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Las desventajas de ser un 2

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Circula por las redes sociales una viñeta que describe con precisión quirúrgica lo que es sentirse 2. En ella podemos ver a un grupo de manifestantes portando pancartas que rezan “1 + 1 = 1”. Van muy cabreados. Puños en alto, colmillos afilados, ceños fruncidos… Frente a ellos, y con una actitud no menos airada, otra manifestación peregrina tras el lema “1 + 1 = 3”. Todo apunta a que van a encontrarse, que los colmillos catarán piel y huesos y las pancartas volarán como si Blesa estuviera saliendo del juzgado. Pero en la viñeta hay espacio para una tercera escena. Alejado de ambas turbas observamos a un tipo solitario, con una camiseta con el número 2 estampado y cara de no entender nada. Al pobre 2 se le acercan miembros de sendas manifestaciones. Como decimos por aquí abajo, lo van a ‘majar’ a palos.

Yo cada vez me siento más 2. Qué demonios, ¡soy un 2! Hay quien me advierte de que ser 2 es no posicionarse, es abrazar la cómoda neutralidad. Ser 2 es ser Suiza durante el Holocausto. Falso. Suiza durante el Holocausto o bien era 1 o bien era 3, dependiendo de por dónde soplaran las balas. Ser 2 es otra cosa. Es negarse a dar la razón a unos u a otros guiado por la convicción (acertada o no) de que ambos se equivocan. Y a veces puede que los 1 tengan algo más de razón que los 3. A veces los 1 parecen 2. El espejismo, sin embargo, dura poco.

Cuando eres 2 la vida te pone por delante disyuntivas a cada paso. No es cómodo ser 2. Siendo 2 a menudo te encuentras defendiendo causas, personas, que ni te van ni te vienen. Me pasó anoche, sin ir más lejos. Telecinco acaba de estrenar Hable con ellas, un guirigay presentado por cinco mujeres; dos actrices, dos presentadoras, y una americana con pinta de vigilante de la playa y sin credenciales conocidas que en una sola rueda de prensa logró hacerle a Esperanza Aguirre más preguntas que Cristina Pardo a Cospedal en tres años. Cristina no sabe ya si cortarse las venas o dejárselas un poco más largas. Debería aprender de la barbie americana, que le preguntó a Espe por el broche de su chaqueta y por sus zapatos. Unas ‘pretty ballerina’, al parecer. Así, sí, Cristina. Ir de mal rollo, querer buscarla la ruina a un pobre dirigente del PP o del PSOE… No puedes ir así por la vida, chica. Y sí, lo sé, ya está el Campos con sus mierdas y sus circunloquios, yéndose por los cerros de Úbeda y más allá. Hablábamos de 1, 2 y 3. De los 2, en concreto. Así que, ¿por qué Hable con ellas sacudió al 2 que llevo dentro? Sencillo. La invitada estrella de la noche, con permiso de esa actriz monísima de El Príncipe, fue Celia Villalobos. Villalobos la campechana. Villalobos la que hacía caldo con patas de jamón en mitad de no sé qué crisis sanitario-porcina. Villalobos la ex- alcaldesa de Málaga, la vicepresidenta del Congreso, la reina de las tertulias políticas de los 90. Villalobos, la que se ha pasado por el forro la disciplina de voto de las gaviotas en la reforma de la Ley del Aborto. Villalobos, que no sabía dónde se metía pero que está más curtida que las alforjas de Sancho Panza y a la que cinco tipas jugando a ser Ana Pastor (aunque sin el carnet de analista político) no le borran ni la sonrisa ni el deje marujil (no se me alebreste nadie, que Celia lleva muy a gala lo de ser una maruja).

Gracias, Hable con ellas, por hacerme empatizar con Celia; por hacer que termine vitoreando a Celia. Un 2 no puede sino tomar partido por quien es sometida a un linchamiento público a base de argumentos peregrinos, de mercado de minoristas a las 11 de la mañana. Se les veía nerviosas a Yolanda Ramos y Beatriz Montañez, como si les fuera la vida misma en sacar de sus casillas a la política malagueña o pretendieran crucificarla por todos los males del país. Incluso insinuaron que su postura respecto al ‘gallardonazo’ tenía más que ver con el ego que con las convicciones. Estas señoras son 1 y/o 3 de libro. Porque algo sólo es cierto si ellas están de acuerdo. No han conseguido sólo que a mis años vea con buenos ojos a la Villalobos, también han hecho un gran trabajo de cara a futuros invitados, que antes se dejarán ametrallar por Risto Mejide en su chester que sentarse en ese sofá rinconero de barra americana con Ramos, Montañez, Sandra Barneda, Natalia Millán y la Pamela Anderson de tercera. Eso contando con que el programa logre llegar sano y salvo a fin de mes, cosa complicada, porque a ese formato Sexo en Nueva York meets Al rojo vivo va a haber que pasarle el Google Corrector si pretenden aguantarle más de dos rounds a Buenafuente y Berto.

Lo sé, aquí tampoco habíamos venido a hablar de televisión ni de late shows. Céntrate, Enrique: las desventajas de ser terráqueo y 2 en la vida. No obstante, ser 2 es exactamente esto: encontrarte del lado de aquella alcadesa que un día partió para Madrid y por cuyo no retorno rezas cada día a Jesús, a los Reyes Magos y a Batman. Ser 2 es ignorar banderas y analizar argumentos. Ser 2 es ser más humano que chimpancé. Si eres 2, ten mucho ibuprofeno a mano. Lo vas a necesitar.

Traductor, periodista a regañadientes, copywriter. Quizás nos encontremos en Esquire, Vice, JotDown o en Miradas de Cine. Como me sobra el tiempo, edito Factory.

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