Cuadernos

Kafka en verano: Lecturas ‘ligeras’ para los días de calor

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Si juntáramos en un legajo todo lo que ha escrito Franz Kafka y en otro legajo todo lo que se ha escrito sobre él, ¿cuál pesaría más? Sí, sí, sí. Sobre Franz Kafka recae un pesado rinoceronte: su aparato crítico. Toda esa armadura excesiva, esa ingente cantidad de material que apostilla su obra, trata de esclarecerla, iluminarla, darle sentido… y, al final, le da una sombra paleontológica e inútil. 

KAFKA COMO MÉTODO PARA NO USAR CHAMPÚ 

Tirar de teorías acerca de la obra del checo es ahogarse. A mí me pasó. Una mañana me levanté y empecé a leer en mi cuarto una edición comentada de El proceso cargada de numeritos y notas a pie de página y a la mitad del libro no pude más. Desistí. El pedante teórico (su nombre no recuerdo) te hacía sentir más Josef K. que el propio Josef K.

Entrarle a El proceso a pelo es otra cosa, Felice Bauer. ¿Necesita Kafka guías didácticas? Es como preguntarse si una pieza de artillería pude ser peligrosa. Kafka sólo necesita guías turísticas en Praga. Precaución contra los que interpretan a Kafka: son los que nunca quedan satisfechos con su fuerza.

O también pueden creerse más listos que Kafka (pero no más lúcidos o más rabiosos). 

KAFKA EN LA ORILLA 

Es un libro de un gato japonés vagabundo. Su aroma pasará como el de un perfume caro que se recarga sobre una época o sobre una sala. Es la evidencia. Los padres de una hermosa niña mexicana la llamaron Harumi y a cada rato andan excusándose porque no la llamaron así por Murakami sino por su abuela. 

KAFKA DE PIETRO CITATI 

De toda la miasma de traductores, galanes, requeteinterpretadores, alucinados directores que adaptan Kafka al cine pagando derechos de autor, falsos profetas, etc… merece la pena ser rescatado un libro. Una atípica biografía. Kafka de Pietro Citati (editado por El Acantilado). He aquí un libro en el que el autor desea hablar de Kafka y no de él o de lo que sabe sobre él. Es un libro-lupa, no un libro opaco. 

KAFKA Y SUS CUENTOS COMPLETOS 

En las turbias noches de este verano perpetuo que llevo, por fin, me he terminado de leer los Cuentos completos de Kafka. Qué maravilla. Son cuentos breves que dinamitan todo aparato crítico posterior. Son una bala contra el pesado rinoceronte, una metralleta contra el creerse más listo que Kafka. Los más molones son los más breves, apenas 6-7 líneas, haikus enfermizos les llamamos; haikus porque son brevísimas descripciones, estados de ánimo… pero todas te dejan mal cuerpo. Te engañan. O te seducen. O, sobre todo, te escupen. Hay uno que me gusta especialmente: 

LOS ÁRBOLES 

Pues somos todos como troncos de árbol en la nieve. Aparentemente yacen en un suelo resbaladizo, así que se podrían desplazar con un pequeño empujón. Pero no, no se puede, pues se hallan fuertemente afianzados en el suelo. Aunque fíjate, incluso eso es aparente. 

KAFKA EN LATINOAMÉRICA 

En todos los hostels de Latinoamérica me topo con esta variedad de árboles kafkianos. Son viajeros silenciosos, desubicados, meditabundos. Sueles encontrártelos en las áreas comunes a la hora en la que el resto de huéspedes ya se han marchado a “conocer” la ciudad. Y tú sigues ahí, y los miras de vez en cuando, en cada ciudad.

Por descontado, siempre andan conectados a internet. Dulces hikikomoris lejos de casa. ¿Para qué viajar? ¿Por qué? Pero luego, por la noche, me pregunto: ¿no estarán viajando más que nosotros? Si pudiera hablar con ellos. Pero al día siguiente ya se han ido. 

MARAVILLOSA VISIÓN DE UN CUENTO DE KAFKA 

A una chica solitaria en un hostel pude leerle ese mini cuento de Kafka. La chica era de Cancún. Me contó que le recordaba a una fiesta de la espuma en una discoteca. Ella creía que todo parecía así, pero no todo era así.

por Miguel Blasco

Miguel Blasco Marqués (Valencia, 1988). Lector ácrata e impenitente, cineasta jubilado, perfeccionista en las paellas, eterno diletante, fanático de los tacos mexicanos y de las tertulias que no conducen a nada. Trabaja como editor en Ediciones Contrabando.

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