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Bardem tiene la culpa de todo
Según una cabecera del antiguo Movimiento, a las gentes del cine español “les sienta bien el capitalismo”. Ilustran el artículo con una veraniega instantánea de la pareja Bardem-Cruz y nos hablan de los lujos de que disfruta Javier, de su “mansión en Beverly Hills” –ahí es nada-, de sus privilegios. Todo ello a modo de poderoso argumento para echar por tierra las protestas ‘rojeras’ del actor; al parecer llevar un tren de vida cómodo y desahogado te incapacita para verter opinión alguna sobre las injusticias sociales. Sospecho que, en realidad, no es el número de ceros de la cuenta corriente de Bardem lo que convierte su participación en cualquier movimiento de izquierdas en una farsa; lo que te desautoriza es tan sólo que seas más rico que aquel que te critica. El bienestar propio siempre es aceptable, razonable, ‘sostenible’. Por encima de eso, a callar todo el mundo. Nada se dice del Papa Francisco, supongo que por lo del voto de pobreza. Vive en una mansión ligeramente más ostentosa que la de Bardem, pero no es su culpa.
No estamos ante la información torticera de un medio de comunicación que huele a sacristía y alcanfor. Esa animadversión contra los Bardem de este mundo poco a poco ha ido calando en la conciencia colectiva, mucho más ahora que se acabó el ‘qué hay de lo mío’. A la pregunta de si quizá Bardem debiera donar a causas benéficas todo su dinero excepto lo estrictamente necesario para subsistir junto a su familia en un apartamento de Malasaña alguien me respondió con un sonoro: “¡Pues sí!”, mientras tecleaba alguna sandez en su móvil de 400 euros. Pues sí. Bardem, que siendo un chaval ponía copas en un bar cualquiera, como tantos de los que ahora le tienen en la picota, pero que a base de trabajo duro, talento y suerte se ha convertido en un actor bien pagado, debería vivir en aquella cueva de Fernando Fernán Gómez en Ana y los lobos para tener un mínimo derecho a denunciar la salvajada del 21% del IVA cultural o la cochambre política en cuestiones de sanidad. Nadie tiene ni la más remota idea de si Javier, en efecto, participa o no participa en obras sociales, a nadie le importa que pertenezca a esa rara estirpe de terráqueos que han medrado económicamente sin robar, mentir o explotar al personal. Le han tocado buenas cartas en la vida, por lo que cualquier gesto contrario a los (verdaderamente) poderosos es interpretado como hipocresía y autobombo. Todo el mundo sabe que, especialmente en EEUU, donde Javier desarrolla la mayor parte de su carrera de un tiempo a esta parte, cargar con la vitola de ‘rojo’, el pedigrí comunista, te abre multitud de puertas.
Pero Bardem no es el único que según el ideario de los genuinos defensores del pueblo tiene revocado el derecho al pataleo desde el púlpito de los Goya. Candela Peña, actriz a la que no se le conocen fincas ni paquetes de stock options, recibió también lo suyo hace ahora un año por pedir trabajo desde esa misma plataforma. Recibió incluso de sus propios compañeros de profesión, que, haciendo gala de ese espíritu ibérico, cainita y servil a un tiempo, nunca osarían chistarle al más fuerte de la clase Javier, a quien reciben cual Moisés abriendo las aguas. Siempre es más agradecido odiar al más débil. Candela es débil dentro del gremio; Bardem es débil entre los ‘multimillonarios’.
En todo caso, no acaba de quedarle claro a servidor si el problema está en ser rico, en ser actor o en presuponer que ese que se queja tiene menos motivos que uno mismo para hacerlo. Mientras tanto, mientras se teledirige la ira hacia un artista al que no se le conocen grandes maldades, nos cuentan que las fortunas más importantes del país escaquean 81 mil millones de euros al fisco, pero que entre el resto de españolitos se le tangan a Hacienda 250 mil millones en ‘trabajos en B’. De nuevo, mientras tanto, convertimos a Bardem en villano por vivir el hombre bastante bien explotando sus aptitudes para la interpretación, entregando películas casi siempre notables, para acto seguido llamar Princesa del Pueblo a una medio analfabeta que se echa a la saca 3.000 euros cada día porque hace quince años folló con un torero y se quedó preñada. Esto es España. Y yo, si pudiera, me bajaba en la próxima.
Traductor, periodista a regañadientes, copywriter. Quizás nos encontremos en Esquire, Vice, JotDown o en Miradas de Cine. Como me sobra el tiempo, edito Factory.
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