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Erika Lust: “Las mujeres quieren romance y también sexo duro”
Erika Lust vive consagrada a una meta: romper con cuantos tabúes y clichés inundan la imaginería y la industria del cine porno. Los días de 24 horas se antojan cortos para esta nativa de Estocolmo, afincada en Barcelona desde hace unos años, a juzgar por la cantidad de proyectos en los que se embarca. Ha rodado dos películas para adultos, “Cinco historias para ellas” y la más reciente “Barcelona Sex Project”; su libro “Porno para mujeres” se ha vendido más que bien, y nos faltan dedos en las manos para contar los sitios de internet en los que anda implicada de una forma u otra. Pero ya descansaremos todos cuando la parca venga a visitarnos. Por ahora, Erika no para ni tiene intención de hacerlo en un futuro próximo…
¿Cómo llega una sueca a construirse un pequeño emporio del porno en Barcelona?
Poco a poco y con mucha paciencia. Llevo cinco años trabajando sin parar. Construir una empresa es un sacrificio muy grande, y más aún en los tiempos que corren. A mí me pasó como a la mayoría de las mujeres: cuando ví porno por primera vez, no fue amor a primera vista, ni mucho menos. Evidentemente había algo en las imágenes que me excitaba, pero también muchas cosas que me molestaban. No me sentía identificada en esas películas: ni mi estilo de vida, ni mis valores, ni mi sexualidad aparecían por ninguna parte. No estaba retratado el placer femenino, y la mujer sólo aparecía para complacer a los hombres. Las situaciones sexuales que me planteaban me parecían ridículas, todas basadas en fantasías masculinas machistas: la chica entra a la habitación y descubre a su chico con su mejor amiga, y en vez de enfadarse, ¡decide que lo mejor es unirse a la fiesta! Yo trabajaba en cine y publicidad, y visto ese panorama decidí que el porno que existía era porno de hombres para hombres, y que la solución era hacer yo misma el producto que a mí y a mis amigas nos gustaría ver. Y el libro surge de la misma voluntad, la de divulgar la idea de que un porno diferente, más humano, femenino e íntimo es posible.
Dice usted que su libro, ‘Porno para mujeres’, va dirigido a “todas aquellas mujeres a las que les gusta el porno, pero aún no lo saben”. ¿Cómo puede saber una mujer si es de ésas a las que les gusta la pornografía?
Si ya ve porno y disfruta, quizás no necesita el libro. Si siempre que ha visto porno ha sentido asco o repulsión, debe saber que hay que entenderlo y saber buscar el que te sirve. Hay tanto porno como amantes. Alguno encaja contigo.
¿Qué conclusión se extrae de una sociedad, al menos en lo que a la parte masculina toca, que disfruta de películas porno en las que el rol de la mujer se limita a la sumisión y el total acatamiento de los deseos del hombre?
Hay más machismo en esta sociedad del que queremos reconocer. Y los adolescentes aprenden su comportamiento sexual viendo ese porno. ¡Cuidadín!
¿Le merecen alguna opinión tipos como Max Hardcore o Rocco Sifredi, célebres, entre otras cosas, por ejercer cierta violencia sobre las actrices con las que trabajan?
No me gusta su trabajo, y punto; pero respeto lo que hacen y pido que también respeten el mío. Piensa que los tipos como ellos recibieron muy mal mi propuesta. Cuando decidí empezar a hacer cine erótico y explícito especial para mujeres, los hombres de la industria me acusaron de ser antigua y retrógrada. Me dijeron que hacer películas para mujeres era discriminatorio, y que las películas que ellos hacen ya están pensadas para todo el mundo.
Y usted, ¿se ha planteado participar como actriz en alguna de sus películas?
No, no es mi terreno.
Eso de que las mujeres quieren romance y no sexo, o cine erótico en vez de hardcore, ¿es un mito?
Es un mito, queremos ver sexo como el que más, pero narrado y rodado de otra forma. Las mujeres quieren romance y también sexo duro, hombres cariñosos y machos que las tomen con fuerza; quieren ver genitales y quieren no verlos, quieren ver modelos muy guapos y bien musculados y quieren ver chicos que parezcan normales; quieren violines y amor verdadero y quieren ver polvos rápidos con un extraño. Tenemos tanta diversidad de gustos como pueden tener los hombres. Es difícil generalizar acerca de los gustos de la mitad de la población mundial. Las mujeres no podemos ser una sola y monolítica categoría de personas. Dicho esto, parece que yo esté dando la razón a los hombres (y a unas cuantas mujeres) que dicen que no hace falta un cine adulto especial para nosotras, pero no es así.Lo que hace falta es cine adulto hecho por nosotras para nosotras, para la gran diversidad que somos nosotras. Imagínate si sólo hubiera una revista femenina, que pretenda gustar a todas las mujeres. ¡Imposible!
¿Debe una mujer (o un hombre) preocuparse si su pareja es un/a buen/a aficionado/a a la pornografía?
Pienso que no, mientras no interfiera en su vida sexual o interfiera positivamente. Es una ayuda como cualquier otra para obtener placer.
¿Tiene sentido otorgarle un valor artístico o darle profundidad a productos cuyo fin es eminentemente onanista?
El porno forma parte de nuestra cultura, nos guste o no. Hay películas convencionales que, aunque no muestran sexo, son bodrios, y películas adultas que tienen valores artísticos. Eso no depende de la cantidad de sexo que una obra muestre.
En cualquier caso, parece que el porno que se hace hoy en día no tiene nada que ver con lo que se hacía décadas atrás. ¿Será tal vez que las productoras se han dado cuenta de que, en realidad, sólo necesitan una cámara, un pene y una vagina?
Sí, pero ese modelo del “gonzo” también está muriendo, porque internet ofrece clips gratuitos. O sea que ya veremos cómo evoluciona la cosa…
Se puede decir que la pornografía nació como divertimento de las clases más pudientes, pero al mismo tiempo siempre han sido esas clases pudientes, los grupos de presión de derechas, de la mano de la Iglesia, los que más zancadillas han puesto a la industria… ¿Eso es hipocresía o miedo a que sus pecados queden al descubierto?
Es hipocresía. Esos hombres de clase alta querían proteger del sexo a los débiles, y esos eran los niños y… ¡oh, sorpresa!… las mujeres. Esos hombres querían mantenernos limpias y puras hasta el matrimonio o hasta el infinito. ¡Y eso se les acabó! ¡Con o sin porno ya no somos tan idiotas e inocentes!
Otro mito: no hay sitio más liberal en cuestiones de sexo que su país natal, Suecia…
Es un mito. Allí hay gente muy liberal y gente muy puritana, como aquí.
Por cierto, ¿qué opinan sus padres de esta profesión suya?
Admiran que haya construido una empresa original y rentable. Eso sólo lo puedes hacer si tienes talento y eres innovador.
Siguiendo con las opiniones ajenas, ¿qué piensan los colectivos feministas de una mujer que dirige cine porno? ¿lo sabe?
El movimiento feminista ha sido tradicionalmente anti-pornografía, por considerar que el prono es una clara y evidente práctica que explota y agrede a las mujeres. Grandes gurús del feminismo como Dwarkin o MacKinon han atacado fuertemente la pornografía, con argumentos muy contundentes como el lema “el porno es la teoría, y la violación es la práctica.” Esa postura paulatinamente fue cambiando y hoy hay corrientes muy amplias y modernas del feminismo que no ven el porno como un enemigo. Son las llamadas “anti-censura” que evolucionaron hacia las “pro-sex”. Yo me considero una de ellas. Consideramos que la mujer es libre de usar su cuerpo a su antojo, y promovemos decididamente la libertad sexual. Wendy McElroy lo resume en esta frase: “La pornografía beneficia a las mujeres, tanto personal como políticamente”. Yo creo que si las mujeres participamos en el discurso de la pornografía tenemos delante de nosotras una excelente oportunidad de explicar a los hombres nuestra sexualidad de manera muy explícita y gráfica. ¿Qué mejor ocasión se nos va a presentar para ayudarles a entender algo que todas sabemos que a muchos les cuesta comprender?
Empresaria, directora, escritora… ¿qué más le queda por ofrecer a Erika Lust?
No me queda tiempo para mucho más. Seguir haciendo películas y libros que nos ayuden en esta permanente revolución sexual femenina.
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