Placeres compartidos: Jorge de Juan

Cuenta el Támesis leyendas de London pop y entre pasteles de niebla brincan The Kinks por Waterloo Sunset. “Good morning freedom” en el eco de los músicos callejeros pero por South Lambeth vía Vauxhall se cuela de rondón un bolero. Tiene sello español y acento de Cartagena, toque mágico al fin de los hermanos García Segura. Porque el alma pionera de Jorge de Juan sigue tirando del hilo se su cometa, telegramas del corazón de sus tíos queridos y el descaro aventurero de quien olvida el olvido. Y así -si Bowie y sus London Boys lo vieran- levantar la Spanish Theatre Company, milagro teatral con Lope de Vega, Jardiel Poncela, Ana Diosdado, Buero Vallejo, Mayorga o Sanchís Sinisterra, voz y escenario para el Sur al Sur por River Thames.

Sevilla-maravilla sobrevuela en la memoria hipnotizada por el cielo. Betis susurra una brisa embrujadora más allá de Río Grande y las calles del recuerdo hablan del 92. Serpentinas y guirnaldas, tiempos de fiesta y aluvión. Por el Palenque la noche y los acentos se enredaban como farolillos de un bosque interminable. Jorge de Juan ejercía a modo de maestro de ceremonias y la última copa aliviaba la madrugada en el Guadalquivir bullanguero. Paco Ruiz Mañas, Miguel Bosé, Fernando Alda, Paco Lobatón, Juan Lebrón… Jorge era ya un actor consagrado por la élite de los repartos. Desde el teatro clásico a las películas rompedoras de Felipe Vega o Pilar Miró. Beltenebros y la narrativa de Muñoz Molina emergían en su calendario de personajes. La saga Bullejos ya me lo había presentado en Tabernillas Sabina, en aquellas habitaciones de techo interminable donde solía encontrarme con Javier Batanero, Raúl Alcover, Fran Sevilla, Emi, Ángela Muro, Pilar Carbajo.

Jorge se cruzó nuevamente en mi camino como productor audiovisual. Con su soporte técnico dirigí varios documentales sobre la Expo 92, que derivaron en la película-memoria final. Barcas por el Guadalquivir y febrero gestando Semana Santa. Tiempos creativos con Carlos de las Heras y Rafael de Penagos poniendo magistral voz a mis textos. En el 94, nos iluminó el proyecto de Andalucía mágica, en la huella de la intensa dedicación audiovisual de Jorge en tierras valencianas, cosiendo redes al estilo de González Alacreu con exquisita paciencia. Años después, teatro en Madrid y su papel estrella en La mujer de negro, montaje que nunca me cansé de revisitar tanto en la capital como en mi Barcelona universal. Allí brillaba también Emilio Gutiérrez Caba, con quien tuve el privilegio de compartir animada mesa redonda en Fenavin con Sánchez Dragó, Paco Clavel y Marisol Galdón viajando por el maridaje entre vino y cine. En la sobremesa de Ciudad Real tuve oportunidad de charlar largo y tendido con Emilio sorbe su exitosa colaboración con Jorge.

Vienen mensajes londinenses en Facebook o Twitter a confirmarme que está ahí como amigo generoso para brindarme hospitalidad creativa. Memoria de nuestros paseos por Las Ramblas, el construir ideas en LAIE, Café de la Ópera o Irati. Vi el manuscrito lleno de vivacidad y de moderna escritura en imágenes de su aventura fílmica con Carradine, ahí aporté mi granito de consejos como asesor y animador y el valor de talismán que se me supone. Curvas de la realidad salvando emboscadas. Los pasos perdidos de Carpentier buscan acomodo en la esfera de la vida. Pese a los alfileres en nuestros barquitos de papel, seguimos navegando y mientras me asomo al tardío invierno barcelonés recorro rítmicamente con Ralph McTell “Streets of London”. Seguro que Eloisa encontrará lugar bajo los simbólicos almendros mientras algún banner man despistado pasea las calles del adiós. Aquí no hay estranguladores ni el tic tac de la angustia encuentra rumbo; empieza la ciudad a tener acento teatral español, idioma de nuestra geografía emocional, tesoro que nos cincela con su riqueza de matices. Seguro que Jorge entre London Bridge y el “Get back” de las venturosas azoteas, entonará un bolero de los Hermanos García Segura, bendición de la literatura romántica popular en traje de canción. Y la luna inglesa le cantará agradecida, ¡Gracias por venir!