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Juan Soto Ivars: “Con los años me he convertido en un tipo más tratable”
Si tecleas en Google “Juan Soto Ivars” el primer resultado te remitirá a su blog en wordpress. Un espacio diáfano en el que fácilmente accederás a su bio-bibliografía oficial. Verás que hablamos de uno de los periodistas culturales más activos del país y quizá te sorprenda un poco que con apenas veintisiete años haya publicado ya tres novelas y antologado un par de libros de relatos pero, de vez en cuando, esas cosas pasan. No obstante, quédate ahí. No pretendas profundizar. No quieras documentarte para conocer mejor al individuo porque probablemente acabarás por volverte loco. Insisto, bajo ningún concepto trates de seguir su actividad en las redes sociales —su Microblog Acribillante—… sin duda pronto acabarás sufriendo una sobredosis cibernética. No quieras seguir su rastro en la blogosfera literaria; ni mucho menos intentes deslindar la realidad de la ficción en todas esas leyendas negras (o rosas) que ahora mismo siguen expandiéndose por las redes wi fi pero, sobre todo… nunca, never, le pidas que te conceda una entrevista. ¿Quién es Juan Soto Ivars? ¿Existe realmente o es más bien lo que parece, un personaje literario a medio camino entre el Dorian Gray de Wilde y el Tyler Durden de Palahniuk? Veamos…
Antes de empezar, dejemos algunas cosas claras… ¿Cómo es posible mantener semejante ritmo? ¿Es Soto Ivars una sola persona o hablamos del avatar tras el que se esconde un taller chino de redactores de artículos, entrevistas, tuits, novelas y galletitas de la fortuna?
Parafraseándote a Camilo de Ory, soy uno y trino. Vamos, que trino, que no me callo nunca. Tengo una hiperactividad que agobia a alguna gente, pero con los años me he convertido en un tipo más tratable. El Facebook lo tengo para liberar la presión y no contaminar las novelas y los proyectos de largo recorrido con ideas perversas, que suelto por la red social para quitármelas de encima. Es un método que le recomiendo a todo aquel que sufra de dispersión y de exceso de ideas. Una cosa como una novela hay que preservarla de la verborrea.
Tu nombre comienza a sonar con fuerza en el panorama literario a finales de 2011 asociado a un extraño movimiento llamado Nuevo Drama. De repente todo el mundo habla de una figura negra vestida como un dandy del siglo XIX. De pronto ese “caballero” está en todas partes y todo el mundo afirma haberlo visto cometer las más siniestras aberraciones. Cuéntanos… ¿qué es Nuevo Drama?, ¿es cierto que se constituyó en un aparcamiento?, ¿es cierto que al principio tan sólo eran tres tipos que se reunían en los sótanos de los bares hasta que de pronto todo el mundo quiso darse de puñetazos con ellos?
El Nuevo Drama es una postura ante la literatura, pero no un grupo. En la página del asunto aparecemos cuatro personas. Manuel Astur, que acaba de publicar el poemario “Y encima es mi cumpleaños”, Sergi Bellver, que escribe sus cosas y es un crítico literario de mucho crédito, y Francisco Javier Sánchez Ocaña, un poeta que leímos y nos pareció muy Nuevo Drama. La postura literaria consiste en escribir textos emocionantes desde las entrañas y en ese sentido es una postura contraria a la frialdad intelectual posmoderna. Pero no es una generación y la prueba es ésta: ahora estoy escribiendo una novela cómica y un poco posmoderna que no llevará el sello del Nuevo Drama. ¿Dejo de ser un autor del ND? No, porque tengo dos novelas con el sello. ¿Abandono a mis correligionarios? No, porque en el futuro puedo volver a escribir una novela Nuevo Drama. Creo que esto explica bastante bien la no pertenencia que tenemos a un movimiento. Es un estilo el Nuevo Drama, y los creadores son libres de dejarlo y cogerlo cuando quieran. Pero esto no se ha entendido y en los blogs de cloaca literaria siguen erre que erre con la generación Nuevo Drama. Son unos brutos sordos.
Por esa época lanzas La conjetura de Perelman en Ediciones B. Un título que aparentemente responde al esquema moderno del best-seller inaugurado por Dan Brown (Artículo+Sustantivo+Nombre propio de personaje famoso, en este caso el genio matemático). ¿Es eso lo que el lector ha de esperar de La conjetura de Perelman o, como sospecho, se trata de una trampa bajo la que se esconden mensajes literarios cifrados y/o subliminales?
Debo decir que el título fue lo único que impuso la editorial. Yo le quería poner Russian Pulp o Tiros y tetas. A mí nunca me ha gustado mucho el título, pero la novela vendió varios miles, así que supongo que Ediciones B hizo un gran trabajo comercial con el libro, empezando por un título que la gente común considere interesante. Mi implicación con la novela fue más personal que ceñida a un esquema de Best-seller, porque básicamente no suelo leer best-seller (salvo a Stephen King, de quien soy fan incondicional). Sí es una novela más fácil que Siberia, menos evocadora, pero eché el resto con ella y di lo mejor de mí en ese momento. Quería demostrarme que una primera novela no tiene por qué ser un asunto minoritario. De todas maneras mi única postura literaria fija es cambiar de registro en función de lo que quiera contar. No cerrarme a un estilo que acabe estando por encima de las propias novelas. No esclavizarlas a “soy juan soto y escribo en minúsculas y sin puntos y con tres adjetivos por sustantivo.”
Más allá de Nuevo Drama, en La conjetura… también nos encontramos con otra especie de sociedad secreta, Sintagma, trasunto literario —según has confesado— de la Alianza de Magos y Forajidos a la que afirmas pertenecer. Sin olvidar que también eres miembro fundador de la Retaguardia Madrileña o la Sociedad Hispánica de Estudios Rigurosos. ¿A qué se debe esa necesidad por fundar o involucrarte en todo tipo de movimientos más o menos clandestinos y conspiranoicos?
Es bastante divertido jugar al club de los poetas muertos cuando eres un inédito. La Retaguardia, concretamente, era algo parecido. Fingimos la muerte de Juan Carlos Suñén, un poeta que nos gusta mucho, e íbamos al bar donde supuestamente había muerto. Teníamos un retrato suyo colgado en la pared. Allí nos reuníamos en retaguardia un grupo de gente inédita (de ahí el nombre) y nos emborrachábamos. Una vez apareció Juan Carlos Suñén y le confesamos su propia muerte. Le hizo mucha gracia. Bebimos con él hasta el delirio y la cosa acabó a puñetazos. Fue la última reunión de la Retaguardia y la más numerosa. En cuanto a la SHER, es un grupo de tres personas que tratamos de elaborar un canon español de literatura en secreto y para nosotros. No puedo hablar de ello.
Con tantos carnés de sociedades secretas, ¿te queda espacio en la cartera para las tarjetas de crédito?
La cuestión es si me queda espacio en la tarjeta de crédito. La respuesta es sí. Hay espacio de sobra para donativos y dádivas. Podéis enviarme tanto dinero como queráis con total tranquilidad. Me hace gracia lo de los carnets. Después de publicar Siberia escribí una novela infantil donde un grupo de críos montan un grupo de acción directa llamado Avalancha para romper cristales. Ellos sí que se hacen un carnet.
En abril de 2012 publicas Siberia en El Olivo Azul (con versión digital a través de sigueleyendo). Hablamos de una novela sobre un escritor de provincias buscándose a sí mismo en la capital, un tema aparentemente tan viejo como la prostitución misma pero que, no obstante, pronto destaca en el panorama literario hasta el punto de obtener meses después el Premio Tormenta al mejor autor revelación. ¿Cuál es el ingrediente secreto de Siberia? ¿En qué se diferencia su protagonista, Jonás, de los millones de personajes similares?
No sabría decirte. Te adelanto que me cuesta mucho hablar de Siberia en términos generales porque la tengo ya muy superada. Supongo que todos los aspirantes a escritores pasan por el trance de publicar una novela sobre un escritor. No piensas en otra cosa cuando estás empezando. El escritor primerizo encuentra tanta fascinación en los escritores, de ahí que el gran Vila Matas sea el santo patrón de los escritores primerizos. En cuanto a Siberia, Jonás es un tipo que de pura frustración con la literatura y las mujeres acaba violando a una chica. Este sentido extremista de liberar la frustración es lo que más me interesaba con Siberia, y también la forma de curarse: curarse del amor y de la literatura. Es una novela sobre un escritor que quiere dejar de escribir, como si quisiera curarse. En ese sentido es un antiescritor.
Lo cierto es que no esperaba encontrar en Siberia una propuesta tan intimista. En cierta medida casi parece una novela escrita por el personaje de Edward Norton en esos momentos en los que conseguía mantener bajo control al Soto “Durden” Ivars de la blogosfera y las redes sociales. De hecho, en la novela juegas también con la perspectiva narrativa alternando la tercera persona con la primera e incluso la segunda. Dime… ¿Te han diagnosticado alguna vez con el trastorno de la personalidad disociativa o, si sólo se trata de ejercicios de estilo, a qué intención responden?
Ajá, eso sí es interesante. Siberia empieza en tercera persona porque necesitaba una visión externa del personaje, que el lector lo conociera desde fuera con una voz cínica con él. Como cuando conoces a alguien superficialmente y te cae mal. Esta voz ajena al personaje servía además para levantar un marco teórico que a alguna gente le ha recordado a Milan Kundera. Un campo de conceptos en los que iba a moverse la existencia de Jonás. Después de cometer su crimen, el narrador pasa a segunda persona: la voz distante se convierte en una acusación contra Jonás. Después, cuando Jonás decide huir de su crimen y curarse, la voz pasa a primera persona. El lector se ha acercado al personaje hasta estar dentro de su cabeza con un efecto zoom. La finalidad literaria de este recurso es que el lector termine comprendiendo al monstruo. Un monstruo bastante débil y bastante cutre, pero son los peores.
En este punto llegamos al inevitable momento de hablar de influencias literarias pero, como intuyo lo que me responderás, ahorremos tiempo y háblame de dónde viene esa fascinación por Knut Hamsun.[Los lectores han de saber que, probablemente, Soto Ivars sea una de las tres personas que mejor conozcan en España la vida y la obra del controvertido Premio Nobel noruego]
A Hamsun me une una admiración y un conflicto. Admiración por su obra, suficientemente diferenciada por su estilo de la de cualquier otro escritor que yo haya leído, y conflicto por su historia personal, y es que el noruego acabó apoyando a los nazis. Desde que leí la novela Hambre quedé muy asombrado por su estilo, sus cambios de tiempo verbal, su profundización psicológica en los personajes usando muy pocos recursos. Poco a poco leí más y más, conocí a su traductora y acabé dando conferencias sobre él, escribiendo artículos… Realmente soy un especialista en Hamsun sólo porque no hay mucha gente más que lo lea en profundidad. Pero me gustaría ser uno más de su legión de admiradores. Es una influencia muy benéfica sobre cualquier otro escritor, porque Hamsun era un autodidacta y enseña mucho sobre la pura libertad.
La Conjetura de Perelman ambientada en Rusia, Siberia como alegoría de un estado mental y/o emocional y la filiación literaria del escritor nórdico… ¿por qué esa constante obsesión por el frío polar?
La literatura rusa ha sido también muy importante en mi formación como lector. De ahí la fascinación, no tanto por el frío, sino por las distancias enormes y los espacios abiertos. También me fascina muchísimo la estructura comunista y más todavía su ruina. En ese país se levantó una estructura colosal que empezó a oxidarse rápidamente, a volverse demasiado rotunda, excesiva. Rusia es muy evocadora en la distancia, pero en el sentido contrario también creo que su literatura tiene muchos puntos en común con la nuestra. Somos dos países con un pasado imperial que abandonamos demasiado tarde el feudalismo.
[Si a alguien le interesa mi opinión —y sintetizándola mucho— diré que lo que más seduce y a la vez perturba en la narrativa de Soto Ivars es la amalgama perfecta entre la visceralidad propia de la edad que aparenta con el oficio y la fluidez en el manejo de registros y estilos a los que normalmente sólo se llega tras dos o tres reencarnaciones. Definitivamente algo no encaja en este tipo… ] En serio, Ivars… ¿Cuál es tu verdadera edad? ¿Está en Águilas —Murcia— el ático dónde escondes el retrato que envejece y se deteriora al ritmo de todas tus perversiones?
Tengo casi 28 años y llevo desde los 18 luchando por hacerme viejo. No me gusta nada esto de ser demasiado joven. Quiero ser menos joven, como la novela de Rubén Martín Giráldez. Pero ya empieza a pasarse esta enfermedad. El otro día me iban a hacer unas fotos para una revista muy guay y muy hipster en un artículo sobre escritores resultones o alguna fechoría así. Al final no salió la cosa porque era para menores de 25. La periodista me pidió disculpas, pero yo estaba muy contento. ¡Por fin empiezo a ser demasiado mayor para algunas cosas!
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