Love 2 art(s)
Placeres compartidos: Hilario Camacho
Descalzo por la hierba sideral, en un bucle nada melancólico, paseaba por el bulevar de los sueños hechiceros Hilario, en la profecía de lo armónico. La isla en el mar de Goya con los largos pasillos plásticos de Elisa Morris y un gato espía capaz de velarme para que no se asustaran mis peregrinaciones mentales entre viejos ejemplares de Discóbolo. Gracias a su amistad creativa, entré en el lenguaje de las canciones, tras una charla abracadabra por Lavapiés. “Tus ojos” fue la primera canción en común, que luego abriría un ciclo de más de veinte canciones, que escribimos al ritmo de continuos descubrimientos. “Chica de papel”, “Subir subir”, “Sin dar la cara”, “Tela de araña”, “Sin decir adiós”, “Licantropía”, “Una parte de ti”, “Fuego y rumba”, “Labios rojos”… Con Fuego y rumba saltamos al lenguaje del cómic -gracias a Víctor Gijón- para crecer en las ondas millonarias de Cadena Dial. La noche de Clamores-Elígeme-Galileo Galilei-Attys-Swing-Habana-Colegio Mayor San Juan Evangelista. La ronda de amores paladeando bellezas y cariño al revoloteo de faldas y guirnaldas. Casi un hermano para mi Hilario, maestro de la esperanza. Eléctrico, cuando ningún palabrero pesaroso apenas lo rozaba; enamorado de la moderna poesía, tal vez novísima. Y así en su voz la sorpresa de Batlló y la apuesta por los primeros textos de poetas multimedia como yo.
Llueve en el amanecer de la calle Goya, cerca del Palacio de los Deportes y ya Hilario no puede contestarme. Estudio de ordenadores y composición electrónica. Volveré a cenar en De Pura Cepa recordando sus eternas dudas, disfrutaré de un cocidito en su honor en La Bola o en el Albur. Hilario aún sigue ahí y lo recuerdo en el poema que le dedica Ricardo Fernández Moyano evocando nuestra composición “Sin decir adiós” en nuestros encuentros sobre lenguajes emocionales en Ecocentro, ampliamente publicitados en ABC, El País, El Mundo. Paseo cerca de su antigua casa de José Abascal y no dejo de recordar a Hilario con su delantal de experto cocinero. Tardes de búsqueda de ritmos y palabras. Café en el Hotel Las Alondras frente a su luminoso ventanal. Bibi y Amparo danzarán con su risa cascabelera. Nina y Javier volverán a habitar el histórico Parnasillo y me preguntarán por ti; memoria para buscar acopio de biografía entre tantas voces que te cantan. Cómplices, Luz Casal, Danza Invisible, Secretos, Pedro Ruy Blas, Miguel Ríos, María del Mar Bonet, Joaquín Sabina, Martirio… Aquí nos queda tu alegría de niño bonachón que con gracia derramaste en la canción de David el Gnomo.
Barcelona por la Plaza del Pí, Ramblas, Laie, presentaciones en Illa Diagonal o en las Cotxeres de Sants, copas tardías con Abili Roma y la guapa cubanía, pizzas de madrugada a la salida del Barradas con Alberto Manzano en L´Hospitalet. También en Sevilla por el Hotel Al Andalus, que fue mi hogar temporal cuando dirigí la película final sobre Expo 92. Pero Madrid, siempre Madrid, cuando amanece y te sientes extraño chapoteando en la trepidación. Ahora que se remansa la prisa rememoro a Hilario leyendo mis “Métodos para adelgazar la tristeza”. Siempre encandilados por la mujer tan cercana y a la vez tan inalcanzable. Seguiré imaginando palabras para ritmos del país de las ausencias. Tu voz poblará el anochecer de los estudios de Parquelagos (Torrelodones), con la guitarra de Joaquín Torres y teclados de Fernando Sancho; te reencontraré en la conversación con Pepe Robles, Joaquín Sabina, Teo Cardalda o María Quirós. Imágenes-vértigo de un Madrid que ya no reanudaremos juntos pero que en la ciudad de la memoria seguirá siempre en mí. Pub Oliver-Barquillo-Santabárbara-Café del Foro-Emyfa-Olavide-Clamores-Glorietas de Quevedo y Bilbao, tiempos de bulevares y Alain Milhaud por Salesas, terrazas en las laderas de Villa de París. Un lunático como yo reconoce a los habitantes de su tribu a pesar de las emboscadas del destino.
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