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Jörg Buttgereit: Gore filosófico
Se dice que todo nació por culpa de una película de gángsters. Es que cierta noche en el Cine, cuandoHershell Gordon Lewis se encontraba viendo una película de este noble género, pensó que esto de que los tipos muriesen a balazos sin soltar una sola gota de sangre, era algo que estaba lejos de parecer real. Entonces, se le ocurre montar una carnicería fílmica, que en el año 1963 bajo el título “Blood Feast” sorprendió a un público cansado de las películas nudiesde Russ Meyer, sembrando con ello la primera semilla de lo que hoy conocemos como Cine Gore, y que a su vez lo convertiría en padre de este sangriento género.
Ese mismo año en que “Blood Feast” salpicaba de rojo las pantallas de Cine en Estados Unidos, nacía en Berlín, Alemania, Jörg Buttgereit.
Siendo muy niño, Jörg solía mirar películas de terror y grandes monstruos, quedado tempranamente encantado con la bestia Godzilla, de la que varios años más tarde haría un cortometraje en su honor.
La primera huella de su filmografía, corresponde a un sencillo trabajo titulado “Klasesenfahrt” de 1977, donde recoge entrevistas a profesores y compañeros de clase. Ese momento supone el primer paso serio deButtgereit detrás de una cámara, al que le seguirían una serie de cortometrajes de corte experimental y breves historias de horror, con los cuales conseguiría la técnica y la destreza que le llevarían posteriormente a filmar el primer largometraje, con el cual sería reconocido en la escena underground del Cineno tradicional: “Nekromantik” de 1987. Y fue suficiente para sentar las bases de ese estilo tan personal, oscuro y perturbador, pero profundamente filosófico que lo caracterizaría.
Habitualmente, se suele hablar de una especie de tridente germano del ultra gore, conformado por los directores de Cine Olaf Ittembach (Premutos, 1997; The Burning Moon, 1992), Andreas Schnaas (Violent Shit, 1989; Goblet of Gore, 1996) y Jörg Buttgereit. Pero este último, se aleja del estilo de sus colegas y contemporáneos, dotando a sus películas de un contenido que además de tratar temas difíciles y desagradables como la necrofilia y la muerte, se mete en la psiquis del espectador, valiéndose de la sangre y el horror, pero también del pensamiento y el sentir profundo de personajes solitarios, silenciosos, y de una complejidad psicológica abismante, que harían devanarse los sesos al doctor Sigmund Freud.
En “Nekromantik”, Buttgereit aborda como tema central la necrofilia. Tema polémico y difícil, que haría que la película fuese prohibida en algunos países, por su alto contenido escabroso, por su perversión sexual, y por lo sangrientas y desagradables que pueden resultar sus imágenes para un público sensible, no habituado a este tipo de películas. De ahí que “Nekromantik” y toda la filmografía de Buttgereit no sea apta para todo público.
Veamos de qué trata esta cinta: En la Alemania de los años ochenta, Rob (Daktari Lorenz) y Betty (Beatrice M.) forman una pareja de novios que viven juntos en un departamento, aparentemente se aman y comparten un extraño gusto por la colección de restos de cadáveres. Rob trabaja en una agencia de “limpieza”, que se dedica a recoger los cuerpos de accidentes con resultados fatales, y es durante esos procedimientos, que aprovecha el momento para robarse parte de los cuerpos, que posteriormente lleva a casa, para compartirlos con Betty y meterlos en frascos con formol. Un día, el servicio de la agencia se encarga de levantar el cuerpo de un hombre, con un avanzado estado de deterioro, y le encargan a Rob que lleve el cadáver a la morgue. Entonces Rob, decide hacerse del cuerpo y llevárselo a la casa para compartirlo con Betty. Es aquí cuando las cosas comienzan a complicarse, la pareja utiliza el cuerpo para actos de necrofilia y ese ménage à trois de erotismo y placeres desatados, da paso a posteriores situaciones de conflicto en la joven pareja.
La película es una contante provocación a la tolerancia del espectador, introduciendo imágenes perturbadoras de manipulación de cadáveres y necrofilia, con una música escalofriante que acompaña perfectamente a las imágenes del filme. Y la propuesta de Buttgereit, que es una constante en todos sus largometrajes, es un viaje al lado más oscuro y perverso del ser humano, y es también en una u otra medida, un enfrentamiento entre nuestras propias perversiones, el juego de los límites: ¿hasta dónde podemos llegar en esta constante búsqueda del placer?
Cuatro años más tarde filma “Nekromantik 2”, con una producción más cuidada, corrigiendo algunas deficiencias en el ritmo que presentaba la primera “Nekromantik”, y mejorando los efectos especiales, pero también ahondando aún más en la psiquis de sus personajes. No obstante, sería entremedio de ambas películas, que filmaría su trabajo más logrado a la fecha: “Der Todesking”.
“Der Todesking” (El rey de la muerte, 1990), es una película “coral” (en el sentido de su amplia cantidad de personajes) tremendamente oscura y dolorosa. Al mismo tiempo, es la película menos sangrienta deButtgereit, porque lo que sangra en ella, no es la piel, sino el espíritu atormentado de cada uno de sus protagonistas. En ella encontramos una galería de personajes solitarios y silenciosos, que nos enfrentan al tabú de la muerte y el suicidio, y que en la maestría de su narración, introduce al espectador en ese ambiente angustiante y claustrofóbico que transmite la película, apoyada por un oscuro toque musical. Este es un trabajo con elementos de experimentación, cuyo mayor experimento es el propio cerebro del espectador, al que le resultará difícil reponerse emocionalmente, después de enfrentarse a una película como esta. Sus imágenes quedarán grabadas en la piel, como la cicatriz imborrable de una experiencia violenta y dolorosa.
En este filme, Buttgereit ahonda reflexivamente en el tema de la muerte. La película está capitulizada por los días de la semana, donde cada uno de esos días representa a una o varias muertes y suicidios, pero además, introduce entre una historia y otra, las imágenes de un cadáver que en la medida que avanza la cinta se pudre y se deteriora hasta prácticamente desaparecer. De esta manera, no sólo nos muestra la muerte de sus personajes como la desaparición intelectual y espiritual del ser humano, sino que valiéndose de estos insertos, nos enfatiza que la muerte también llena de putrefacción sus cuerpos hasta convertirlos en cenizas. Si antes de ver la película teníamos alguna concepción u opinión acerca de la muerte y particularmente del suicidio, probablemente después de ver “Der Todesking” algo habrá cambiado en nuestra forma de sentir y de pensar al respecto. Entonces, Buttgereit nos hace reflexionar en ello, aunque para eso, nos sumerja en una experiencia en sumo traumática y depresiva, algo así como si llevara al Cine, aquél dicho antiguo con los que algunos aprendieron a leer y multiplicar: “La letra con sangre entra”, que en palabras del director alemán tal vez sería “el Cine con sangre entra”.
El último largometraje de Buttgereit se titula “Schramm” (1993), y es con todo, un verdadero martillazo en la cabeza del espectador. Nuevamente la sangre, el personaje lacónico y solitario, y las perversiones ocultas de una mente enferma. En “Schramm” hay escenas tan brutales como la de un hombre clavándose el prepucio a una mesa, y técnicamente tan impresionante, como una toma con la cámara en 360 grados, que recuerda una escena de laBelucci en la película “Irreversible” de Gaspar Noé.
Lothar Schramm (Florian Koerner von Gustorf) es conocido por la prensa como “El asesino del lápiz labial”. Un tipo solitario, que bien puede actuar como el mejor de los vecinos los domingos por la tarde, o como el más brutal de los asesinos de una pareja de misioneros. Su vecina es Marianne (Monika M.) una joven prostituta que ejerce la profesión en el departamento contiguo. Lothar es amable y atento con ella, pero en su interior arde en deseo, asco y desesperación, tanto que incluso tiene pesadillas y visiones, donde en un momento cree verse la pierna derecha amputada sobre la cama, y en otro verse atacado por una vagina dentata que claquea con unos dientes horribles entre medio de sus piernas.
La película cuenta con pasajes oníricos que parecen extraídos de la peor pesadilla de David Lynch. El trabajo de cámara es impresionante, el montaje es un rompecabezas que va armando una historia con flasheshacia atrás y adelante, repetitivos a veces, acentuando una u otra situación. La hora y minutos de duración que tiene la película (en general las películas deButtgereit son bastante breves) son suficientes para desestabilizar la tranquilidad emocional de cualquier persona. Este es un Cine corrosivo, demencial y peligroso. Razones suficientes, para cultivar la admiración de quienes gustan de un Cine sin concesiones.
Pero Buttgereit no está solo, afortunadamente cuenta con una banda de cómplices y secuaces que son claves para la propuesta de su Cine transgresor. En la elaboración de los guiones, se hace acompañar porFranz Rodenkirchen. La cámara, que cumple un trabajo alucinante y experimental, está a cargo deManfred Jelinski, que es también su productor. Y en la actuación se apoya en el buen trabajo frente a las cámaras de su actriz fetiche Monika M.
En el último tiempo, si bien no ha vuelto a filmar largometrajes, Jörg Buttgereit ha estado siempre asociado a la creación artística, haciéndose cargo de los efectos especiales de la película “Kondom des Grauens” (El condón asesino, 1996), o creando videos musicales para destacadas bandas de la escena alemana comoMutter y Die Krupps.
Ha pasado mucho tiempo y sus fanáticos esperan ansiosos una nueva entrega de este maestro del ultra gore alemán. Esperemos que la censura no sea una traba para su creatividad y nos sorprenda nuevamente con ese toque de sangre, experimentación y reflexión con el que envuelve toda su filmografía. Si alguien termina mal herido o con daño cerebral después de enfrentarse a su Cine, que se sepa advertido, o en último caso, siempre puede refugiarse en esas antiguas películas donde los gángsters quedaban como colador, pero sin derramar una sola gota de sangre.
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