relacionado con trabajos conceptuales, con marcas, o etiquetas, o códigos. Con la vida y con la muerte. El era un mago. Unía elementos vitales con el  trasfondo de la violencia y la muerte, la locura,  el fuego y la  furia, todo lo cual se manifestaba en su personalidad, como si fuera un gran mago destinado a convertirse en el hombre más fuerte del mundo. Estar con él era una experiencia única. Andy es eterno. El definió el concepto de gravedad, definió todo, excepto el poder de los doctores y los hospitales. Todo lo que hizo Andy fue excepcional, y siempre recuerdo sus consejos.

¿Qué recuerdos tienes del cuartel general de Andy Warhol?

Recuerdo especialmente un día en que llegamos a La Factoría. Había una puerta de cristal enorme. La habitación que servía de recepción tenía forma de riñón, cuando inesperadamente Andy dijo que nos tomáramos una foto. Estaba sorprendido porque  sentí como si una droga poderosa recorriera mi cuerpo. La energía venía de Warhol. De repente, le miré y Andy había adoptado un estilo y ritmo similar al de un bailarín. Me lo contagió. Sentía como si me hubiera quitado un gran peso de encima. Momentáneamente, su espíritu y su cuerpo estaban en el mío. Era como si me hubiera dado la oportunidad de experimentar como él se sentía, entusiasmado, confiado, iluminado. Fue una transformación asombrosa. Después de que hiciera la foto, comenzó a hacer chistes acerca de lo loco que me había vuelto desde que comencé mis visitas al Estudio 54. Me imitaba bailando, lanzando sus manos al aire y moviéndose en círculos. Yo le gritaba que no me imitara, partiéndome de risa. Me dijo que no tenía ninguna posibilidad con una chica que me gustaba, y me dio una ligera bofetada, con estilo inglés. La habitación estaba a rebosar, y todo el mundo en ella estaba pendiente de sus movimientos, como si fuera el rey del mundo. Después, se puso a firmar cheques y otros papeles, continuaba bromeando con todo el mundo, jugando, dando golpecitos. La personalidad de Andy era arrebatadora, capaz de controlar a la gente. La corte real de La Factoría ha sido el lugar más excitante donde he estado jamás.

¿Mantienes contacto con la gente que protagoniza tus libros mientras estás escribiendo?

Sí que mantengo contacto con los protagonistas de mis libros. Cuando empecé en este mundillo, en 1972, creo que fui capaz de participar en la creación de una mitología sobre un movimiento contracultural que era muy necesario. Mis libros tratan sobre: Ali, Burroughs, Blondie, TheVelvet Undergound, Andy Warhol, Keith Richards, Lou Reed, Patti Smith, John Cale, Beat-Punks, y la mejor  groupie de todos los tiempos, Bebe Buell. Deberíamos tratar de no perder el ejemplo de esta contracultura que fue un movimiento  antimilitar no político muy poderoso, sin bases religiosas y que cambió el mundo. Lo necesitamos. En estos momentos, la historia se sigue escribiendo y hay que hacerse la pregunta de quién formará parte de ella.

Cuando se está inmerso en el proceso de escribir una biografía, ¿es mejor ser fan  o no?

Nunca escribiría sobre alguien sino sintiera un cierto grado de admiración. Pero no basta con ser un gran fan, también tienes que tener a esa persona en tu cabeza por dos años. Por otra parte, no me gusta la palabra fan.

¿Cuáles son los mayores problemas que encaras cuando estás escribiendo sobre una banda o un cantante?

Desde que empiecen a meterse sus abogados por medio, que empieces a comprender que la persona no es en realidad quien tú pensabas, que descubras cosas que puedan destruir la imagen del protagonista… Se me ocurren muchas cosas… como por ejemplo que te enamores de su mujer… (Risas)

Hablemos sobre William Burroughs. ¿Cuáles son tus recuerdos sobre él?

Cuando comencé a escribir el libro de Burroughs, era enero de 1979. William Burroughs era uno de las personas más glamourosas de Nueva York. Tuve suerte de poder escribir una serie de libros que ayudaron  a crear una mitología para la contracultura. Mi guía fue primero enfrentarme con aquellos lideres legendarios de los 60s , como Burroughs, Warhol o Keith Richards. Si nos fijamos en ese periodo, el peso de sus imágenes oscureció sus personalidades reales. Lo fundamental era incluso más sencillo. Fui el asistente de William Burroughs durante la Nova Convention, una especia de feria conmemorando su carrera. Me sorprendió cuanta gente joven me pedía que intercediera para que Burroughs les firmara sus libros. Cuando Burroughs accedía, ellos empezaban a temblar, y apenas podían sostener sus libros. Me recordaba a lo que me pasó el día que cené por primera vez con él, que casi me desmayo; la gente se aproximaba a él con puro miedo. Creo que personajes como Burroughs, que parecían hombres de hielo, salidos de un oráculo que sólo daba respuestas monosílabas, habrían sido mucho más apreciados si hubieran revelado los lados más divertido y románticos de sus personalidades. William Burroughs  fue el hombre más dulce que he conocido. Era tan sensible a los golpes de la vida que apenas podía aguantarla. Recuerdo que en una de las últimas conversaciones que mantuvimos me dijo que no podía aguantar la intensidad de su sensibilidad. Después me preguntó si yo había llorado alguna vez y le respondí que hacía dos días, y me dijo que era muy propenso a ataques violentos en los que se ponía a llorar.

¿Cómo le conociste?

Recuerdo mi primer almuerzo con él. Subí a su apartamento con dos botellas frías de vino blanco. Yo estaba enmimismado, en uno de esos raros momentos cuando estás experimentando la enormidad de un evento al mismo tiempo que estás actuando en él. Era  uno de esos momentos en que sabes que cuando las puertas se abran, vas a entrar en una habitación en la cual tu vida va a cambiar. Estaba maravillado. Nada más entrar en su casa me recibió con una enorme sonrisa. Dejé mi abrigo. El suelo estaba brillante, y William vestía  unos pantalones de jinete, una chaqueta de estilo británico, botas negras, camisa y corbata. Parecía un militar. Empecé a estrechar manos y  allí estaba yo, con William Burroughs. Yo estaba impresionado. A los cinco minutos me tomé un vodka con tónica y Burroughs me pasó un porro. Empezamos a hablar de serpientes venenosas. Después de diez minutos, ya estaba colocadísimo. Creo que nunca había estado tan puesto. Estoy seguro de que puso algo de ácido en la hierba. Afortunadamente, no me entró el pánico, e intentaba no perder ni una palabra de lo que Burroughs decía. Él actuaba como si nada raro pasara, seguía bebiendo y me ofreció enseñarme su apartamento. Acepté, y acto seguido pensé que tal vez me estaba haciendo una proposición deshonesta. Tenía la esperanza de que no fuera así. (Risas) Me pasó a su lugar de trabajo y me enseñó sus últimos escritos. Había cortado las últimas hojas en cuatro piezas y allí las tenía, cuando de repente se me cayó mi copa encima… Como podrás imaginar, todo quedo ilegible, lleno de cristales y con la tinta emborronada. Hubo dos segundos de silencio que fueron horrorosos para mí. Pero pronto Burroughs empezó a decirme que no me preocupara, como si aquello fuera algo normal, y mientras que alguien arreglaba el desaguisado otros se dedicaban a bailar… La última conversación que recuerdo con Burroughs fue sobre algo relacionado con un sultán marroquí que había sido asesinado en una fiesta, y todo el mundo agazapado detrás de las columnas  de algún palacio, intentando averiguar quién había disparado…Pero tengo un recuerdo imborrable; un día, estábamos cenando, y Burroughs me estaba concediendo la entrevista de mi vida. Yo no era capaz ni de encender la grabadora. Estaba casi paralizado, no podía ni mover la cabeza, ni mis brazos, era como estar en un sueño. Burroughs apareció con un rifle, apuntando en todas las direcciones, amenazando con  disparar. Intenté escabullirme sin llamar la atención. Fui al baño, y me caí al suelo, intenté aliviarme, echándome agua en la cabeza, pero la cabeza me seguía dando vueltas. Si me hubiera movido un centímetro más, creo que hubiera vomitado y hubiera muerto, así que me quedé allí, tirado en el baño, por más de diez minutos. Cuando decidí que era el momento de regresar, sólo lo pude hacer arrastrándome. La escena fue dantesca, y Burroughs se quedó sorprendió, haciendo sonidos de aprobación, como si todo aquello hubiera sido memorable. Aunque no creo que Burroughs esperara  mejores comportamientos que aquél. En cualquier caso, después de aquello,  me cogieron y me llevaron arrastrándome fuera, a la puerta principal, donde me senté. Empecé a andar escalera abajo. Cuando regresé a mi apartamento de la calle dieciocho -el lugar más depresivo en el que he vivido- me senté y comencé a escribir una descripción de lo que fue aquel desayuno. Aquello apareció sin un sólo cambio en mi libro sobre Burroughs. Supuso el comienzo de mi carrera como escritor.

Me gustaría saber tu opinión acerca de la Generación Beat.

La Generación Beat fue el primer grupo de escritores americanos en golpear la conciencia de la sociedad después de la Segunda Guerra Mundial. No es algo casual que  coincidiera con la aparición de Elvis o James Dean. Fue una época de muchos problemas sociopolíticos que prepararon el escenario para su entrada. Recuerdo los chistes que la prensa y la televisión hacían sobre ellos. Fue una generación mucho más importante que lo que dejaban entrever sus primeros movimientos. La contracultura de 1958 a 1983 creció directamente de sus visiones y acciones. Puedes analizarlo y ver como cada uno de ellos operaba en el grupo como si fueran los hermanos Marx. De cualquier forma, sus efectos fueron mucho mejor comprendidos en Europa, donde fueron recibidos como merecían, escritores de una clase abrumadora que seguían la tradición marcada por los surrealistas, como Eliot, Ezra Pound, Gertrude Stein o James Joyce. Si quieres comprender qué pasó en la literatura americana del siglo XX, Burroughs es el siguiente paso después de Joyce. Kerouack es el novelista más grande que ha dado mi país. Ellos son los escritores norteamericanos más  ampliamente reconocidos en los últimos cincuenta años. Abrieron el mundo a la verdadera sexualidad. Son la base sobre la que los movimientos culturales de los 60s se desarrollaron. Nunca retrocedieron, se mantuvieron fieles a sus principios. Creo que Burroughs y Kerouac son las raíces de los beats. Ginsberg era un poeta maravilloso y un extraordinario intérprete, pero la verdad es que tomó su estilo de Kerouac. En cierta manera, Kerouac es la piedra angular porque, tanto Ginsberg como Burroughs , siempre han admitido que han usado parte del estilo de Kerouac. Todavía tenemos que digerir su verdadero valor de sus contribuciones. Creo que con el paso del tiempo alcanzarán un estatus mayor que el que tienen actualmente. Los adoro.

Pasemos a otro icono de la música. ¿Cambiarías algo si volvieras a escribir la biografía de Keith Richards?

Las cosas siempre se pueden mejorar. Si volviera a escribir esa biografía prestaría más atención a su carrera a nivel mundial, e intentaría revelar cómo es vivir dentro de la burbuja eléctrica que el personaje ha creado. Pondría más énfasis en el triángulo Jagger-Jones- Richards, e intentaría explicar más  la relación con Brian Jones. Creo que no capté muy bien los efectos que la muerte de Jones tuvo sobre Richards. Y muchas más cosas, por supuesto. Sin embargo, es muy fácil decir lo que uno haría después hacerlo en la realidad. Me pregunto cuántas biografías sobre Rock han estado por más de 17 años editándose alrededor de todo el mundo…Está claro que siempre se puede mejorar, pero te puedo hacer una comparación; es un poco como decir que ayer tuve una noche de sexo maravillosa pero que podría haber sido mejor… ¿De verdad?. (Risas)

Patti Smith se ha convertido en un icono para los movimientos pacifistas y el feminismo. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?

No, Patti Smith es una mujer muy carismática, pero la diferencia entre ella y, por ejemplo, Allen Ginsberg, es que cuando él protesta, lo hace de una manera apasionada, expresando sus sentimientos reales, mientras que para Patti es sólo un trabajo. No creo que se preocupe de nadie más que no sea ella misma. Pero le funciona ese rol. Si no estuviera en el candelero, haría cualquier cosa para estarlo. Pero respeto mucho a Patti, porque trabaja muy duro y además con buenos resultados. Esperemos que lo siga haciendo durante mucho tiempo.

Un libro fundamental en la historia de la música es “Please Kill Me”, ¿qué opinión te merece?

Es uno de los libros esenciales del Punk, y tal vez uno de los mejores libros de historia desde los trabajos de Stud Terkels.  Es brillante, y al mismo tiempo divertido. Legs McNeil y Gillian McCain forman un buen equipo. Deberían trabajar juntos más, pero les llevó cinco años hacer ese libro, así que puede que no lo vuelvan a hacer. Creo que será un libro eterno.

¿Cómo presentarías a una figura tan importante de la cultura Americana del siglo XXI como es Muhammad Ali?

Ali ha sido el mayor personaje que he conocido. La primera vez que le visité, acababa de abrir su campo de entrenamiento, Fighter’s Heaven.  Creo que la mejor forma de presentar a Ali es remitiéndome a un extracto de mi libro ‘Muhammad Ali in Fighter’s Heaven’; ‘Tómame como un ejemplo. Atraigo a la gente. Chicas guapas de todo el mundo van a mis combates porque digo cosas que les resultan atractiva; Soy guapo, demasiado guapo para ser un boxeador. ¡Soy el luchador más guapo! ¡Nunca ha habido un luchador tan guapo! Atraigo  a los pueblerinos blancos a los que normalmente no les gusta la gente de color. ¡Soy el mejor!’… Acto seguido, Ali hablaba en voz baja y se calificaba como un negro arrogante…

¿Cambia el éxito a las personas?

Los hace más paranoicos y produce aislamiento. El éxito es peligroso, particularmente si estás solo. Envidio la camadería que hay en algunas bandas de rock, aunque en otras sucede lo contrario. Los Stones son lo que son porque se han apoyado mutuamente a lo largo de estos años, son como una gran familia. El mejor consejo es que si consigues mucho dinero, no cambies tu estilo de vida por, al menos, un año. Tienes que estar seguro de que puedes soportar el cambio, y es mejor conservar tus raíces, no darle la espalda a lo que ya conoces, porque eso es precisamente lo que te ha conducido al éxito.

Para ti, ¿quién ha sido el mejor compositor y por qué?

Dylan. Es eterno, infinito, apasionado y real.

Tuviste la oportunidad de entrevistar a un personaje como Salvador Dalí. ¿Cómo era?

Recuerdo una conversación que tuve con él. Creo que puede servir como definición. Le pregunté por qué le gustaba el asesinato y Dalí contestó que asesinar era antiburgués, que estaba muy cercano al cielo, porque después de asesinar llegaban los remordimientos, los rezos, el pensar en abrir las puertas del cielo… y los ángeles recibían a los asesinos en el cielo con un ‘buenos días’.

¿Tienes algún proyecto inacabado? ¿Hay alguna banda o cantante con los que te gustaría trabajar?

No soy un biógrafo de Rock. He escrito sobre Andy Warhol, Ali, Burroughs, etc… Sí que soy un escritor rockero, si me permites la expresión. No pienso en bandas o cantantes en estos momentos. Ya he hecho un buen puñado de biografías, y creo que es el momento de intentar algo diferente. Pero sí que estoy seguro de que continuaré escribiendo acerca de la cultura Rock y Pop. Hay gente que escribe veinte libros sobre la Segunda Guerra Mundial. Mi guerra fueron los 70s y los 80s. Y mis héroes, mis nuevos héroes, son las chicas punk. Casi he terminado un libro sobre ellas.

¿Has pensado alguna vez en escribir tu autobiografía?

Sí, es una idea que me apasiona. Creo que sería muy divertido hacer entrevistas a gente sobre mí. Intentaría que contaran todos los trapos sucios que pudieran… Las posibilidades serían infinitas. Además, creo que no ha habido ningún proyecto parecido hasta la fecha.

Y para acabar, ¿cuál es tu biografía favorita?

Lo tengo claro ‘Ladies and Gentlemen; Lenny Bruce!’, de Albert Goldman, el mejor biógrafo que he conocido. Lenny fue el mayor hipster. Un cómico que con su acidez creó una nueva forma de hacer comedia en Estados Unidos. Esa biografía es extremadamente divertida y, además, cambió para siempre el estilo de las biografías.

Globero y bunburista. Conoció a Eli Wallach.

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