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Kemê: “La inspiración no tiene modales”
Scott Fitzgerald solía escribir frases independientes que, posteriormente, insertaba en sus novelas. Frases que bien valen ser forjadas en piedra, o en un ámbito más terrenal, lápidas. Simplificándolo en el caso de la protagonista de esta entrevista, un binomio de palabras puede sugestionar, atraer la atención de quien sepa vislumbrar entre el ruido blanco y el arte, término tan devaluado desde mediados del siglo XX. Kemê Desamparada es un nombre casi steampunk, al menos así lo percibe el abajo firmante. Cohabita en él un romanticismo inherente a tiempos pasados bajo la presión coetánea que tan bien describieron Bowie y Queen en ‘Under Pressure’. Pero el nombre no lo es todo. Kemê ha logrado extrapolar ese enigma y a la vez deseo de ser piel roja, a su obra fotográfica, que es, al fin y al cabo, por lo que se la entrevista. ¿Explicar su obra? Servidor se siente incapacitado para elaborar juicios pseudo objetivos; preferible que la Desamparada dispare sus balas y arroje algo de fuego. Recientemente editó el libro fotográfico Hay lugares en mí en los que nunca dejé que me visitaras.
¿De dónde nace la idea de plasmar tu obra fotográfica en un libro?
No sé exactamente cómo nace la necesidad de hacer algo… a veces crees no saber hacia donde te diriges hasta que empiezas a ver carteles pasar una y otra vez junto a tu ventanilla. Pero en el fondo, ya lo sospechabas.
Ahora que estamos en tiempos de Internet. ¿Cómo fue el proceso en sí mismo del libro? ¿por qué ese formato?
El proyecto se ha gestado durante tres años, utilizando la milenaria técnica del ensayo-error y grandes dosis de, como diría mi padre, “cabezonería”. Conforme más me comprometía con el proyecto, más era consciente de que solo podía avanzar paralelo a una evolución propia. Siempre supe que sería un libro, era un terreno nuevo para mí y había mucho por aprender. Cuando piensas en el libro como formato final éste adquiere cierta identidad propia. Ya no es procurar lo mejor para las imágenes o tu idea, se trata de lo mejor para el libro; construir una narrativa en donde cada imagen, margen, orden, repetición, espacio, paginado, olor, tacto del papel, etc., tengan una función sensorial. La más mínima alteración puede condicionar y modificar el conjunto. Todo está supeditado por el resto, especialmente lo ausente. Esto que en teoría me parecía bastante obvio, en la práctica era como componer un disco orquestal o dedicarme a transmutar metales. Afortunadamente, me he encontrado con alquimistas de verdad y oídos finos que también deseaban lo mejor al proyecto.
¿Por qué ese título? Puede ser muy bueno o muy naif…dependiendo el estado de ánimo del que lo adquiera.
Me han preguntado varias veces sobre el título, con opiniones varias, eso y que por qué no había textos. Necesitaba ser honesta, era un riesgo que prefería correr. Como en todo hay casos, pero para entendernos generalizo: a ciertos libros añadirles una descripción exacta, un concepto totalmente acotado de que es lo que yo veo (como lo veo) o más exactamente, que es lo que yo quiero que tú veas (entiendas). Es casi “dictatorial” y alejado de la realidad. Nos hemos acostumbrado a los trailers, a las sinopsis y críticas antes de enfrentarnos por nuestra cuenta “al asunto”. Condicionar al lector-espectador me resultaba poco menos que menospreciarlo. Cuando confías en los demás para “no entenderlo todo” es cuando las puertas se abren de par en par y en dos direcciones. Es una conversación no zanjada, un viaje a través del encuentro. Así que yo digo “esto es un autorretrato en forma de libro”, y como único texto tiene un título que algunos dicen que es muy largo, o naif (Risas).Hay lugares en mí en los que nunca dejé que me visitaras. Sé que tu creatividad y tu capacidad son incluso superiores como para que necesites más caracteres, para que lo hagas tuyo, para que lo enriquezcas. Y te lo doy casi desnuda, como su encuadernación, con toda la humildad de mi metro sesenta y tres, deseando que hagas bailar las páginas a fuerza de pasarlas. Por supuesto que uno no puede llegar o conectar con todo el mundo, pero si puedo hacerlos apenas con un puñadito de “otros”, merece la pena el intento.
En las fotos, bajo mi perspectiva, subyace una especie de tristeza luminosa. Muestras mensajes e imágenes de soledad, pero con cierto halo de luz, blanquecino…El blanco a veces es la nada, como en ‘Moby Dick’ o en ‘THX’, o puede ser la reinvención. ¿Qué es para ti?
Creo que la soledad es intrínseca a estas imágenes por su concepción misma, como explorador de esos lugares donde ni yo misma quería visitarme. Tu presencia a mi lado los libera de toda carga negativa que la soledad pueda acarrear. El blanco, como la imagen misma, es una pantalla sobre la que se proyecta. Ha habido mucha persecución ballenera en este libro, pero lo que había que averiguar es por qué estaban ahí, de que se habían alimentado, de donde provenían. La reinvención debería de ser una constante en nuestro movimiento, a mi parecer es una de las posibilidades más maravillosas de la fotografía, re-inventar, re-visitar, re-interpretar y sobretodo re-conocerse.
¿Cómo surge la idea de una foto? ¿Es un proceso intelectual, de búsqueda de un determinado enfoque, o algo más instintivo?
Todo se pone en marcha de un modo bastante automático, pero creo que debemos responsabilizarnos de nutrir ese instinto que llevamos dentro, entrenarnos para darle un mejor uso, intentando utilizarlo desde la consciencia, profundizando en su relación con nuestra obra.
¿Existen dos Kemê? La que tiene nombre y apellidos, no sé si corrientes o diferentes, en el DNI, y la que es artista.
¿Dos? Creo que hay suficientes para fundar un pequeño estado independiente (Risas). Antes creía en la existencia de un yo independiente e intentaba llegar hasta él a través de su disección y separación de los alter o “yoes”. Conforme más estudiaba la identidad desde una perspectiva humanista, especialmente teorías basadas en las imágenes arquetípicas de Jung, más sentía el yo como algo “colectivo”, una amalgama de diferencias y conexiones entre “yoes”. Trabajando en aceptar y entender eso. Curiosamente esas “Kemês” me permiten ser más sencillamente Kemê.
¿Hay mucha endogamia y dificultad en forjarse una carrera de fotógrafa en Madrid?
Siempre he tenido la sensación de que eso es algo genérico en este país. Que se vuelva más palpable en lugares como Madrid es una cuestión de proporción, “hay más de todo” por su condición de capital. Esta endogamia se promueve a veces hasta sin querer, somos muy propensos a desterrar lo que no encaja en nuestra visión, pero es peor la facilidad para mantener una actitud más contemplativa o pasiva, y no solo en fotografía o en el arte. Quejarse no soluciona nada. A nivel individual creo que la clave es el trabajo duro, la persistencia y la paciencia. Por descontado no entrar en el juego sin ofrecer alternativas. En ese sentido soy optimista, existe un movimiento creciente de “combatientes”. Están bullendo maravillosas propuestas pedagógicas, expositivas, actividades horizontales, posibilidades de cooperación e intercambio.
¿Cómo aprendiste el oficio? ¿A base de horas para que la inspiración nos pille trabajando?
La inspiración no tiene modales, así que como tú dices lo mejor es echarle horas de trabajo. Se suele hablar de la constancia a la hora de aprender. Yo no me considero constante, pero soy enfermizamente testaruda. Comencé de manera autodidacta y creo que de algún modo aún me siento así. Quizá sea la emoción de la investigación y que realmente creo que nunca dejaré de aprender cosas. Con el paso del tiempo fui adquiriendo educación y práctica “formal”, ya fuera costeándolo como podía o gracias a becas. Creo tal y como me inculcaron en el trabajo, cuando amas realmente lo que haces es una fuente de satisfacción.
“Comercialmente realizo fotografía de moda, retrato, editorial, musical y hasta bodas creativas”. Eso pone en tu biografía…Por cierto, ¿qué es una boda creativa?
(Risas) Lo de boda creativa sí que es pseudonaíf (Risas) Supongo que era una manera más o menos acertada de filtrar trabajos. Junto con mi socio M. K. decidimos separar un poquito nuestra labor personal de los encargos a través de Siete Balas, que podía servir de plataforma para dar a conocer algunos encargos externos y también como lugar propio. No tener decenas de páginas y galerías alojadas en distintas webs. No subimos excesivos trabajos, nuestro trato con los clientes es bastante personal y a menudo no vemos motivo para compartir los encargos. Lo más importante para nosotros es el reto de conseguir que tanto nosotros como el cliente quedemos contentos y eso implica el acercar posiciones en busca de una conexión entre ambos, que nos permite esforzarnos y disfrutar de lo que hacemos. Si creemos que el tipo de propuesta no es para nosotros, que no vamos a ser capaces de sintonizar para hacerlo lo mejor posible, recomendamos a otros profesionales. Hay que asumir las limitaciones de cada uno, quizá yo no sea la más indicada para un reportaje de confirmación en los legionarios de cristo.
En estos momentos, todo el mundo se hace pasar por fotógrafo. ¿Qué dirías que diferencia a un fotógrafo de verdad de los millones de fotógrafos que se etiquetan así?
Me han dicho que escribir de uno en tercera persona y hacerse una foto en un espejo donde se pueda apreciar un equipo caro ayuda. Ya en serio, me da la sensación de que unos fotógrafos ponen mucho esfuerzo y dedicación en decirle al mundo que lo son disparando cientos de fotografías por el camino, y otros, son Pepito, Ana o Marcos y hacen fotografías. Dentro del mismo término unos se pelean porque son fotógrafos artísticos, o profesionales, o artistas gráficos, o vaya usted a saber. El tiempo no sabe leer y menos etiquetas, puedes ser consecuente con tu experiencia vital. Lo que te acabará sosteniendo será tu propia obra.
Ha llegado un punto en que, honestamente, creo que todo dios está más pendiente de fotografiar su vida que de vivirla. Entiendo que un fotógrafo tenga una sensibilidad diferente y se fije en los detalles, pero parecemos rodeados del gran hermano de Orwell. La gente ha suprimido totalmente su anonimato en pos de las fotos, vía móvil generalmente.
Creo que tenemos la oportunidad de servirnos de una tecnología y oportunidad únicas, El problema siempre es: ¿qué uso damos de ella? No discuto sus posibilidades artísticas, políticas, sociales, etc. son un hecho. Me preocupa si queremos ser responsables. Vivimos rodeados y engordando un exceso de información, lo cual no nos permite procesarla adecuadamente, filtrarla o contrastarla, en algunos casos nos puede volver más fácilmente manipulables. Los límites de la privacidad y nuestros protocolos sociales se desdibujan, es un asunto serio sobre el que deberíamos pararnos a pensar. A algunos simplemente les da igual, solo comparten en las reces sociales con su familia y amigos, pero hasta donde yo sé ninguna red social es una organización altruista. Eso sí, la posibilidad de refinar cierta imagen pública o identidad “a catálogo” a través del monitor, el opiáceo sentido de integración y pertenencia al grupo, la sociedad virtual, es mucho más sencilla que la de piel y huesos. He leído demasiada ciencia ficción, no puedo evitar sentir cierta desazón cuando solo con encender una pantalla puedo ver que aquel compañero de un taller está tomado determinada medicación, anoche se emborrachó, ha comprado una camisa o está en la plaza equis ahora mismo, con su novia comiendo una pizza cuatro quesos con una botella de equis vino. Cuando un amigo está demasiado cansado para charlar pero puede quedarse hasta las tres si es on-line. Las tres chicas con aburrimiento mórbido al fondo del pub que de pronto posan juntas ante su “smartphone”, sonríen y lo titulan: “fiestón”. El concierto en el que no me puedo acercar al escenario porque hay un muro de brazos alzados que lo graban en vídeo.
En ‘Carretera Perdida’ de David Lynch, el personaje responde a una pregunta sobre por qué no tiene fotos. Debo reconocer me siento identificado con su respuesta: prefiere recordar las cosas a su manera, no como necesariamente fueron. ¿Qué te parece esa sentencia?
Maravillosa. Para mí, aunque una fotografía se parezca lo suficientemente a otra cosa como para recordárnoslo, está muy lejos de ser la verdad. No es más fiable que nuestra memoria misma.
Me ha gustado bastante un texto que publicas en tu blog sobre el error del ensayo artístico, el canon…Por otra parte, si existe un anarquía en el concepto de qué es arte, cualquier cosa vale. Es un tema ambiguo. ¿Podrías intentar explicar qué es arte y qué no?
Tremenda pregunta. Me temo que no estoy en posición de emitir juicios. Trato de dejar que mis impresiones germinen y maduren por sí mismas. Quizá llegue un día en que florezca alguna suerte de iluminación. De momento, aunque sea una pregunta que me de dolores de cabeza, intento formularla sin prisa y desde la mayor humildad. A veces atisbo a olerlo como búsqueda, de esas llenas de preguntas que te llevan a otras. Transformador, mostrando a la vez realidades tan profundas que no son más que la ausencia de toda realidad y, sin embargo, lo siento más en la espina dorsal de nuestra humanidad que en sus cambiantes fetiches, como una programación interna.
¿Por qué llamasteis a vuestro estudio Siete Balas? A veces sólo falta una para decir adiós, ¿o hay siete nombres en tu lista negra?
El siete camina conmigo desde hace mucho, las balas no eran todas mías, pero como cantaba Roberto Romano “Las siete balas que traigo pa’ mí que fueron de suerte”. La verdad que no tengo ninguna lista negra. Odio decir adiós, ya es bastante con el silencio y el irse.
Pregunta final absurda. ¿Qué característica dirías que tenemos los nacidos el cinco de mayo del 83? Suelto una pista: ni tú ni yo nos apellidamos Desamparada ni Reyo en el DNI.
No, y la verdad es que cada vez uso menos ningún apellido, pero en sitios irreales como Facebook es más difícil de conseguir. Cualquier día de estos nos pedirán un certificado de empadronamiento y una muestra de ADN. Creo que aprendimos a viajar sin salir de casa, con nuestros oídos vimos los caminos que no venían en los mapas.
_visita a Kemê en keme.es
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