Factory VIPs
Carlos Areces y Aníbal Gómez: “La bajona tiene su punto y los artistas deprimentes lo molan todo”.
Cyborgs que persiguen a Sarah Connor, listas de tópicos de barra de bar o “tradiciones americanas”, saludos cordiales de Yola Berrocal, y mucho, mucho humor absurdo es lo que Carlos Ojete y Aníbal Calor (disociaciones holográficas de Carlos Areces y Aníbal Gómez) ofrecen, a ritmo de techno-pop –o subnopop, como ellos le llaman-, en Delayed!, el debut discográfico de Ojete Calor. ¿Van de broma pero en serio? ¿En serio pero de broma? Esa es la duda que trae de cabeza a media crítica musical del país empeñada en darse de bruces contra el árbol y no mirar el bosque. ¿Es Ojete Calor el divertimento de Carlos y Aníbal? ¡Por supuesto! Pero, ¿acaso tú, lector, te diviertes ‘de broma’ alguna vez? ¿No buscas (o al menos intentas) que tu diversión sea perfecta? Ellos también.
Creo que la primera vez que os vi fue en Paramount Comedy, en el programa de Dani Mateo. ¿Nació allí Ojete Calor?
Antes de ‘Noche Sin Tregua’ ya habíamos actuado en la Fiestaca Chanante y en algunos sitios más, pero las primeras apariciones televisivas fueron efectivamente en el programa de Dani Mateo. Ahí es donde “se nos vio bajar del autobús”, como dice Didac Alcarz en Go Ibiza Go.
A pesar de interpretar a dos personajes con una estampa bastante risible y de hacer letras absolutamente absurdas y surrealistas, ¿Cómo de ‘serio’ os tomáis Ojete Calor?
Es compatible. Puedes hacer comedia y resultar gracioso o absurdo y realizar un trabajo serio, entendiendo seriedad como responsabilidad y disciplina en el proyecto. Mirándolo así somos incluso más serios que Oasis.
¿Entendéis que siendo Carlos un actor muy popular, viniendo ambos de la factoría ‘chanante’, la prensa no tenga claro cómo ‘entraros’? ¿Tengo delante a Areces o a Ojete? ¿A Aníbal o a Calor? ¿El disco es una sucesión de coñas musicadas o es música ‘de coña’?
Hay que entrar sin miedo. Somos como esa chica interesante que te acaban de presentar en Pachá. Al principio no te había gustado pero después de verla un rato empiezas a fijarte en algunos detalles… Y te acaba seduciendo hasta el punto de que te quieres casar con ella. Ojete Calor somos Carlos Ojete y Aníbal Calor, dos seres frágiles y tiernos que hay que querer y cuidar. Lo de si esto va en serio o va en broma lo tenéis que juzgar vosotros porque nosotros ahora mismo estamos demasiado ocupados buscando cuadrilla para la vendimia 2013.
Es más, si en vez de escuchar “fumando crack del 29” o “Malena y Yola, que son amigas nuestras” uno escuchara, con el mismo fondo musical, “people are people so why should it be” o “brothers, sisters, we don’t need the fascist groove thang”, la percepción de Ojete Calor cambiaría radicalmente… ¿Al final, en la música pop, todo está en las letras?
Pues va a ser que sí. Y hay una barrera más, que es el idioma. Aquí en España cualquier cosa cantada en inglés nos parece mítica y nos rendimos ante ella como cuando en los veranos venía el primo de la ciudad a visitarnos al pueblo y traía las zapatillas molonas que tú no llevarías hasta dos años después. Si Martin Gore hubiese escrito sus letras en castellano a lo mejor Depeche no nos molarían tanto. Pero lo que nos enganchaba es el conjunto, las melodías. Al contrario de lo que muchos puedan pensar, Ojete Calor somos más exigentes con la melodía de voz, con la música y con la producción que con las letras. Y no te asustes si en otra entrevista lees justo lo contrario porque somos bipolares.
Esas letras bien pueden recordar al “terror en el hipermercado, horror en el ultramarinos” de los Pegamoides, a aquel “Saturno es aburrido porque no hay nada que hacer” de Los Nikis, a los Zombies de Bernardo Bonezzi, a Almodóvar y McNamara, y a tantos otros hijos de La Movida…
Cuando alguien escribe canciones sobre la soledad, el amor o el dolor nadie se rasga las vestiduras. Es lo normal, lo bien visto. La bajona tiene su punto y los artistas deprimentes lo molan todo. Si te duele algo y te quejas, y lloras, todo va bien; estás siendo elegante y profundo. Las alarmas saltan cuando alguien sube al escenario y canta una letra sobre Mari Pili, que se ha perdido en el hipermercado, o sobre una persona que es perseguida por un Cyborg. Ahí la prensa se vuelve majara y por pereza a desgranar los entresijos musicales, nos meten a todos en un mismo paquete. Y hace ya un siglo que no renuevan el nombre del saco, que se sigue llamando La Movida. Es como si alguien dijera: “a ver, todos los que hayan incluido la palabra corazón en alguna de sus canciones van a ser etiquetados con el mismo género y van a ir al mismo saco”. Imagínate a Alejandro Sanz con su ‘corazón partío’ y a Kurt Cobain con su caja con forma de corazón charlando sobre el cambio de la ESO a Bachillerato en esa edad tan difícil en la que se encuentran sus hijos. Es evidente que compartimos la actitud y el descaro de aquella época, y en muchísimas cosas nos parecemos y nos identificamos, pero no todos los artistas La Movida son referentes de Ojete Calor. Muchas veces se nos compara sólo porque salimos disfrazados en el escenario. ¿Acaso no se disfrazan Los Planetas o Madonna cuando salen a actuar? Pues anda que no lleva tiempo buscar un disfraz de indie casual o arreglarse las patillas o la barba con los dictados de la moda de ese momento.
Hendrik Röver declaró hace poco en estas mismas páginas que el gran cáncer de este país, en lo musical, ha sido precisamente la Movida. No los grupos en sí, sino el carácter cuasi-trascendente que mucha prensa se empeñó (y se empeña) en otorgarles. La misma prensa que ahora es capaz de ensalzar a cositas ‘indie’ que, como dicen en el sur, no tienen ni chicha ni limoná…
Pues totalmente de acuerdo con ese señor que no conocemos. El problema no es de esos grupos, que coexistían y hacían algo divertido, es del tropel de periodistas que se empeñó en etiquetarlos. Nos sentimos más cercanos a Chico y Chica que a Los Nikis. Para nosotros no hay estilos ni clasificaciones, hay grupos con sustancia y grupos sin sustancia, que son la mayoría.
¿Han querido ver algunos en La Movida algo que ni siquiera sus propios protagonistas tenían en mente?
Sí. Alaska y Nacho Canut están cansados de repetirlo. Y mejor que ellos para hablar de ese tema no hay nadie. Pero hay que romper una lanza a favor de la prensa, ya que es normal que después de la Dictadura aquel conjunto de artistas desmadrados llamase tanto la atención. Los protagonistas efectivamente no tenían en mente la trascendencia que supondrían en aquella época. Querían pasárselo bien y contagiar ese espíritu, como nosotros.
Lo que es paradójico es que la mayoría de esos artistas de La Movida, excepto Alaska, Almodóvar y Ouka Leele, se han podrido en el más oscuro de los olvidos. El propio Bonezzi, un tipo que compuso ‘Groenlandia’ y que probablemente en cualquier otro país habría sido venerado de por vida, murió no hace mucho, más solo que la una, después de tratar sin demasiado éxito de reactivar a los Zombies. Vamos, que ni siquiera los periodistas que adquirieron fama con libros y documentales sobre la Movida y que aún a día de hoy dan conferencias sobre el particular hicieron acto de presencia en aquellos conciertos… Este país lo que da es un poco de asco/pena, ¿no?
El negocio todo lo puede. Es como un gran reality en el que se van expulsando a los grupos o artistas y van quedando menos. El jurado no siempre es el público, muchas veces depende de otros factores. Los expulsados del concurso que se olviden ya de entrar de nuevo o de que alguien les agradezca la gran labor que desempeñaron en su momento. Más que pena y asco muchas veces hay falta de personalidad y miedo. En otros países no están tan pendientes de lo que viene de fuera. Aquí escuchamos a Two Door Cinema Club y todos queremos que en nuestro disco haya un punteo de esos chulos de guitarrilla aguda porque es lo que se lleva. Y luego pocos se fijan en la producción de ‘¿Quién maneja mi barca?’, de Remedios Amaya, que a nosotros nos parece que roza la perfección.
Vosotros habéis polarizado a la crítica musical. He leído reacciones muy airadas ante vuestra propuesta, y también otras similares a las que comentábamos sobre los grupos de La Movida; medios que quieren ver, o que ven, en Ojete Calor algo que va más allá del proyecto de dos tipos con ganas de divertirse y dar rienda suelta a sus locuras… ¿Tan ridículo es lo uno como lo otro?
Nosotros entendemos muy bien la actitud talibán de la gente a la que le molesta que exista todo aquello que no les gusta, porque nosotros mismos pensamos que musicalmente sólo debería ser legal Ojete Calor. Por otro lado, todos aquellos que han visto en nosotros algo más allá de la risa serán los elegidos el día de mañana para subir con nosotros a una nave espacial que nos llevará de vuelta a nuestro planeta, donde no existe la enfermedad ni Telemadrid.
Pero, ¿sois conscientes de que es muy probable que esa misma prensa musical que está siempre en busca del nuevo ‘hype’ es la que de repente puede decidir que Ojete Calor son la repanocha? El negocio musical en realidad no entiende de géneros musicales. Recordad que Napalm Death estuvieron hace un par de años en el Primavera Sound.
Con todo el tinglado de marcas, poses y hypes que hay montando no entendemos a los que nos acusan de frívolos o de poco serios. Si aceptamos que un festival te tenga que decir lo que mola y lo que no mola en ese momento hay que aceptar todo lo demás. La culpa no es de los festivales, es de la gente que se guía por esa programación. Al Primavera Sound van grupos muy chulos, y a quien le gustara Napalm Death desde siempre pues ni le va ni le viene que de repente un festival los reivindique.
Antes de esta entrevista hemos hablado y aclarado muchas de los posibles malentendidos que podían darse a la hora de tratar con Ojete Calor… ¿Para vosotros, en principio, todo es ‘respetable’? ¿Desde Malena Gracia al ‘No cambié’? La propia Yola Berrocal despide ‘Delayed!’ “esperando que nos haya gustado el disco”. Aunque a ella no le ha molado mucho…
Jordi Costa nos contó que, cuando quiso adquirir el disco de Tamara (la mala) en la FNAC, un dependiente le remitió a comprarlo en una gasolinera porque allí no vendían “esas cosas”. Eso te lo dice el dependiente de una tienda que ahora mismo está vendiendo discos de Auryn, de lo que se deduce que Auryn son más músicos que Tamara cantante, y por supuesto no tiene nada que ver (lo enfatizan. ndr.) con el volumen de ventas de cada uno. En el fondo, esta actitud nos gusta. Esperamos que se ponga de moda y que cuando vayamos a comprar un disco, un libro, un videojuego, e incluso fruta, sea el dependiente el que te diga lo que te tienes que llevar, o se ría de ti con una actitud esnob si preguntas por cerezas. Nosotros abogamos por la libertad de prohibir, que también es libertad. En cuanto a Yola Berrocal; nos hizo el enorme favor de cerrar el disco y la estamos muy agradecidos. Como nos gusta tocar todos los palos posibles y hacemos del eclecticismo un arte, nuestra intención inicial era contar, además de con Yola, con Eduard Punset para abrir el álbum (hablamos completamente en serio), pero no conseguimos el contacto a tiempo de cerrar la producción. Lo que más nos motivaba era juntar a dos personas que no pudieran tener menos que ver con nosotros y entre ellos, porque ahí surge la magia.
Os voy a poner en un pequeño brete, a ver qué tal salís. Estaremos de acuerdo en que el público habitual de La Hora Chanante, Muchachada Nui, etc. es gente universitaria, o como mínimo de un nivel cultural lo suficientemente alto como para captar las miles de referencias que habéis hecho en vuestros sketches: desde Alan Moore a Tim Burton, Robert Smith, Sánchez Dragó… Los mismos que a buen seguro abarrotan el FIB, que viven con no poco esnobismo la música de tantos y tantos grupos ‘indies’ que nadie recordará dentro de dos años. Pero ha quedado claro que detestáis el esnobismo como ‘hecho diferencial’. ¿Tenéis al enemigo entre el público? ¿Es el público de OC el mismo de LHC o MN?
Es un análisis muy interesante el que nos cuentas, pero no tenemos una respuesta. Habrá de todo. Piensa que muchos de los fans de La Hora Chanante no fueron luego tan seguidores de Muchachada Nui y también al revés. Por lo de los esnobs no te preocupes porque luego todos nos igualamos cuando llevamos cuatro cervezas y bailamos al unísono “yo quiero bailar toda la noche”.
Soy un profundo convencido de que el esnobismo no sólo es un defecto, sino que en estos tiempos es una necesidad urgente, casi vital. El esnobismo, eso sí, entendido como no poner el cerebro en piloto automático y que sea la tele, Youtube, Facebook o una revista quien decida por mí… ¿No son en el fondo esos fibers o los nuevos ‘hipsters’, que se tienen por cultos y especiales, y tan modernos, otro rebaño más?
Es lo que decíamos antes sobre los festivales. Las etiquetas musicales son como los trajes de etiqueta: te ves guapo porque vas como el resto, pero estás empaquetado, te rozan los zapatos, la corbata te constriñe la papada y estás deseando salir corriendo para ponerte las zapatillas de Barragán de andar por casa. Cuando vas a una tienda debes comprar lo que te gusta y no lo que te quieren vender en ese momento. Aunque también aconsejamos lo contrario, que es ir a comprar una bolsa de macarrones y volver a tu casa con un exprimidor eléctrico. (Risas)
Ya que habéis mencionado a Alaska… A muchos nos puede chocar que una persona como ella, a la que admiranos no sólo como artista, sino como una de las mentes más lúcidas del ‘show-business’ de este país, se declare fan de esos programas de televisión que muchos consideramos poco ‘edificantes’, como mínimo. Porque el problema no es que alguien con el coco de Olvido Gara, licenciada en Historia, con un bagaje cultural impresionante, se divierta viendo Sálvame DeLuxe, el problema está en quienes tienen en Sálvame su única ventana a la realidad. ¿O no es un problema?
¿Aconsejamos a toda la gente a que se asome por una única ventana para ver la realidad, sea cual sea, para que así se centre en una sola cosa y se pierda todo lo demás? ¿Animamos a la gente a que se atreva a decir “Me gusta el nuevo single de These New Puritans y también me gusta veranear en Benidorm”? Aunque por contraste, ese comentario también resulta arty. Pues para no resultar cool mejor que nadie diga nada. Aunque la pose introvertida también es tendencia…
Una curiosidad… ¿Cómo funciona hoy en día la ‘chanante factory’? Ahora que la mayoría de vosotros tenéis carreras bastante exitosas por separado… Por ejemplo, ¿tienen el resto de compañeros algo que decir respecto a Ojete Calor?
Pues… (risas) … Nosotros no podemos hablar por ellos. Eso se lo tienes que preguntar a José Mota.
Volvamos con ‘Delayed!’. Calamaro cantaba aquello de “me parece que soy de la quinta que vio el Mundial 78”. Vosotros sois claramente de la quinta que vio México 86: Rigodón, Diana de V, Sarah Connor… Por no hablar de que, como hemos comentado antes, el disco es puro techno-pop 80s. ¿Mucha nostalgia de aquella época?
La nostalgia es un bajón. Y jamás hemos seguido el mundo del fútbol. Pero nuestras mentes enfermas crecieron con todos esos referentes y eso no se puede evitar. El disco es techno-pop 80s, pero también 90s e incluso del nuevo siglo. También hay influencias de, por ejemplo, The Supremes, porque somos dos, como ellas, y además cantamos bien y somos negras. (Risas)
¿Se debe y se puede bromear sobre todo? Y cuando digo todo es todo…
Hay muchas lágrimas en la vida de la gente. Para equilibrar debe haber también mucho humor. Y sí, eso quiere decir que se debe bromear con todo. Pero si la broma va a ser muy hiriente con otra persona entonces se debe bromear a las espaldas y asegurarte de que luego se lo van a contar para poder reirte también de su reacción. (Risas)
Termino invocando al espíritu de Carlos, el actor… El lanzamiento de ‘Delayed!’ va a coincidir con el estreno de ‘Las Brujas de Zugarramurdi’, de Álex de la Iglesia. ¿Te espera un otoño duro? Ahora que Aníbal no nos lee, ¿cuál es tu prioridad?
Mi prioridad es levantarme tarde y ver películas de terror. Después van las compras compulsivas, comer carbohidratos y leer tebeos. Luego una serie de placeres menores, como criticar a compañeros en foros bajo pseudónimo o hacer correr rumores falsos en Twitter. Por último están el cine, regar las plantas y luego Ojete Calor.
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