Cuadernos
(Des)Educación y recortes para la (in)coherencia
Realmente parece que aún tenemos poca idea de la tormenta a la que nos enfrentamos. Estamos en crisis, se dice por ahí. En esta clase de situaciones hay que echar mano de caridad, solidaridad, apoyo y palabras similares que suenan a fariseísmo puro. No hay fondos disponibles para educar, para investigar y/o avanzar en la dirección correcta. Sin embargo estábamos (algunos) muy dispuestos a creer a tiempo parcial en la magia y sacar miles de millones de la chistera en busca de las Olimpiadas del futuro. Porque, no lo olvidemos, España es campeona del mundo. Y eso es lo único que tiene que resonar en nuestro subconsciente a costa de lo que sea. Aunque estemos hablando del futuro educativo de los que vienen detrás.
No se debería ningunear la dignidad de las personas, vulnerar sus derechos fundamentales o pretender, amparados en la confección de leyes retrógradas y sectarias a la medida de mentes y almas mediocres, un desafortunado viaje en el tiempo que contemplamos horrorizados al saber que es una historia que se puede repetir. Ahora no sirve el ‘yo no lo voté’, el ‘ya haré algo mañana’ o el ‘mientras no me toque a mi’. La inacción puede tener consecuencias nefastas. Si buscamos una sociedad igualitaria, asuntos como la separación del alumnado por sexos y la promesa de continuidad en la aportación de dinero público para los centros que la lleven a cabo entran dentro de lo inadmisible.
Vuelve la asignatura de religión, cuya importancia será capital a la hora de la solicitud de becas y desaparece educación para la ciudadanía. Aprender y practicar algo sobre convivencia, respeto y solidaridad entre iguales son fruslerías que no pueden ni deben competir con las sotanas, la obediencia, la (falsa) piedad o el respeto inamovible a las jerarquías. Aquí tal vez alguien debería revisar un poco el inicial espíritu del cristianismo para tratar de averiguar en qué punto se tergiversó la interpretación de esa historia.
La calidad de la enseñanza en cuanto a dedicación/tiempo por alumno se empobrece en aulas de 35 estudiantes con un solo profesor. Y esto es una evidencia, aunque el docente trate de echar mano de la fantasía y de todo un arsenal de recursos mágicos en pro del aprendizaje. Las tasas de matrícula y el precio del material escolar queconvierten lo fundamental en artículo de lujo no hará sino ahondar la brecha de las diferencias sociales. Ya no estudiará quien quiera sino quien pueda (y querer y poder no son en este caso sinónimos). Mentes brillantes quedarán en la cuneta por falta de recursos mientras otros sin interés alguno por avanzar cultural o personalmente dispendiarán sin medida.
Mientras todo esto sucede, ¿incoherencias del destino incierto? Hay Premios (como los Príncipe de Asturias que este viernes se entregarán en Oviedo) que se supone abogan por el progreso, la ciencia, la sociedad, el arte y la literatura. Disciplinas todas ellas directamente relacionadas con la educación, el saber y el desarrollo. Es una fatal coincidencia, y a la vez una estupenda llamada de atención, que en este momento en el que los ojos del mundo apuntan al pequeño Principado coexistan la promoción del saber y la investigación y el intento de adoctrinar en la línea de la sumisión y la obediencia con tratar de esconder la cultura y el progreso hasta hacer desaparecer la disparidad de opiniones y la necesidad de justicia por parte de un grupúsculo de sicarios iletrados.
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