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Enrique Rubio, la mano negra

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Domar el monstruo de la vanidad para cardar la lana y que otros recojan la fama: No es fácil. Pero tipos como Enrique Rubio lo consiguen y hacen de ello un aceptable modus vivendi. Escribe los libros que a ti te gusta leer, pero no los firma. Los vende al mejor postor. No es nada personal, son sólo negocios. Dice que la verdadera inspiración se la guarda para esas novelas que sí firma, Tania con i (Áncora y Delfín, 2011), Tengo una pistola (Booket Logista, 2009). Dice que, de todas formas, nunca firmaría los libros que escribe para otros. Y hay que creerle.

Por momentos, la charla con él se envuelve en olor a gasolina y sótano. Las solapas de la gabardina levantadas, confidencias muy sucias en un rincón del garaje donde no llega el resplandor del neón. Garganta Profunda versus Robert Redford y Dustin Hoffman. Todos los hombres del presidente. Rubio, a diferencia del chivato del Watergate, sí tiene algo que perder: sus clientes. No habrá nombres. No habrá títulos. Sí habrá bastante de lo que ya intuíamos: puede que algo huela a podrido en Dinamarca, pero en el mundillo literario algo huele a muerto. 

Háblame de “la primera vez”.

La primera vez fue una autobiografía, algo light, un trabajo que no precisa de tu creatividad tanto como la ficción, de ahí que la impresión no fuera muy fuerte. Mi trayectoria ha sido poco a poco, como la desensibilización sistemática para las fobias, hasta que un día me encontré con el fango hasta el cuello y me di cuenta de que estaba produciendo la carrera de algunos escritores con más fotogenia, desvergüenza y labia que yo. (Risas)

¿Cómo se te acerca alguien y te dice: “escribe un libro que no vas a firmar”?

La cosa empezó a través de un colega que se dedicaba a la negrura a tiempo completo. Le llegó un encargo, en ese momento no daba abasto y me lo pasó. Algunos encargos siguen llegándome a través de él, pero otros también contactan directamente conmigo a través de mi web. Parece que hago bien mi trabajo y se corre la voz enseguida. Las formas son bastante directas, sin eufemismos ni circunloquios.

Ya veo, ya. No ofende la sola propuesta.

A todo se acostumbra uno, incluso a sacar cadáveres de las duchas en los campos de concentración. Si algún día siento cualquier indicio de debilidad, recuerdo la cifra que me han pagado, o me van a pagar, o consulto la cuenta bancaria. De todas formas, casi siempre escribo cosas que no me interesan y que nunca publicaría con mi nombre, así que no siento que esté vendiendo mi alma. De vez en cuando se me escapa una frase que querría haber guardado para mí, pero tampoco sucede muy a menudo. Lo que sí puede ser más delicado desde el punto de vista moral es escribir una novela desde cero para un escritor consagrado, pero por el fraude que comete el escritor, no por mi trabajo. Yo acepto hacerlo por dinero, y punto. No le estoy vendiendo mi arte sino mi destreza, mi habilidad, mi técnica. Lo que me interesa y lo que sale de mis entrañas, como te digo, lo guardo para mí.

Tu novela Tania con i trata sobre un negro literario que recibe el encargo de escribir las memorias de un personaje con un pasado muy turbio, un trabajo que conlleva no pocos peligros, sobresaltos y descubrimientos espeluznantes. ¿Es autobiográfica? 

Me hace bastante gracia la pregunta. Es curioso… cuando escribí Tania con i todavía no habría hecho ningún trabajo de negro. Fue una especie de profecía autocumplida, o una autobiografía del futuro. Primero lo escribí y después lo viví, cuando casi siempre es al revés. 

Nunca has vendido un libro que a lo mejor hubieras querido firmar tú.

Jamás le hubiera dado ninguna de mis novelas a nadie y tampoco he sentido eso que dices. Jamás. De todos los libros que he leído y todas las películas que he visto – que son miles-, sólo me ha pasado un par de veces lo de sentir “por qué no se me habrá ocurrido a mí”. Así que es prácticamente imposible que me pase con los libros de encargo lo de morderme la lengua porque no salga mi nombre. Incluso hay algunos libros que detesto tanto que siento que el cliente me hace un favor poniendo su nombre. Le pagaría si hiciera falta para que mi nombre no apareciera por ningún lado. Se trata de productos formidables y vendibles 100% pero a años luz de lo que a mí me interesa y me gusta. 

Después de pecar la primera vez es más fácil seguir pecando, entiendo. 

Lo dicho. Cuando ya has hecho algo por primera vez, la segunda es mucho más fácil, y la tercera, rutina. A los sicarios, a los que hacen rastas, o a los ladrones de bancos debe de pasarles algo similar.

¿Y la fama? ¿Y la inmortalidad?

Si tengo que hacerme famoso, que sea por algo que me guste y con lo que me sienta identificado, no por un producto de entretenimiento para zombis. No entiendo dónde encuentran la satisfacción los que tiran de negro para alcanzar fama o para mantenerla. Pero, en fin, ese no es mi problema, y además, esa supuesta bajeza es mi gallina de los huevos de oro, así que espero que mis clientes duerman con la conciencia tranquila y que repitan.

Pero aquí estás, concediendo una entrevista para hablar de ello…

Porque la entrevista la estoy respondiendo yo y no he tenido que tirar de ningún negro. Además, soy un negro orgulloso de serlo, y también tengo mis novelas propias. Soy escritor, a secas, y no tengo por qué hacerle ascos a cualquier entrevista, sea por el tema que sea. Podrías preguntarle a alguno de los que firman libros que no escriben. Siento curiosidad por saber lo que piensan, la verdad. Ahí sí que hay un buen reportaje, un tema totalmente virgen e inexplorado, pero no seas muy violento, no vayas a hacerles replantearse las cosas. Nunca he hablado del tema con ninguno de ellos, me parece insolente e invasivo.

Dame el número de teléfono de un cliente y estaré encantado de entrevistarle. 

(Se ríe)

No me vas a dar nombres.

Me parece que no. Ni torturándome en Guantánamo diría algún nombre. Moriría por mis clientes.

¿Cómo es que apenas salen a la palestra –yo al menos no recuerdo ningún caso- negros reclamando sus obras? ¿Qué tipo de cláusulas se firman?

Es prácticamente imposible que se produzca un conflicto o disputa legal de ese tipo. La negrura es una profesión como cualquier otra; si cobras lo pactado, no hay razón para desvelar nada o para que surja un conflicto. Nadie va a echarse mierda en su propio plato de comida. Los negros de verdad cobran mucho y los clientes con pasta no le ofrecen el encargo a un principiante desconocido, sino a alguien cuya seriedad y discreción esté más que probada. Además, en muchas ocasiones se firma un contrato de confidencialidad.

¿Te hacen renunciar a los derechos de autor? 

No es tan literal como lo planteas. En todo, caso, soy yo quien renuncia a los derechos de autor para poder hacer el trabajo. Para eso en el contrato se utilizan eufemismos como ‘redactor’, ‘colaborador’, ‘asesor’…, nunca se menciona que yo soy el que ha hecho el libro desde cero. Si te refieres a los royalties, en algunos contratos puedes pactar el cobro de un porcentaje de los beneficios que tenga el autor en el futuro, pero no suele ser la norma, sobre todo si es la editorial quien te contrata. Normalmente cobras por el trabajo realizado y ya está.

¿Es legal hacer a alguien renunciar a un derecho? 

Pues la verdad es que no lo sé, pero no creo que ningún cliente vaya a denunciarme aduciendo que ‘¡él es el verdadero autor y no yo, ha renunciado a sus derechos!’ Hay un pacto de silencio implícito. De todas formas, de temas legales no estoy muy informado, me fío de un colega que también es negro y que me pasó los contratos estándar que se utilizan. Cuando veo que el dinero llega a mi cuenta, ¿para qué preguntar nada o plantearme dudas? No vaya a joderse el invento.

Comprendo que desde el punto de vista del escritor fantasma, esto es una cuestión ética que tiene que debatir consigo mismo, ahora bien, ¿qué hay del que al final firma la obra? Me pregunto si no roza el fraude.

Es posible que sea totalmente legal o que se utilicen artimañas legales para que puedan existir los negros y sus clientes, aunque parezca increíble, pero es un fraude en toda regla, como otros tantos fraudes legales, véase la banca o los premios editoriales. Cuando yo leo un libro de un autor, pienso que lo ha escrito él. Si resulta que me ha encantado el libro y descubro que lo ha escrito otra persona, yo querría conocer al autor real, en todo caso, y no sentiría mucha simpatía por el impostor que aparece en la portada y en la solapa.

Todos los presentadores de Telecinco, y alguna co-presentadora, tienen “su libro”. Desde tu experiencia, ¿cuántos de ellos han escrito “su libro” desde la primera a la última coma?

Ninguno.

Tajante. Aunque aquí hay dos tipos de clientes. Es poco probable que Belén Esteban sienta remordimientos, porque sabrá que todos sabemos que es incapaz de escribir un libro. En realidad no hay engaño ahí. ¿Y los demás? ¿Dormirán tranquilos? ¿Recuerdas a algún arrepentido? 

También me lo he preguntado muchas veces. Es un mundo totalmente opaco, seguramente habrá habido gente que haya confesado o que haya criticado cosas del mundo editorial corrupto, pero o no se les da voz, o a la gente no le interesa el tema. Me pregunto a menudo con bastante temor por qué no sale un Julian Assange, un Jordi Évole o una lista Falciani del mundo editorial. Espero que la gran mafia se mantenga incólume por siempre y yo pueda seguir haciendo ese trabajo. El otro gran fraude de la literatura son los premios editoriales, cuyo ganador es pactado de antemano, a veces años antes, y con un libro que en muchas ocasiones -sobre todo cuando el ganador es un personaje célebre ajeno al mundo literario- ha escrito uno o varios negros, siguiendo las directrices de marketing según las tendencias del sector.

Graves acusaciones esas. 

Yo no acuso, sólo describo la realidad, pues soy tan fan del dinero como de la verdad, es una ‘pequeña’ contradicción con la que vivo. El individuo que entra en una librería es igual de esclavo e ingenuo que Neo sumergido en Matrix sin tomar la pastilla roja.

¿Has escrito alguna novela que haya sido Premio Equis?

Todavía no, pero las novelas premiadas suelen ser productos muy estudiados, bien diseñados desde el departamento de marketing, así que ten por seguro que tiran de ‘colaborador’ sobre todo cuando los ganadores son celebridades ajenos a la literatura. El proceso con los famosillos que de repente son escritores es el siguiente: les ofrecen el premio Equis un año o dos años antes, el famosillo o la propia editorial contrata a un negro que escribe el libro y el famosillo solo tiene que acudir al acto de entrega. Con los escritores mediáticos se sigue el mismo proceso, pero algunos de ellos escriben un borrador muy precario o un burdo esquema que desarrolla luego un negro.

Pero a algunos de las entregas de estos premios acuden las más altas instituciones del estado, la Realeza, los políticos, artistas y políticos de todo el espectro ideológico… ¿Cómo puede haber unanimidad en torno a esa farsa?

Es como la farsa nacional de la noche de los Reyes Magos. Supongo que entran en juego todo tipo de intereses comerciales, mediáticos… Los poderosos hacen un círculo de fuego alrededor para que la gente no pueda ver lo que se cuece dentro, y la gente, que es ciega funcional, se traga hasta la última gota sin rechistar. Por ejemplo, hace unos años le dieron un premio literario a un capítulo de una saga detectivesca de un autor mediático en un concurso al que supuestamente concurren cientos de obras. Eso es como si le dieran la Palma de Oro de Cannes a Torrente 5. Ya ni siquiera se molestan en encargar a un ejército de negros una obra totalmente original, y no una secuela de una secuela de una secuela. Pero la gente está tan alienada que no ve nada raro en ello.

¿Me estás hablando de alguien en concreto? 

Ahí tienes San Google. Pero no es cuestión de alguien en concreto. Todos los ganadores de esos premios están igualmente corruptos y debe haber historias tan truculentas detrás de ellos que ni siquiera podría imaginarlas. 

Podrías ahorrarme el trabajo. 

Prefiero gastarme el dinero en videojuegos para mi PS4 antes que en una demanda por daños al honor.

Tengo la sensación de estar hablando con un miembro de la Camorra. 

El mundillo editorial y literario, en esencia, funciona exactamente igual que la Mafia o la Gürtel, pero con modales y buenas palabras. Hay vendettas, sobornos, mentiras, traiciones de última hora, tráfico de influencias, fraude y falsedad por doquier. Es lo que pasa cuando no hay leyes ni regulación de ningún tipo; el ámbito en cuestión se convierte en una jungla. 

Algún Premio Equis se salvará…

El 90% de los premios editoriales son un pacto entre escritor y editorial mucho antes del concurso, es como si Nadal ganara el Roland Garrros sin jugar ni un solo partido. No hay ningún concurso, es una pantomima con cientos de figurantes que no saben que lo son. Tampoco pongo la mano en el fuego por los concursos supuestamente “literarios”. Tal vez el Herralde de Anagrama sea de los más limpios, o de los menos sucios. Y el Francisco Casavella, que según la trayectoria de ganadores y por lo que yo viví, parece limpio, pero no pongo la mano en el fuego por ninguno de los dos.

Insisto en la comparación con la mafia. Todo el mundo tranquilamente sentado sobre una enorme montaña de basura. 

Es la rutina. He tenido algunas discusiones con editores y otras personas del mundillo, acompañadas de un poco de alcohol, sobre temas que a mí me parecen gravísimos y que ellos sin embargo los ven como normales, porque son como peces que no saben lo que es el agua. Al aterrizar desde otro planeta y vivir en una isla, no me han podido lavar el cerebro y desde la lejanía se puede observar el gran circo con nitidez. Yo no veo normal ni moralmente correcto que un escritor tire de negro o que pacte un fraude de 600.000 euros, lo veo escandaloso, pero es un tema que no me incumbe mientras me paguen.  Sin embargo, el trabajo de los negros no me parece inmoral. O quizá es que estoy tan podrido que ya ni siquiera me llega el olor.

Eres un eslabón de la cadena. Y no uno prescindible, precisamente. 

Me consuelo pensando que si no lo hago yo lo hará otra persona.

Es la segunda vez que me lo dices. “Ya habrá otro que lo haga”. No sé si es algo que te cuentas a ti mismo o si de verdad estás convencido… 

Mira, es una frase elocuente, pero en realidad me la suda si hay o no otra persona dispuesta a hacerlo. Soy tan pesimista con el mundo que no creo que un poquito de mierda más se note mucho. Por otra parte, tampoco aspiro a ser el gran ejemplo moral que necesita la humanidad. Nadie se libra de la genética humana. Posiblemente si se hubieran dado las circunstancias, hubiera aceptado cometer un fraude y corromperme por 200.000 o 600.000 euros e incluso hubiera aceptado poner mi nombre en la novela ya hecha que me mandara la editorial para tal o cual premio, aunque tal vez lo hubiera denunciado públicamente cuando tuviera el dinero a buen recaudo, en una cuenta en Suiza o las Islas Caimán. (Risas)

Mejor si llamamos a cada cosa por su nombre. Estaba pensando, para no demonizarte del todo, que si lo que escribes para otros no es algo que publicarías bajo tu nombre, si no es más que poner tu habilidad al servicio de otros, ¿qué diferencia hay entre un escritor fantasma y un carpintero? El carpintero no suele firmar sus muebles.

Quizá sería bastante más decente que las editoriales publicaran libros anónimos, sin seudónimos ni hostias, como esos muebles que dices. No hay por qué engañar a la gente poniendo como autor a alguien que no ha escrito nada y que supuestamente está haciendo una carrera literaria por la que es respetado, admirado y por la que le invitan a conferencias y otros actos remunerados.

Veo cierta contradicción en el hecho de que asumas, o admitas, que esto es algo que haces por pasta, y que te negaras a publicar algo con tu nombre si supieras de antemano, como lo saben tus clientes, que el libro va a vender. Eso significaría mucha más pasta. 

Pues igual que nunca he entendido qué satisfacción tiene publicar y ser reconocido por algo que no has hecho tú, tampoco sentiría ninguna satisfacción si escribo algo que no me gusta o con lo que no me siento identificado, por mucho éxito que tenga. Hay muchos escritores que son negros de sí mismos y funcionarios de las editoriales, que llevan años y años escribiendo sagas horrendas con los mismos detectives o produciendo libros de género según la moda de turno. Es imposible que a un escritor le guste escribir un libro tras otro sobre lo mismo, por mucho que el primero te hiciera ilusión. Yo, sinceramente, prefiero que no salga mi nombre si escribo algo que no me interesa lo más mínimo.

No sé si te conviene recurrir a esos términos. Alguien podría decir que tú eres una meretriz literaria. Una al uso, que trabaja para terceros. 

No lo sé. Tampoco sé qué sienten las putas, y supongo que habrá muchos tipos de putas; incluso putas que adoren su trabajo. Te confieso que mi trabajo de escritor fantasma no me desagrada en absoluto, disfruto mucho con el proceso, aunque se trate de productos que yo nunca escribiría para mí.

He leído que, en efecto, ejercer de ‘negro’ no está mal pagado. O no solía estar mal pagado. De 3.000 a 5.000 euros por un libro, como poco. Claro, depende de a qué velocidad seas capaz de escribir. De todas formas, ¿han caído las tarifas con la crisis? ¿Qué hacéis los negros respetables con los esquiroles que se ofrezcan por 500, 600 euros?

La verdad es que yo no me fiaría de alguien que sólo cobra 500 euros. En ese aspecto, nunca me he tenido que rebajar. No escribiría nunca un libro si no cobro lo que creo que debo cobrar. Tal vez el hecho de ser también escritor visible y haber publicado en grandes editoriales me haya dado cierto estatus.

¿Hay menos presión cuando escribes para otros?

Nunca he sentido presión en ninguno de los casos. Soy un mar de dudas y ansiedades en una infinidad de asuntos vitales, pero no a la hora de escribir. Es el único lugar donde me siento seguro.

¿Y qué clase de libros son los más demandados? Me has dicho que el primer encargo fue una autobiografía.

Sí. Si hay un género que es carne de negro por excelencia, ese es la autobiografía. Si hablamos de novela, la novela negra es la más demandada. Es lo que más piden los escritores y las editoriales, sobre todo después del fenómeno Millenium. Pero depende de la temporada; a veces también pegan fuerte los encargos de zombis, vampiros, templarios… y ahora hay gran demanda de novelas eróticas después del fenómeno Cincuenta sombras de Grey.

Pienso en Fulanito o Fulanita Pérez, con su saga literaria que ha sido adaptada al cine. Los lectores esperan, los espectadores esperan, los productores esperan. Y el show debe continuar, que decía Mercury.

Estoy seguro de que en fenómenos literarios como los que mencionas, no debe de haber un negro literario en la sombra sino un ejército de negros. Además, yo desconfiaría seriamente de los escritores mediáticos que publican uno o más libros por año.

Se nos olvida la autoayuda. 

Sí, también he escrito un libro de autoayuda. Por cierto, ¿te has preguntado alguna vez por qué continuamente hay libros de autoayuda entre los best sellers?

¿Porque estamos todos muy jodidos? 

También, pero la respuesta es mucho peor. Los libros de autoayuda están siempre entre los bestsellers porque nunca ayudan a nadie. Si realmente fueran efectivos cada vez habría menos demanda. Esos libros precisamente alimentan el inmovilismo y el mero entretenimiento, la mera alimentación de los esquemas sociales de siempre.

George Carlin decía algo así como: “si quieres autoayudarte, ¿por qué lees el libro que ha escrito otra persona?”. 

Los libros de autoayuda alimentan la ignorancia, la torpeza mental y las creencias socialmente compartidas e incuestionables. Hay honrosas excepciones, como Adicción al pensamiento de Pedro Jara o Sex Code de Mario Luna, pero no los insultaría llamándolos ‘de autoayuda’, son libros de sabiduría, sobre la VERDAD con mayúsculas, pese a quien pese, moleste a quien moleste y vendan lo que vendan. Te meten el dedo en el ojo, te dicen lo que no quieres oír, son políticamente incorrectos, pero si te los tomas en serio, si los lees detenidamente y en profundidad, no necesitarás leer ningún libro más de ‘autoayuda’ en tu vida.

¿Saben tus padres que te dedicas a alimentar la ignorancia y la torpeza mental?

(Se ríe) No, no lo saben, hasta que se publique esta entrevista, supongo. 

¿Qué es lo que uno tiene que saber para escribir un buen libro de autoayuda? Y por “buen libro” me refiero a un libro de autoayuda que tenga que distribuirse en tráilers de seis ejes. 

La clave de un buen libro de autoayuda (un producto que se venda, se entiende) es reforzar las creencias desadaptativas del lector y no cuestionarlas lo más mínimo. Nadie compraría un libro que le metiera el dedo en el ojo, que le dijera la verdad y que pusiera sus esquemas del revés. Además, no conviene que la gente sea feliz. El capitalismo se sustenta en la insatisfacción y en la infelicidad crónica de la población. Cuanto más crece el consumo de antidepresivos como el Prozac o el Tranquimazín, más aumenta el producto interior bruto y viceversa.

¿Quiénes irán al infierno, los escritores fantasma o los impostores?

Tal vez los negros literarios vayan al infierno, pero los impostores serán castigados con algo peor; quizá con la reencarnación y la vuelta a la Tierra, el peor infierno de todos.

Traductor, periodista a regañadientes, copywriter. Quizás nos encontremos en Esquire, Vice, JotDown o en Miradas de Cine. Como me sobra el tiempo, edito Factory.

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