Cuadernos

Placeres compartidos: Antonio Gala

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Zahorí que perfuma el desierto con la humedad del origen. Sabio encantador sin bola de cristal, viajando en la cola del viento. ¿Quién se atreve a romper el muro? Tras la década del yo, después del apocalipsis milenarista o tras cruzar a modo de funambulista el catacrack. Antonio le robó el otro lado al espejo. Disfrazado de narcisista, jugando a enamorarnos, ha guardado en duermevela el tesoro del arcón. Entre papeles que no se vuelven amarillos y páginas en blanco a la espera de la llama inspiradora, ha mimado a la hija del ensueño; la palabra. Sello y cadena de la conversación interminable, ardilla solidaria que burla las alambradas del poder. Palabra profética, frase-llave, mirada-indicio, ola gigante con sombrero de espumas, capaz de orientar a navegantes despistados. Tiene tanto imán el idioma en la voz de Antonio que prevalece la música de lo que se dice al discurso en sí .Cortina de sonido acariciadora porque en la palabra vibra ya la esperanza de visualizar lo que se nombra.Sobreviene la creación de Gala como escritura delegada, a modo de conexión natural con lo invisible. Por eso, se esconde, se camufla, llanea entre obstáculos, grita hasta la desesperación, exhibe medallas de melancólica ausencia porque algo se está gestando… creación abriéndose paso como asomando a la vida.

Cuando conocí a Antonio, gracias a mi avatar periodístico, por Darro, cerca de La Castellana, supe que el hilo de lo cordobés no se había perdido. Andaluz por vocación invitándome a los senderos de la alegría. Nada que ver -como luego comprobé en mi tránsito a lo que oficialmente se llama escritor- con la tradición de la pesadumbre. Los sentimientos hay que habitarlos como los territorios-maravilla que heredamos de nuestro origen-belleza. Ocurre, Antonio, que de cuando en cuando conviene ocupar la cuneta lastimera para ser tolerado en la jungla de los tristes. A nuestro músico del idioma, la querencia por la horizontal y el efecto-trípode le han servido, antes de los modelos semióticos de Umberto Eco, como código para traspasar las últimas aduanas oficiales.

Por Francisco Nieva, Luis Antonio de Villena, Lucía Bosé, Ginés Liébana, Rosa León, García Baena, Ana Belén, Clara Montes… sé del gozo íntimo que ha desplazado a un ligero paraíso flotante a los territorios del enemigo íntimo. A Antonio lo amamos y respetamos porque con su brillantez de ex-pesimista esperanzado ha roto el cristal opaco, la mansedumbre de los sumisos. Ha rescatado la ternura como manantial de sabiduría y ya no tenemos que pedir perdón por conjugar el lenguaje del cariño. Por Macarena, a dos pasos de la Plaza del Perú-Madrid; tal vez por Córdoba, la huella de Antonio me la rebrotan sus amigos. Yo también me apunto al carromato cuando las huellas de Mercedes Valverde, Alfredo Asensi, Carlos Clementson, Raquel Toledo, sacan a pasear por las calles cordobesas a mi palabra viajera. Le cuento a Antonio en el Sant Jordi -mientras me firma un ejemplar de El pedestal de las estatuas– mi apuesta por la creación afectiva. Sigue así -sonríe Gala-, en buenas compañías. Porque la amistad es un regalo de tesoros compartidos, de hallazgos concelebrados. Aumenta la autoestima sin necesidad de viajar a Katmandú ni de buscar cosmovisiones interestelares.

Las conversaciones en Darro repiquetean en mi archivo como un salto cualitativo de mi vocación exploradora. Sus palabras de estímulo, que se han renovado en cada encuentro que el azar nos ha proporcionado, son como un vaso de verbenas en la luminosidad de los patios interiores. Me repetís siempre Antonio, se escribe más en el hecho previo de escribir que en el ejercicio real del choque con el papel en blanco. Al ver la montaña de cuadernos de mi despacho-sofá recuerdo al maestro utilizando casi siempre papeles ya escritos por el envés.

Que siga la tronera destapando su retablo de maravillas, que la palabra ejerza su autoridad ante la ensalada de pícaros que nos revuelve. Querido zahorí, seguiremos buscando el agua de la sabiduría allí donde no reaparece la mordaza y se engalana la realidad porque la espera no desespera.

Escritor, periodista , compositor, guionista, autor multimedia. Director de audiovisuales para grandes muestras y creador de spots publicitarios, desarrolla una intensa actividad en conferencias, talleres y encuentros sobre lenguajes emocionales y comunicación.

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