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Víctor Matellano: “El espectador sigue pidiendo que el vaquero dispare al malo y al final bese a la chica”
Víctor Matellano acaba de desembarcar en el Festival de Cine Español de Málaga con la mochila cargada de hombres lobo, vampiros y algún que otro muerto viviente. A todos ellos rinde homenaje en Zarpazos!, un viaje por el Spanish Horror, posiblemente el documental definitivo para entender el cine de terror español de los años 60 y 70 y sus circunstancias. Tras firmar un buen puñado de cortometrajes, Matellano tiene, además, pendiente de estreno su primer largo, Wax. Escoltado por las leyendas Geraldine Chaplin y Jack Taylor, Víctor coge pico y pala para continuar escarbando en las tinieblas que llevaron a sus amigos Jess Franco, Paul Naschy y a tantos otros a ocupar los altares de la cripta particular del de Colmenar Viejo. El círculo se cierra.
Vamos a empezar derribando (o no) una serie de tópicos y así nos los quitamos de encima rápido. El primero: el cine español de terror ha sido siempre bastante cutre…
El cine de terror español ha sido unas veces cutre, otras veces digno y otras brillante. Pero como en todas las cinematografías. Sorprendería revisar ahora algunos títulos de la Hammer o de la American International, se pueden encontrar obras brillantes y también películas mucho más olvidables que las españolas.
El segundo: aquellas películas eran copias baratas de sus hermanas mayores yanquis o británicas…
Los monstruos de la Universal toman prestado personajes literarios, pasados por el tamiz del teatro, y muy influenciados por el expresionismo alemán. En algunos aspectos, copian. Aquellas películas americanas de los veinte y treinta, maravillosas e inolvidables, tenían todos los topicazos del mundo, sólo hay que recordar cómo se muestra a los zíngaros o los Cárpatos en las historias. Se dice que Hammer o los italianos son deudores del terror clásico. Pero siempre se habla de “influencia” y no de “copia”. Pues hay que aplicar el mismo criterio en la piel de toro. Porque lo mismo ocurre en el cine español. Hubo de todo; influencias, reinvenciones y copias, como en todas las cinematografías.
Y el tercero: Jess Franco era un mal director…
Jesús trabajó con Welles y con Siodmack, compartía conocimientos con Lang… Probablemente era una de las personas que más sabían de cine que yo me haya encontrado en mi vida. El problema es que a veces, muchas veces, pasaba de todo. Menos de divertirse, eso nunca lo abandonó. Se reía de sí mismo.
Ahora ya podemos relajarnos… Dime, ¿aquel cine de terror de los años 60 y principios de los 70 sorteó la censura franquista o son imaginaciones mías? ¿Pensaban los censores que nadie vería esas películas?
Sorteaban la censura, allá donde a la censura le daba la gana. Porque permitían la violencia física, visual, y de alguna manera cierto erotismo. Pero donde hizo mella la censura en estas películas fue en lo conceptual; el hombre lobo debía ser polaco y no asturiano, y los zombies templarios, como mucho de Portugal. Porque “esas cosas, no pasaban en España”.
Con Wax, tu primer largometraje, ¿qué te haría más feliz? ¿Que la crítica te machacara, como al tío Jess, o que te catapultara como el nuevo Bayona/Amenábar/Fresnadillo?
Parecerá falsa modestia, pero no aspiro a grandes pasiones con esto del cine. Prefiero hacer bien mi trabajo y que al espectador le diviertan las propuestas. Eso sí, estamos expuestos a que se nos valore y critique, es lo normal. Como bien insinúas, Jesús disfrutaba con la rabia de la crítica, le hacía mucha gracia cómo se convertía en una cuestión casi personal, lo contaba con regocijo… Yo tengo mucho más respeto que él a la crítica, sin duda, pero no miedo. Y más respeto aún al público, siempre.
Pones de ejemplo a The Innocents como película de terror que te atrae especialmente. Siendo en fondo y forma casi lo opuesto al tipo de cine que retratas en Zarpazos!, ¿qué buscas en la filmografía de Naschy y compañía? ¿Es fetichismo? ¿Trastorno obsesivo compulsivo?
Zarpazos! versa no sólo sobre un tipo de cine, sino sobre muchos cines. Hay muchos tipos de cine de miedo, de horror y de terror, y de todo hubo en España. Naschy también hizo un cine fantástico muy inteligente, sólo hay que ver El caminante o El huerto del francés. Y en cuanto a lo atmosférico, ahí está La residencia, por ejemplo. En el documental constato un hecho cinematográfico, histórico, económico-social, que se me antoja insólito. Que uno tenga sus gustos personales no significa que no sepa valorar la valentía, porque… ¡Ole las pelotas de esta gente!
Quien se las da de ver sólo cine de arte y ensayo es tachado de esnob. ¿Hay esnobismo también en consagrarse a lo ‘trash’?
Claro que hay esnobismo en este cine. Tanto como hay frikis de convicción y frikis de marca. En el fondo a mí me parece poco inteligente centrarse sólo en algo determinado, pero allá cada cual. Al final se trata de tribus urbanas. Pero, eso sí, puedo decir que en general el fandom del fantástico, es leal, casi religioso, y bastante honesto.
En muchas de las producciones de las que hablas en el documental recalaron auténticos estrellones gringos y europeos. Quizá estrellas que se apagaban, o que ya se habían apagado, pero estrellas al fin y al cabo. ¿Cómo se tomaban ellos, que en otros tiempos tocaron la gloria con los dedos, tener que rodar en el culo del mundo?
Bueno, algunos no lo pasaron aquí tan mal, ni en el terror ni en el western o el peplum, por ejemplo. Unos huían de McCarthy, algunos del olvido y otros buscaban unas vacaciones pagadas. Y aquí encontraron sol, y unas condiciones de vida para ellos muy buenas, superiores a las del español medio. Karloff rodó en Torremolinos su penúltima película, y lo pasó francamente bien…
Ya hemos mencionado a Jess Franco. Una vez nos dijo: “puede que sea un mal director, pero no soy gilipollas”. Genio y figura. ¿Jess realmente se tenía a sí mismo por un negado o sólo explotaba el personaje?
Jesús era Jesús. Y lo era todo el rato. No se sabía si era persona o personaje. La cuestión es que se encontraba feliz con los amores y los odios que provocaba. Siempre decía que odiaba sus películas, pero yo a veces pensaba cuando le escuchaba que aquello sólo era una pose.
Has sacado de la tumba a Paul Naschy para Wax. A él le habría encantado. ¿Había amargura en Naschy? ¿No ser profeta en su tierra le dolía?
Paul conocía mi filia con los museos de cera, e iba a estar sí o sí en Wax. Para mí era fundamental. Esto ha sido una solución. Y claro que tenía amargura. Ver que tenía cola para firmar en las convenciones de Fangoria y que aquí no se le valorase lo suficiente. Lo que pasa es que lo llevó al extremo. Cierto es que se le ninguneó durante años, pero en los últimos tiempos fue, y es, muy reivindicado, y él seguía con el dolor. No te quejes, le decía yo, otros directores con palmarés de Serie A no tienen club de fans.
¿Por qué un tipo como Chicho Ibáñez Serrador, que va y se marca ¿Quién puede matar a un niño? y La residencia, o todas aquellas Historias para no dormir, renunció al cine? ¿Desperdiciamos el cerebro más brillante de nuestra escena en concursos y chorradas?
Concursos que han sido el hallazgo más rentable de la televisión de todos los tiempos, no hay que olvidarlo. Pues eso, que siempre fue muy inteligente, y pensó más en su patrimonio material que en el intelectual. En el terror, dos películas y una serie le han encumbrado a lo más alto en el género, porque tiene un talento tremendo. Aquellos niños que veíamos ocultos entre las rendijas de las puertas la programación de Mis terrores favoritos y que ahora nos dedicamos a esto, le debemos mucho. Todo.
Se denostó (y se denosta) la serie B española pero, ¿acaso un Roger Corman, un William Castle, están tan reivindicados como debieran?
Pues ahí ahí. Un poco más, porque en América hay más habitantes, ergo más fans y defensores. Eso sí, no sólo reivindicado, creo que todos reconocen que Corman es el más listo del mundo. No veas lo que es hacer tratos con él…
En cualquier caso, ¿hay algo peor que recibir, a toro pasado, el beneplácito de la ‘intelectualidad’ (con una buena dosis de condescendencia y partenalismo)? Como el que premia al niño tonto de la clase…
El problema es si eso es honesto o no. Si se siente de verdad. O si por lo contrario es lo que toca, lo moderno, lo políticamente correcto… La cuestión es que se rinden a la evidencia. Dudo que no se hayan divertido alguna vez con este cine…
Edgar Neville no era un director de serie B, no al menos en cuanto a la repercusión que tenían sus películas dentro del ‘reino’, aunque sus presupuestos tampoco fueran muy boyantes. Sin embargo, dejó maravillas como La torre de los siete jorobados. Neville, Nieves Conde y tantos otros han sufrido otro tipo de ostracismo: el del director ‘franquista’, el colaboracionista. ¿En este país no tenemos arreglo?
No lo tenemos. Porque es impresionante pensar en la solidez de alguien como Neville, o Luis Lucía. Pero, no nos vayamos tan lejos. ¿Y Mariano Ozores? Me parece un director de Goya de Honor, con un manejo de la narrativa impresionante. ¿Las historias? ¿Los argumentos? Cierto, eran lo que eran, pero es lo que el espectador pedía, y el público es soberano. Sorprendería conocer la filiación y el pensamiento real de algunos de aquellos directores, pero tenían que trabajar…
¿Habría que preguntarle a la ‘progresía’ por qué Nieves Conde era un traidor pero no Berlanga o Fernán Gómez?
Había otro tipo de intereses. En el fondo había menos ideología y más sectarismo del que parecía. Me refiero a sectarismo profesional, que también lo hubo, poderes aparte.
Hemos visto de todo: vampiros contra zombies, aliens contra predators, orgullo, prejuicio y zombies (otra vez), zombies lentos, zombies rápidos, fantasmas de toda clase y condición… ¿La reinvención es posible? ¿Qué echas de menos en el terror actual? ¿Qué es lo que nunca se ha hecho?
En el cine se ha hecho todo. Y se está reinventando todo constantemente. Tenemos tradición y riqueza argumental. ¿Por qué no seguir contándolo? El espectador sigue pidiendo que el vaquero dispare al malo y al final bese a la chica. El monstruo será siempre el monstruo. Y el espectador sigue demandando verlo, ya sea por miedo, por amor, por compasión, o para reírse de él, que así somos los humanos.
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