En papel

Félix Romeo, flechas de vida y entusiasmo

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Félix Romeo (Zaragoza, 1968-Madrid, 2011) era de Zaragoza, murió en Madrid, vivió en Madrid y en Barcelona, pero era de Zaragoza. Lo digo porque, aparte de que yo soy también de Zaragoza, es algo ciertamente importante a la hora de leer y comentar y analizar su obra literaria, cuatro libros que completan una bibliografía escasa pero vigorosa. Porque Zaragoza, que no será Londres ni Madrid ni Barcelona ni llega al millón de habitantes, era para Félix Romeo Nueva York. O Chicago. O Los Ángeles. Para Félix Romeo Zaragoza era la ciudad más importante del mundo. En ella transcurre buena parte de la trama de sus cuatro novelas y en ella pensaba noche y día. Y sí, era ese tipo voluminoso que veíais entrevistar por televisión a Álex de la Iglesia y a otros elementos de la cultura española en el programa de “La Mandrágora”, en la 2, de noche, casi de madrugada. Ése era Félix Romeo. El Félix Romeo que escribía libros.

Llamamos novelas a los libros escritos por Félix Romeo. Pero. Novela para él es recrear los recuerdos infantiles y de adolescente en Dibujos animados, su primera obra, aunque leyendo Dibujos animados no parezca que estés leyendo una novela. Y sucede en Zaragoza. O novela para él es Amarillo, su segunda, un recuerdo en forma de libro a su amigo y escritor Chusé Izuel que se suicidara arrojándose de un balcón en Barcelona a la edad de veintidós años, aunque leyendo este libro no parezca que estemos leyendo una novela. Y los dos eran de Zaragoza. O novela es para Romeo Noche de los enamorados, donde retrata la personalidad de un compañero de celda (Romeo, insumiso, fue encarcelado en los 90 por negarse a cumplir la prestación social sustitutoria) que mató a su esposa en el domicilio conyugal, calle Barcelona, barrio de las Delicias de Zaragoza. Y la cárcel es la extinta cárcel zaragozana de Torrero. Pero leyendo Noche de los enamorados tampoco parece que estemos leyendo lo que se conoce por una novela. Hay una, la que me falta por citar, la que se llama Discothèque, que es a la que con más propiedad, propiedad del concepto tradicional de novela, se le puede llamar novela. Y durante la noche de reyes en la que transcurre su historia, los coches rodean Zaragoza. Y ahora viene el por qué todo esto sí/no es una novela. Y lo de Zaragoza.

El estilo de Félix Romeo que vemos en sus obras largas (cosa que ya supone un enorme calificativo: Félix Romeo tenía un estilo) se nutría del estilo que destilaba en los artículos de opinión que escribía para “Heraldo de Aragón”. Y ahí podía hablar de cualquier cosa: de la primavera, del amor, de los helados, de los burkas. Estilo directo, espontáneo, muy pop, autobiográfico, costumbrista, prohibidos los circunloquios, nada sacralizado, Romeo de ninguna manera es un autor que aparenta, no se transforma por escribir más de cien páginas. Era un escritor honrado. Una flecha repleta de entusiasmo por lo que contaba o recordaba (de nuevo Zaragoza, su infancia, el Zaragoza), artículos que solían tratar temática social o de denuncia, que rebosaban amor por la vida, por el optimismo. Y ese estilo directo, esa forma de abordar cualquier tema lo vemos en su obra literaria: en Dibujos animados, si tenías casi la misma edad que él y naciste en Zaragoza, te identificas con sus recuerdos. Pero no pasa nada: si no tenías esa edad o naciste en Cuenca, también cogerías el coche vacacional en marcha hacia la costa mediterránea, como pasa en Dibujos animados. En Amarillo, el amigo que se suicida recibe una inmensa carta de amistad/lamento por parte de Félix Romeo, en la que sin darte cuenta asistes a una especie de reinvención del género epistolar. En Noche de los enamorados el compañero circunstancial de celda, Santiago Dulong, al que no se dirige de tú como a Izuel en amarillo, no recibe un trato de favor por parte de Romeo al reconstruir, según los datos que el mismo homicida y los recortes de prensa le aportan a Romeo, el parricidio de la esposa a cargo de su marido, el tal Santiago Dulong. Y Discothèque, que es, como ya ha quedado dicho, la novela más novela de los cuatro libros, contiene personajes sosias enmascarados de personas reales. Ese Santiago Dulong, sin ir más lejos. Y aparece el fantasma de Nayim, el del gol de la Recopa del Zaragoza. O sea, que todo son recuerdos de otras épocas. El pasado sin tiempo, atrapado en su momento, la vida misma.

Pero Félix Romeo se murió y nos dejó con su inconclusa obra. Obra que prometía y que apuntaba para rato. Noche de los enamorados es obra póstuma. Jode que ya no le vayamos a leer nada más. Un infarto acabó en Madrid con la vida y la obra de un zaragozano y zaragocista que estudió en la Residencia de Estudiantes. Por lo menos no ve dónde está ahora el Zaragoza. O sí lo ve. No sé. Casi mejor que no.

Jazz y cine. Necesito muy poco más. Quizás respirar.

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