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Eduard Fernández: “El actor debe ser vulnerable frente a la cámara”
Dio el salto al cine en 1999 de la mano de Mariano Barroso con Los lobos de Washington y hoy presenta su tercer trabajo juntos, con el que podría aspirar sin problemas a un segundo Goya como actor principal -el tercer ‘cabezón’, en total, si contamos el que ganó como actor secundario por En la ciudad-. En Todas las mujeres florecen todos los registros de Eduard Fernández, uno de esos intérpretes irrenunciables del cine español. El físico y su talento natural le convierten a menudo en la representación perfecta del clásico hombre, mitad tipo duro, mitad vulnerable. Si su personaje en Una pistola en cada mano contribuía a reflejar en pantalla la mentalidad masculina, ahora son las mujeres las que rematan el retrato acorralándolo a seis bandas. Un reto del que el actor no sólo sale indemne, sino más bien reforzado.
En ‘Todas las mujeres’ eres el único personaje masculino y son los diálogos con las mujeres los que te van definiendo. ¿Opinas como Mariano Barroso que los hombres nos definimos por las relaciones con las mujeres de nuestra vida?
La verdad es que en nuestra relación con las mujeres nos podemos definir muchísimo. Este hombre es un manipulador, un gran mentiroso, un hombre que no se atreve a solucionar sus problemas y decide poner a las mujeres por medio para que lo ayuden. Entonces vamos conociendo sus distintas caras a través del punto de vista que tienen de él las mujeres, que no son precisamente todos muy buenos, pero que nos van desvelando su perfil completo.
¿Cuál de las seis mujeres que aparecen en la película crees que es la que mejor define a Nacho, el protagonista?
Ninguna de las seis lo define por completo. Yo creo que el retrato, el todo de Nacho, es la suma de las seis. Cada una tiene su visión y la suma de todas es la que nos da el retrato perfecto. Vemos cómo está con su mujer, con la amante, con la madre, con una psicóloga, con la ex, con la cuñada y vemos las armas que va sacando él y como cada una, al fin y al cabo, lo van dejando en su lugar. Al final se queda solo, enfrentándose a sí mismo.
Probablemente, el diálogo más honesto y demoledor del protagonista sea el que mantiene con su madre. ¿Son ellas las únicas capaces de desenmascararnos?
Bueno, la madre de este personaje es tremenda y cuando llega la escena con ella el público consigue conocer mucho más a Nacho. Lo desvela enseguida porque ella es la que más le conoce. Aún así, la psicóloga nos proporciona también la parte más positiva de Nacho, nos quita los prejuicios sobre él. Nos desvela la parte más humana del protagonista.
El proyecto nació como serie de televisión, siendo una de las primeras apuestas de un canal de pago por la producción propia. ¿Está preparado el telespectador español para una televisión de calidad como la que se oferta, por ejemplo, en Estados Unidos?
Yo creo que sí. Por lo menos hay una gama amplia de espectadores que están preparados para ver buenas series. Yo estoy viendo últimamente muchas series americanas, me parecen de gran calidad, que enganchan, y que se pueden hacer aquí y que hay público para hacerlo. En todo caso, demostrémoslo. Estamos acostumbrados a oír a los políticos decir lo que le interesa al ciudadano. Dejémonos de decir qué es lo que quiere la gente y comprobémoslo. Demos al espectador calidad y a lo mejor descubrimos que también la quieren. Demos a la cultura el papel de la cultura. Incentivemos el culturizar a la población, que para eso estamos hablando de cultura y no sólo de entretenimiento.
¿Suscribes, por cierto, la opinión del ministro Montoro según la cual la crisis del cine español se debe a la calidad de las películas?
No, no comparto su punto de vista en este asunto ni en muchas otras cosas. En todo caso, no está en su cargo para valorar el cine español sino para hacer su trabajo (que, por cierto, no lo está haciendo) que es velar por las industrias españolas, también por la industria del cine español, que no puede dejarla aparte. No sólo la deja aparte sino que la enjuicia, así que por lo tanto no está haciendo bien su trabajo. Tiene que tener claro que está ahí para servir al pueblo y para defender a las industrias de su país.
Seguramente dirás que la dos, pero si tuvieras que recomendar sólo una, ¿qué experiencia resulta más gratificante, ‘Todas las mujeres’ serie o ‘Todas las mujeres’ película?
Bueno, no es lo más adecuado, pero yo creo que ‘Todas las mujeres’ gana en película. Se han cortado algunas cosas, se ha condensado todo mucho más y al verla toda seguida y del tirón, el espectador tiene la capacidad de acumular inmediatamente todo lo que va pasando. Hacer el viaje del tirón, por tanto, es muy positivo para la película.
Comenzaste en el cine con Barroso y esta es ya vuestra tercera colaboración juntos. ¿Te podemos considerar ya su actor fetiche?
No lo sé, eso tendría que decirlo él. En todo caso, nos llevamos muy bien, trabajamos muy bien juntos y cuando dos personas se llevan así de bien, ¿por qué no seguir trabajando juntos?
No sé si sabes que ha dicho de ti que eres un actor con un aspecto muy masculino pero que también deja entrever su fragilidad, como Robert De Niro o Gerard Depardieu.¿Lo compartes?
¡Caray! Sí estoy de acuerdo en que dejo entrever mi fragilidad. Creo que en eso consiste lo de ser actor, el ser vulnerable frente a la cámara, el no estar seguro de nada. A veces veo a algunos actores que tienen clara la frase que va a venir a continuación y en realidad una persona nunca sabe cuál es la siguiente frase que le va a venir. Incluso cuando uno dice un texto de ocho líneas, uno nunca debe saber la longitud de lo que va a decir, sino que lo dice una vez y luego otra y luego otra. Yo prefiero no saber lo que va a pasar.
De todos los papeles que has interpretado en cine, ¿cuál recuerdas como tu mayor reto?
Yo destacaría dos papeles muy importantes, que representan dos colores muy distintos. Uno sería el de ‘Todas las mujeres’, con un nivel de verborrea importante y en la que el texto va muy veloz, y la otra sería ‘Ficció’, de Cesc Gay, que es justo todo lo contrario, con grandes silencios. Ese contraste me parece muy bonito.
Tus inicios como actor fueron claramente cómicos, comenzaste como mimo, como payaso, en la compañía Els Joglars y, sin embargo, en el cine has ido destacando más por los papeles dramáticos. ¿Te has vuelto más serio con los años o es que la comedia no pasa por sus mejores momentos?
Pues no lo sé. Por un lado, la comedia es muy difícil de hacer y por el otro cuando te ofrecen un papel en el cine, la gente se queda con esa imagen y te ofrecen más de lo mismo.
¿Habría por tanto algún papel que te gustaría hacer y que todavía no te han ofrecido?
Esquizofrénico, igual.
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