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Juanma Bajo Ulloa: “En el campo del humor, España es una superpotencia”

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Rey Gitano (2013) es la nueva película de l’enfant terrible Juanma Bajo Ulloa. Tras una carrera cinematográfica bastante heterogénea, el cineasta regresa al esquema de la road movie para mostrarnos facetas de nuestra querida España bien conocidas desde hace siglos… y que en la actualidad lo único que han hecho es adaptarse a los nuevos tiempos. Pero siguen aquí, con nosotros, delante de nuestras narices apestando a lo de siempre: picaresca y cutrez. Desde luego, siempre es más digerible la cuestión a través del sentido del humor. Y si ese sentido del humor es el de Bajo Ulloa, no dejará indiferente a nadie… 

Rey Gitano es tu regreso después de unos cuantos años, ¿de qué va? ¿Por qué la Casa Real?

Rey Gitano es la disparatada aventura de unos personajes que intentan desesperadamete ser algo en la vida antes de que ésta les eche a la cuneta definitivamente. La historia de unos perdedores en busca de una oportunidad, en un país donde el esfuerzo se valora menos que el oportunismo. Será lo que se denomina una road movie, o película de carretera, donde los protagonistas recorren un camino a lo largo de nuestro país, tratando de obtener algo que anhelan pero que se les escapa. En ese camino simbólico que todos recorremos a nuestro modo, se encontrarán con inumerables situaciones surrealistas y con absurdos personajes que les enseñarán algo fundamental sobre ellos mismos. La película no gira en torno a la Casa Real, sencillamente este es uno más de los significativos temas que pueblan este “paisaje español” que nos toca vivir y que Rey Gitano quiere reflejar. 

¿Cuál es la pretensión última de la película?

Se trata simplemente, y por encima de todo, de ofrecer un respiro, añadir una sonrisa o regalar si es posible una carcajada al ciudadano. Este es un país curioso y extraño, donde por encima de tópicos como la envidia o el orgullo vano, nos une el humor y unas extraordinarias ganas de cachondeo. Rey Gitano situará esta odisea de cuatro personajes ficticios pero auténticos, en un contexto actual y realista, tratando de reflejar también una época y una manera de ser. La intención es crear un retrato sincero, sin prejuicios ni censuras, de un lugar y de sus paisanos. De un colectivo heterogéneo que trata de salir adelante del mejor modo que sabe, muchas veces inconsciente de sus propias debilidades, temores y mezquindades, pero otras también ignorante de su enorme capacidad, su valor y su fuerza. Hace poco un amigo denominó este trabajo nuestro como “alquimia”. Explicaba que, igual que aquellos que intentaban convertir el plomo en oro, se trataba aquí de partir de elementos negativos que nos afectan, como el enfrentamiento diario, la baja autoestima nacional o la omnipresente crisis (de valores, económica, espiritual…), y convertirlos, durante unos instantes y por medio de una película, en algo luminoso y mágico, en una sucesión de sonrisas. Es nuestra hermosa pretensión. 

¿Por qué crees que ahora se es más crítico con la Casa Real que antes? ¿No crees que la película habría tenido más impacto en 1991 que ahora que el Campechano es poco menos que el hazmerreír nacional? ¿Cuál es tu opinión personal sobre la institución? ¿Crees que refleja en cierta manera la situación actual de la sociedad española?

Como te explicaba, no es una película sobre nuestra monarquía, y su presencia es la de un elemento motriz de la trama y de una parte del paisaje. Pero el origen de esta película se sitúa años atrás cuando, efectivamente, la Casa Real era un asunto cuasi sagrado. De hecho, en el transcurso del proceso de preparación de Rey Gitano, la realidad social nos ha ido regalando situaciones casi diarias que han convertido nuestra fantasía cinematográfica en algo más que verosímil. Personalmente considero que vivimos un extraordinario momento de cambio y de concienciación, donde se evidencian los errores de sistemas que no funcionan y que nos traen actualmente graves sufrimientos ante nuestra pasividad. En este contexto, una parte de la población se aferra al pasado y a esos viejos modos, y pretende mantenerlos al coste que sea, temerosos de enfrentarse al futuro, a la vida. Y otra parte de la población comprende que se debe poner en duda lo que se ha demostrado ya ineficaz, y asumir los cambios necesarios sin temor ni resentimiento. Instituciones “intocables” como la monarquía sufren por ello una importante convulsión, ante una población, antes despreocupada, que ha perdido la inocencia infantil y exige conocer su propia realidad y airear lo que se esconde bajo la alfombra. Sin duda, el humor es un adecuado modo de encarar todo este proceso. Y, en el campo del humor, España es una superpotencia. 

¿Te han surgido problemas a la hora de llevar a cabo el proyecto?

El problema principal afecta a la propia inexistencia de una verdadera industria del cine. La nuestra ha sido y es precaria y corrupta y se aferra a métodos poco eficaces que sólo aseguran la continuidad de aquellos pocos que realmente se enriquecen con ella. Desde la financiación hasta la promoción, el proceso está en manos de los grandes grupos mediáticos que dictan sus propias reglas y ejercen un férreo control. Por tanto el reto era abrir un mínimo camino por el que transitar con cierta libertad en medio de este panorama. Algunos proyectos nacen con estupendos planteamientos pero en la mayoría de los casos esta censura encubierta que han de soportar, desvirtúa el producto final y lo convierte en artificial. Rey Gitano nace con la intención de llegar al público de un modo libre y natural, tal como fue concebida. Por eso hemos buscado y obtenido el apoyo de un grupo entusiasta de inversores privados que creen con pasión en esta idea. 

¿En qué situación crees que se encuentra el cine español en la actualidad?

En un lado tenemos a esta seudo-industria, que se aferra a ideas preconcebidas y no acepta la discrepancia, puesto que esta cuestiona su propia naturaleza. Y en el otro, el espectador, mediatizado en gran medida con el mensaje “cine español = cine precario o malo”. Se puede decir que hoy día las antiguas productoras y los productores como tales, han desaparecido y, en su lugar, ahora sólo hay intermediarios entre los autores y las grandes cadenas de televisión que son las que deciden qué películas se ruedan y cuáles no. Pero su interés, lógicamente, es afianzar y aumentar su propio poder, no fomentar una industria del cine ni crear cultura. La mayoría de los autores, actores y profesionales, viven entre el miedo a perder su habitualmente ya escasa ganancia, y la peregrina e ingenua esperanza de conseguir mejorar su suerte en el futuro. Y de ese temor, sumisión y pasividad se nutren aquellos a quienes el cine en sí les importa poco. O nada. En este panorama los más perjudicados son los verdaderos talentos de diferentes generaciones que van viendo pasar el tiempo sumidos en la impotencia y el autoengaño.

¿Qué opinión te merece el señor Wert?

El actual responsable de cultura, y otros que le sucederán, están ahí para servir a estos grandes intereses de los que te hablaba, y asegurar que todo siga igual, puesto que esa es la voluntad última del poder, protegerse de la “disidencia”, perpetuar su sistema. 

Si fueras ministro de Educación y Cultura, ¿cuál sería tu actitud respecto la producción de cine patrio?

Curiosamente, educación y cultura, son dos materias hermanas y de enorme importancia que deberían recibir un cuidado especial, pero que en la práctiva sufren las arbitrariedades de los diferentes equipos de gobierno, cuando no el desprecio, especialmente en el caso de Cultura. La ineficaz política de subvenciones que fomentaba la picaresca, ha dado paso a otra que, sin paso intermedio, abandona a los cineastas a su suerte en una industria en manos de las televisiones. Todo el problema está absolutamente interconectado; no hay una sincera voluntad política de fomentar la industria del cine, esto provoca un panorama de precariedad donde florecen oportunistas y francotiradores que crean una filmografía bastarda y mediocre, incapaz de competir, y que resulta en general poco atractiva para el público. No se trata de empujar a la gente a ir al cine o a consumir arte o cultura, ni de dar pena y pedir limosna o solidaridad; se trata de educar y de cultivar a una sociedad para que ame su propio legado cultural. Se trata de crear un verdadero tejido industrial basado en los méritos, no en los contactos, las relaciones públicas o la cara dura. Pero sin un profundo cambio de mentalidad y una humilde autocrítica, no se puede esperar un futuro más halagüeño. 

Antes lo has comentado: una parte del público se queja de que el cine español es ‘malo’, ¿tienen razón?

Se ruedan más de cien largometrajes al año en España y apenas un puñado son dignos de especial mención comercial o artística. Se podría decir pues que el resultado final de las obras que se realizan no se corresponde con la calidad y cantidad de talentos del país. La gente ha ido cayendo en la generalización y creando una opinión colectiva ya totalmente establecida que, como toda noticia negativa, resulta mucho más fácil de difundir que una positiva. Y esa generalización tiene algo de real y objetivo, y algo de sentimiento de inferioridad y mala fe. El cine español no es eminentemente malo, sino puntualmente malo y eminentemente “flojo”. Pero pese a los enormes problemas económicos y la corrupción establecida como medio aceptable y no reconocido de funcionamiento, la responsabilidad final es de los propios cineastas. Nosotros somos los que hemos ido permitiendo y después asumiendo mansamente esta situación de constantes abusos, censura encubierta y explotación, en un “pan para hoy, hambre para mañana”. Y con cada nueva injusticia, se afianzaba este sistema que ahora resulta mucho más complicado cambiar, aunque también más urgente. 

¿Qué cineastas españoles contemporáneos te atraen más?

Algunos que no ruedan, y esto es lo paradójico y sospechoso. Pero hay talentos como Zambrano, Medem, Amenábar, Rodrigo Cortés, Fresnadillo, Fesser, etc, etc. 

Y centrándonos en tu cine, de películas más oscuras e intimistas como La madre muerta o Alas de mariposa pasaste a Airbag o a esta última, Rey Gitano… ¿te cansaste de tanto dramón?

Personalmente concibo el cine como una terapia, de modo que, de un modo no muy consciente, vuelco en este medio aquello que me perturba y que necesito expresar. Los dos grandes sentimientos que me han influenciado de una manera profunda, y que mueven mi vida, son el amor y el humor. Respecto al primero, y abarcando todo lo referente a la afectividad en sí, he tratado de indagar y reflejar las profundas razones que mueven a las personas a comportarse de un modo determinado, a veces cruel y brutal. De cómo la falta de amor provoca estragos en los seres humanos. De cómo, nos guste aceptarlo o no, el mal habita en todos y cada uno de nosotros, y a veces negarlo es la manera de negarnos a nosotros mismos para mirar para otro lado. Frente a esta necesidad de conocer el alma humana y de conocerme a mí mismo, aparece la enorme fuerza, tal vez opuesta, de restar importancia a los avatares de la vida y relativizar todo. De reír y bromear con todo aquello que, de otro modo, podría hacernos daño. De cultivar el humor. Si en la primera visión de la vida hay una asunción de la propia imagen en el espejo, en esta otra hay una sonrisa a uno mismo. 

Sobre estas dos primeras películas, ¿en qué te inspiraste para crear unas historias tan retorcidas y crueles? ¿Dónde se encuentra la línea entre dibujar un perfil psicológico concreto y el mero morbo?

El cine que me interesa, el que me provoca sentimientos de temor, amor o risa, suele ser un cine que me lleva a la reflexión, que deja algo dentro de mí. Y a veces ese sentimiento me influye, o incluso provoca en mí un cambio. Por eso suelo descartar aquellas ideas que considero anecdóticas y sólo decido contar aquellas otras que me resultan realmente reveladoras, sin preocuparme su dureza o conveniencia. No me asusta conocer al alma humana, lo que me preocupa es ver humanos que no están verdaderamente interesados en conocerse. Por supuesto la manera en que cada uno recibimos esas historias, personajes y sentimientos tiene que ver con lo que somos, con lo que hay dentro de cada uno. Por eso diferentes personas ven “sano humor” o “fea grosería” en una misma escena, o juzgan “sincera aunque cruda” o “cruel y retorcida” una misma historia. A las personas nos gusta pensar que hay algunos “perfiles sicológicos enfermizos”, para de ese modo considerarnos entre los “sanos”. Pero yo no conozco a nadie con una salud mental y emocional que pueda servir de modelo de equilibrio. Creo que es precisamente la ausencia de juicio hacia esos personajes que describo lo que perturba a algunos espectadores que necesitan encontrar modelos negativos ante los cuales sentirse éticamente superiores y emocionalmente seguros. 

Volvamos a esta España nuestra… ¿qué te parece la resolución del Tribunal de Estrasburgo respecto a la Doctrina Parot? ¿Y la reacción de la AVT?

Estamos de nuevo ante un problema de ética y de fuertes sentimientos y sensibilidades que hace extremadamente complicado el entendimiento. Personalmente no creo en ideas políticas como tales, sino en intereses del individuo y de su personalidad. Hay una frase demoledora que dice algo como “es sorprendente la facilidad con la que las personas convierten sus vicios en ideología”. En suma, lo que hacemos es justificar nuestras debilidades e inclinaciones adhiriéndonos a una determinada forma de pensar. El que guarda odio o agresividad en su interior, decidirá que una ideología radical es su hogar. El que oculta sentimientos de culpa tal vez ingrese en una ONG. El perezoso abrazará el “pasotismo”… Pero no hay ideología que justifique ciertas conductas. Pensar que la vida del otro es sacrificable, es en sí una abominación sustentada en una falta de valores relacionado con un tipo de educación fundamentada en el odio y el resentimiento. O bien en una grave falta de empatía, síntoma psiquiátrico que puede encuadrarse dentro de la psicopatía. La propia sociedad ha creado libremente unas leyes que, cuando surgen otros intereses locales, en este caso muy emocionales, decide variar a su conveniencia. Pero esos intereses son los de un sector de una comunidad y Europa no los puede asumir, por eso exige la objetividad original que a algunos ya no sirve pues, al sentirse víctimas, ha variado su perspectiva del problema. Lo que más me llama la atención de este asunto es que aquellas ideologías que se dicen más fieles a los postulados de la Iglesia, son las que menos compasión muestran y las que más vehementemente exigen el “ojo por ojo”. 

¿España es muy diferente a otros países de Europa en cuestiones políticas? ¿Demasiados ‘lazarillos’?

Lo países son en realidad bastante parecidos porque los individuos lo somos, sólo nos distinguen una serie de matices que marcan cierta exótica diferencia. Nos gusta pensar que no tenemos responsabilidad en aquello menos bueno que nos ocurre, por eso decimos que los políticos actuales no nos representan, que nosotros somos más dignos y capaces. Pero lo cierto es que no sólo elegimos a esos dirigentes (al menos a algunos) si no que los toleramos. Y la propia pasividad es también una forma de actuar. España ha cultivado mecanismos como, por ejemplo, esa picaresca, que representa una forma de conducirse basada en el ingenio usado de un modo no muy honesto. También ha inventado la “chapuza”, otro término intraducible a los demás idiomas que es una manera de realizar el trabajo “sin arte ni esmero”. La pregunta sería si estas costumbres dignifican o humillan al país. El problema es que en España se confunde el orgullo con la dignidad. En concreto la corrupción es vista en cierto modo como una forma de picaresca y por tanto es tolerada, cuando no envidiada, por una parte de la población. Respecto a la chapuza, es un hábito ampliamente extendido y asumido por la nación casi al completo, y a nosotros nos sirve incluso como base para realizar una película, Rey Gitano. 

La última. Como habitual del Azkena, ¿qué pasó con el documental que estabas rodando para su décimo aniversario?

Efectivamente rodé este documental Rockanrollers durante los años 2010 y 2011 en Vitoria, y 2012 en EEUU, en ciudades como Austin, Nueva York y Los Angeles. En esa película de más de dos horas se describen los 10 primeros años de uno de los festivales de Rock más importantes de la actualidad, el Azkena Rock Festival de Vitoria-Gasteiz. Desfilan docenas de grupos míticos como Deep Purple, Sex Pistols, The Cult, Chris Isaak, Bob Dylan, y entrevistamos a leyendas del Rock como Kiss, Thin Lizzy, Alice Cooper, Black Crowes, Cheap Trick, Gregg Allman, etc, etc. Se trata de un recorrido encicoplédico por la extensa historia del Rock, visto de un modo cercano y humano de la mano de los propios artistas. Tras una enorme labor de edición de las cientos de horas de grabación existentes, se concluyó el trabajo a finales del 2012. Actualmente la película está en manos de sus productores y no tengo noticias de cuál es su intención para con esta obra.

_más información sobre Rey Gitano en www.reygitanolapelicula.com

fotos: Martín Zurutuza

Maña con medio corazón en Francia. Rara profesional. Adicta a los cómics y a alguna otra cosa más. Una vez al año se deja ver con su banda The Murnaus.

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