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Toni Castarnado: “No se puede ni se debe dividir entre rock facturado por mujeres y por hombres”
Músico-adicto antes que musicólogo, Toni Castarnado, firma habitual de algunas de las publicaciones ‘rock’ con más solera de la piel de toro, tiene una debilidad: las mujeres. Pero no sean malpensados. En principio hablamos de todas esas féminas que han tratado (y siguen tratando) de abrirse paso en ese “man’s world”, que cantaba James Brown. Al binomio mujer/música le ha dedicado Toni sus dos últimos libros: Mujer y música (66rpm, 2011) y el muy reciente Mujeres y música (66rpm, 2013), ambos de imprescindible lectura para comprender la aportación del cromosoma XX a la música popular.
Tu último libro se titula ‘Mujeres y música’. El anterior fue ‘Mujer y música’. ¿Dónde está el matiz ‘diferencial’?
El primero estaba centrado en la figura de mujeres solistas, este segundo es con grupos de chicas al completo, bien con una mujer al frente o con un papel preponderante dentro de una formación.
¿Hay rock genuinamente femenino o hasta ahora ha sido más bien una mimetización de lo que ya habían hecho los varones?
No se puede ni se debe dividir entre rock facturado por mujeres y por hombres, aunque este libro pueda parecer que indique lo contrario. Sí que ha habido mujeres con un registro singular, con un discurso muy concreto. Lo que me encantaría es no haber tenido que escribir una obra de estas características, lo cual significaría que no haría falta reivindicar la vigencia de ese papel vital en la industria musical, en la sociedad.
Sea en las Runaways, sea en Wendy O. Williams, sea en L7, si echamos un vistazo a las listas de ventas parece que el consumidor habitual de rock no encajaba bien eso de los grupos de (o con) mujeres…
Siempre han quedado en un segundo plano en lo que a ese tipo de rock se refiere, en cambio hay otros campos en los que sí predominan, ya sea el jazz vocal o el pop comercial. En cambio, también ha habido movimientos interesantes y muy reivindicativos, como por ejemplo el de las `girl groups´ en los sesenta, o el fenómeno `riot grrrl´ en la década de los noventa.
Sin abandonar lo ‘anglo’, ¿para dar con las pioneras tendríamos que remontarnos a los campos de algodón?
El blues fue el inicio de todo, Ethel Waters es un caso primordial, pues propició que cantantes de blues dieran un primer paso: Bessie Smith o Memphis Minnie, y que seguidamente, las cantantes de jazz marcaran una época, como Billie Holiday o más tarde Aretha Franklin en el terreno del soul. Sin Ethel Waters y el resto de pioneras, quizás no existirían las demás.
¿La música popular del siglo XXI será de la mujer?
No lo creo, pero sí espero que esté mejor posicionada, que sea reconocida como merece. Sería una alegría ver que eso sucede.
A los adictos a la música les encantan las listas, y al mismo tiempo son su peor calvario. ¿Trataste de ser objetivo? ¿Es posible tal cosa?
Lo intenté, siempre digo que es la parte más divertida de hacer un libro, y que por otro lado, es la que te hace padecer más, pues siempre tienes la sensación que hay cosas que te dejas fuera. Si bien, intentas ser justo y equitativo. Hay esa parcela que sabes que está cubierta con los discos que conoce todo el mundo, esa serie de discos y artistas ocultos que merecen ser descubiertos, y algún paladín y descubrimiento personal. Al final eso es lo que más me agrada, descubrirle a la gente música que no conoce, que el libro lo puedan leer con su colección de discos al lado o con Spotify.
Dime discos que hayas dejado fuera en pos del rigor y contradiciendo gustos personales…
No he tenido límites, o al menos eso he intentado; pero quizás sí que hubo algo más en el primer volumen, donde algún genero que no tuvo cabida, como el flamenco o cosas más comerciales como Beyoncé y Spice Girls, que sí salen en el segundo.
De Billie Holiday a Nina Simone, de la Piaf a Janis, ¿pagaron su éxito, su independencia, con la soledad?
En cierta manera sí, eran personalidades muy fuertes, con historias personales cautivadoras, eran seres especiales, con un aura diferente, y en parte pagaron tanta intensidad, tantos relatos dignos de una novela de intriga, con su soledad, con algo de desdicha.
¿Se ha explotado más el aspecto sexual de ellas en el pop/rock que el de ellos? Podemos decir que Beyoncé saca buenos réditos de su palmito y sus bailes, pero no menos que Elvis de su pelvis…
Muy cierto. Así es. Por eso hay tantas chicas dentro del circuito del pop comercial, es más factible vender esa imagen, ese producto. En esos casos, prima antes lo que ves que lo oyes.
No podemos obviar el valor de las féminas como musas o como testigos de excepción de la obra de la inmensa mayoría de los tótems del rock and roll. ¿Se entiende la obra de Johnny Cash, Lennon, Tom Waits sin las June Carter, Yoko Ono, Kathleen Brennan?
Eran mujeres muy importantes para ellos, June Carter le dio equilibrio a Cash, Kathleen Brennan le cambió a Waits incluso la manera de escribir sus canciones, la forma de llevar su carrera. Y Yoko es ese personaje controvertido que a unos fascina y a otros irrita.
¿Y tú eras más de Yoko o de Linda?
Ninguna de las dos me ha llamado nunca demasiado la atención, aunque está claro que ha sido más influyente Yoko Ono. Es obvio.
Dos de los tipos que más han hecho por ‘normalizar’ la figura de la mujer en la música, Phil Spector y Kim Fowley, son al mismo tiempo dos grandes villanos. ¿Cuesta disociar su genialidad de su psicopatía?
Son genios con ese punto de locura, eran manipuladores. Sin embargo, es cierto que crearon escenas muy potentes, dieron vida a fenómenos que siguen vigentes, supieron exprimir el limón, aunque a veces se les fue en exceso la mano. Demasiado control, mucha exigencia.
Desde el punto de vista compositivo, ¿se les hace justicia a las mujeres? ¿Están tan valoradas, digamos, Carole King o Joni Mitchell como cualquier compositor masculino?
En lo que se refiere a Carole King y Joni Mitchell yo creo que sí, en otros casos es más discutible. Laura Nyro fue una de las primeras en componer, y al principio se le discutió ese derecho. Luego demostró que era compositora al nivel de cualquier hombre.
Para terminar, ahora que no nos lee nadie, ¿cuál de todas ‘ellas’ ha sido tu gran amor platónico?
Tori Amos, esa es mi musa. Ella propició con su disco “Little Earthquakes” que descubriera un universo nuevo para mí.
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