Placeres compartidos: Lucrecia

Nos habita la alegría, juguetona y atrevida.Voz y movimiento para el alma que todo lo anima. No más valles siniestros ni pozos de amargura, hay una luna morena aliviando pesadillas.Toda la fuerza de la naturaleza, los colores en explosión. Se aventura la travesía y aproxima orillas. Lucrecia se activa y el alborozo guía.Cómplices exploradores a la búsqueda de espacios para el lenguaje del cariño, es de indesmayable utopía que cruzáramos caminos en el oficio creativo.Nuestra canción ESTRELLA DE MAR sigue- a modo de manifiesto afectivo-reclamando la libertad del espíritu de Europa a Perú, de Cuba a la Petite France de Estrasburgo en clave de bolero-chá. Nadie reprime la emoción pues cuando vibra el corazón todo se puede conmover, la fe de un alma ilusionada…hasta la llama más cansada. Repaso con Lucrecia en el invierno barcelonés, al calor del café en el Princesa Sofía, las memorias de un futuro presentido. No más tonos bajos ni soniquetes de mal menor. Es tiempo de explorar las rutas de la alegría, desbloquear lenguajes por que sí, la gente sabe bailar, mirar las luces sin deslumbrarse. Tenemos aún la capacidad de crecer desde la memoria de los barrios humildes y los aptios de vecindad. Y llegó un día la pachanga, como recuerdo a menudo con el maestro Rubén Ríos, para zarandear la apatía y dar banda sonora alternativa a las calles sin asfaltar, a las aldeas de la humildad. Si Caridad ampara todo puede ocurrir-coja turno caballero, sonreía Anacaona-y Lecuona sale a pasear por el pentagrama mientras Isolina Carrillo susurra al compás de las maracas historias de gardenias mensajeras del amor infinito.Lucrecia- y la niña que la habita- practica/n la maravillosa gimnasia de la felicidad, potencia voluntaria para colorear la vida con tonos de cielo ilusionado.Sí, la vida es un espectáculo milagroso, casi un parque temático emocional de incansables atracciones.Emprendemos ruta de regreso al planeta-alegría, allí donde hay oxígeno y vida para vivir, lejos de los callejones navajeros.Con el alacrán crin crin , un ratón vaquero y la vitamina de un buen capazo de besos de chocolate no hay ogro que nos amargue este cuento.Belleza matinera al son de la rumba de la lejanía, esencia de canela y sonrisas abracadabra para bendecir el camino. Trencitas fantasía y una palmera, quién sabe si caribeña o mediterránea, para cobijarnos a llorar las penas y lavar a modo de ecología íntima las heridas del alfiler-destino. Cunado escribimos TÚ ERES LA GUINDA- incluida en la película documental Balseros- lanzamos un perfume-antídoto  contra los complejos y la cultura del malestar. Ya sé que vivimos en pleno ejercicio perverso del teatro de la crueldad. Instalados en la paralizadora crisis, amanece el bloqueo.Recuerdo con Lucrecia su luminosa versión al hilo portugués de Nuno de Camara de La última noche y los pies danzarines se me van por el universo de la noche estrellada. Andares de pasión, templetes, fiestas populares, abrigo de la vida para los corazones abiertos.Qué nos ha pasado para no seguir chapoteando en los charquitos del alborozo, qué clase de epidemia ha derribado nuestros castillos de arena.Sin sueños no somos nada, sin escaleras que nos suban al cielo jamás escucharemos las voces de la claridad.Se mueve Lucrecia en el escenario del Universo y nos invita a salir del pensamiento muermo, del sonajero-sofá.Se mueve y nos remueve para devolvernos el rumbo, frecuentemente desorientado en nimias batallas. Importa el amor, el arrullo al hijo que crece en el bálsamo afectivo, la solidez de lo familias. Sabor de Cuba abriendo su álbum de sentidos y la mirada serena porque nunca perdemos la raíz al saber que hay un lugar donde siempre permanece la leña encendida, el dulce embrujo de la querencia emocional.En la noche de los tiempos sigue la orquesta moviendo los hilos del sentimiento y la mujer-madre-creadora ríe con lágrimas-semilla para dar paisaje a lo mejor que aún nos espera.Queda más vida y toda una autopista de estrellas de regreso al planeta alegría.