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Jenn Díaz: “Escribo desde un lugar maravilloso y pesado que es la empatía”

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Jenn Díaz (Barcelona, 1988) es autora de dos obras tan redondas como Belfondo (2010, Principal de los libros) y El duelo y la fiesta (2012, Principal de los libros). Generaría expectativas y esperanzas si su escritura fuera un tesoro sin pulir, pero no es el caso. Jenn Díaz se consolida nada más empezar y se revela como una escritora de los pies a la cabeza; sin fisuras. Su talento y su actitud, ajena a las modas y al pavoneo extraliterario, eclipsan ya a los disfrazados y a los impostores. Su honestidad y naturalidad va a cubrir toda la inmundicia posmoderna nada más que con buenas historias y con personajes de gran hondura emocional. Una escritora que, aunque suene extraño, sólo quiere escribir y no quiere problemas con nadie. Sin embargo, ha accedido a ser entrevistada por Enrique Rubio y nadie sale indemne de un encontronazo con Rubio. ¿Soportará Jenn Díaz las pullas del entrevistador, un ser amargado, rabioso y nada bien de la cabeza? ¿Volverá a conceder entrevistas? Juzguen ustedes.

Publicaste Belfondo con 22 años, si no me equivoco. ¿Eres el Ricky Rubio de las letras españolas? ¿Escribirás en la NBA algún día? ¿Te marcharás a Nueva York a escribir en inglés?

No sé mucho de básquet, así que no puedo asegurar que sea la Ricky Rubio de las letras españolas porque no sé ponerme en situación. Prefiero ser la Cristian Tello, o la Gerard Piqué, por ejemplo, porque ser la Leo Messi sería demasiado. En cualquier caso, una canterana de La Masia culé. En cuanto a escribir en la NBA, me temo que no. Ni en Primera División tampoco. Escribir lo voy a hacer siempre desde el mismo sitio… hasta donde llegue, eso ya no lo sé ni creo que dependa exclusivamente de mí. En cuanto a Nueva York y el inglés: seguro que no. Sobre todo porque no sé inglés, y porque la comparativa escritura-fútbol no me da para ser Pep Guardiola.

¿Dónde está el secreto? ¿Lo escribiste realmente tú? ¿Tienes negro? ¿Te basas en vidas pasadas? ¿Cuántas veces te has reencarnado?

Si desvelo el secreto, como comprenderás, voy a perder toda la gracia. En vidas pasadas me baso sí y no. Me baso en vidas pasadas aunque no mías, o en vidas mías aunque no pasadas. Y vivo mucho en el mundo del Te Imaginas Que y el Te Acuerdas de Cuando.

¿Estás viviendo la vida al revés, como en El curioso caso de Benjamin Button? ¿Naciste con experiencia y madurez y cuando tengas 70 años vas a escribir tus obras más inmaduras e infantiles?

Bueno, no me importaría. Sobre todo no me importaría tener setenta años y escribir obras, como sean. Según fuentes fiables, con trece años maduré y desde entonces voy arrastrando eso prematuro que ha marcado toda mi vida. Estoy esperando que me acompañen una melena canosa y arrugas.

¿Qué autores o libros te han marcado?

Me marcó Carmen Martín Gaite, porque fue probablemente la lectura que me condujo irremediablemente a la escritura. Siempre hablo de Nubosidad variable porque fue la primera novela que leí, pero lo cierto es que solapé toda su obra y los libros forman una sola unidad en mi memoria. Si tengo que decir autores que me han marcado, digo: Natalia Ginzburg, José Donoso, Marguerite Duras, Ana María Matute. Si tengo que decir libros, digo: Mi planta de naranja lima, de José Mauro de Vasconcelos. También diría la ternura de Mario Benedetti, la oscuridad de Idea Vilariño, el sentido del humor de los apuntes personales de Frida Kahlo. Y diciendo todos estos nombres lo que hago es crear un mapa de complicidades y emociones. Pero si tuviera que dar un solo nombre que hiciera justicia al verbo marcar, entendido como autor y/o libro(s) que te cambia literal y literariamente la vida, sin duda alguna Celso Castro.

¿Escribes desde lo que has vivido, desde lo que has leído o desde ambos sitios? Adoro las estadísticas. Dime el tanto por ciento de cada influencia: vital y literaria. Más o menos, pero mójate.

Escribo de lo que he vivido, pero muchas veces escribo de lo que creo que he vivido, o de lo que creo que viví leyendo un libro. Digamos que escribo desde un lugar maravilloso y pesado que es la empatía. Pero a veces mezclo, y otras veces me hago un lío. En cuanto a porcentajes, me cuesta pero ahí voy: 60% de vida y 40% de influencia literaria.

¿Crees que es posible escribir con credibilidad de una época o lugar en donde no has estado nunca? 

Creo que se puede escribir con credibilidad de cualquier cosa, mientras se escriba bien. La verosimilitud tiene poca importancia si la historia que estás contando está desarrollada con talento. Es decir, cuéntame lo que quieras, pero cuéntamelo bien. Entonces, se puede escribir con credibilidad de una época o lugar inhabitados, pero credibilidad no es necesariamente fiabilidad. Eso sí, si se quiere ser muy preciso, muy realista, muy histórico… entonces es importante, pero no imprescindible.

Hablando de Belfondo, ¿es la dictadura la única forma en la que los seres humanos pueden convivir con un mínimo de equilibrio y estabilidad? Cuando hablo de dictadura, me refiero tanto a un dictador nacional, el amo de unas tierras o la democracia, la dictadura postnazi que vivimos actualmente, más sofisticada y escurridiza que las de la primera mitad del siglo XX.

El equilibrio y la estabilidad es algo tan personal que no me atrevería a generalizar. Pero, bueno, si tratamos a los seres humanos como si fueran sólo una masa uniforme de la que hablar a grandes rasgos, diría que cuanto menos se le dé a elegir, más se va a creer que es libre. No digo esto con mucha convicción, más bien por contestar la pregunta. Sí creo que el estado de bienestar tiene mucho que ver con el orden, y para el orden es necesario el poder y la imposición. No sé si la dictadura da equilibrio y estabilidad, pero te deja poco espacio y margen de reacción, con lo cual, menos complicaciones. Parece que hoy no tener complicaciones es una forma de vuelo, y por eso la gente se acomoda. Somos muy más vale malo conocido que bueno por conocer, y así nos va.

¿A quién crees que le gustarán tus libros? ¿Qué encontrarán en ellos?

Me gustaría no decir lo que voy a decir, pero creo que mis libros le pueden gustar sobre todo a las mujeres. En fin, no quisiera yo encasillarme en la literatura femenina, pero sí hay un gran protagonismo de la mujer en todos los personajes, y en asuntos relacionados con la mujer y todas las cosas que la rodean. No sé qué encontrarán en mis libros, sé lo que no encontrarán: frivolidad. Y tampoco encontrarán acción. Me parece que creo desde la inmovilidad, y que el mundo interior y de las emociones son los grandes protagonistas. O al menos eso procuro.

¿Qué similitudes y qué diferencias ves entre Belfondo y El duelo y la fiesta?

La gran diferencia son los tres años que se llevan, y que yo en Belfondo no era demasiado consciente de qué quería hacer y en El duelo y la fiesta sabía que se trataba de un libro que publicaría. El primero es coral y el segundo lo es en menor medida, así que los personajes de Belfondo están hechos a pinceladas y los de El duelo y la fiesta tienen un poco más de profundidad, aunque no mucha más. La similitud es que ambos se crearon a partir de mi necesidad de crearlos, y que me llevan a mí en cada una de las palabras que lo componen. Lo que decía anteriormente: emociones, interiores, poca acción, inmovilidad. La presencia de un protagonista precisamente por su ausencia: el amo y la poeta Blanca Valente. Y también el tratamiento de la infancia como una época de tránsito y dolorosa.

¿Qué piensas de los escritores que solo se dedican a escribir y no a los saraos, a hacerse fotos a sí mismos o al peloteo en esta época en la que los contactos y la imagen lo es todo?

Que benditos sean los frutos de sus vientres. Simplemente creo que son autores de largo recorrido, que se mantendrán en las estanterías de las librerías sin rozar apenas la mesa de novedades, y que a priori siempre van a salir perdiendo porque vivimos una época muy visual e inmediata.

Si te ofrecieran un Gran Premio Editorial un año antes de la convocatoria, siempre que tu obra fuera comercial y siguiera ciertas directrices,  ¿aceptarías? ¿Y si te lo ofrecieran un mes antes por una obra ya escrita que ni siquiera han leído?

Eso nunca va a pasar. Ni yo voy a escribir una obra suficientemente comercial ni voy a tener un nombre que vista bien un Gran Premio Editorial. Diría que no es algo que me preocupa pero miento: si me van a dar un premio que me solucione económicamente la vida y pueda dedicarme a lo que de verdad me gusta, a lo mejor le plantaba un señor seudónimo a la novelita y a escribir que son dos días.

¿Por qué concedes entrevistas como ésta si no te hacen falta?

Porque sí me hacen falta.

Enrique Rubio es un guionista y escritor nacido en Mordor (escombrera del levante español) pero ovetense de pleno derecho y polaco de adopción. Afín a tipos como Charles Bukowski, Chuck Palahniuk, Woody Allen o Yorgos Lanthimos, es autor de las novelas ‘Tengo una pistola’ (Planeta, 2009, finalista del premio Silverio Cañada) y ‘Tania con i. 56ª Edición’ (Destino, Premio Francisco Casavella 2011) y responsable a todos los efectos del blog ‘Me arrepiento del mañana’ (http://www.enriquerubio.es/blog).

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