Love 2 art(s)
Placeres compartidos: Pepe Robles
Música, melodía esperanzada soñando puerto, palabras errantes a las puertas de la realidad. Vibraciones del alma, corazones en danza. Habla la música y el silencio deja de dormir; suenan guitarras y la noche se decide a reír… van las canciones dulcemente buscando el candil que desbroce intrincados caminos, que nos rescate del largo delirio y vista de fiesta el sentir. Y en la aldea iluminada del bosque, el genio hacendoso modela con larga paciencia la obra en forma de canción.
Pepe Robles es un exquisito luthier de los sonidos; entrar en su pequeña fábrica de maravillas es reconciliarnos con la armonía. Clásico del pop, su quehacer apasionadamente milimétrico convierte piezas como “Todo tiene su fin”, “Créeme”, “Luz errante”, “Contigo soy capaz de todo”, en melodías universales. Su sabiduría en calidad de productor, compositor, arreglista o virtuoso de la guitarra acompaña grabaciones y giras históricas de Alejandro Sanz, Julio Iglesias, Camilo Sesto, Pecos, Juan Pardo.
Conocí a Pepe cuando preparaba su primer esbozo discográfico en solitario y aquellas sesiones de composición en las tardes de Alcorcón -entre viaje y viaje de mi tarea de reportero televisivo- eran una fiesta entre letras y pistas musicales. Guardo en mi cuaderno de ruta como oro en paño sus enseñanzas y pequeñas joyas que nacieron de nuestra colaboración. Tu enemigo no soy yo-Horizonte de calma-Falsa tristeza-No me puedo atar… A veces subo y bajo en un instante/y no me puedo atar… Funky, pop revolucionado, soul, alma góspel, toda la América en vanguardia pasada por la tradición melódica mediterránea y andaluza. Y su voz, descriptiva, con aires del Sur pero con el swing necesario para silabear matices del sentimiento. Al recibir su primer disco en solitario, disfruté al modo de saltimbanqui patinador por los meandros de Funky street. Ahí estaba la sabiduría de Pedro Ruy Blas, tan amigo del inolvidable hermano en tareas creativas Hilario Camacho, y Pedro Herrero (Pecos) con sus diseños. Pepe tejió un bello disco del mítico dúo con delicias como “De espuma arena y sal” y recuperaciones de la experiencia solista de Pedro también bajo la tutoría del autor de “Todo tiene su fin”. Un paseo por la América sonora nos trae ecos de “Luz errante” y un repaso al repertorio de los indies españoles nos sirve en bandeja versiones de “Realidad”, “Créeme”, “Cuando te espero”, culminando con el brillante trabajo de Miguel Martín (Lori Meyers) en clave de Unidad y Armonía sobre la obra de Módulos.
Compartir con Pepe historias, confidencias y sueños y ensueños creativos es vitamina para mi alma exploradora. Desde aquellos encuentros en Vips de Princesa o La Vaguada hasta la alegría de verle disfrutando en la presentación de mi libro Zona sensible en Madrid. Guardo en la discoteca de mi memoria el álbum Radioactivo de Teddy y Pepe, aún me siguen estremeciendo temas como “El final” o “Naufragio”. Robles ha realizado su viaje emocional hacia el océano de los sueños. En su estudio, rodeado de guitarras, abriga cada día la esperanza de un nuevo matiz, de otra claridad en la niebla para ver amanecer juguetones sonidos. Trabajo tras trabajo, cada vez más personal y libre de modas. Enciclopedia rítmica, te puedes reconocer en su atlas desde el Mediterráneo a las olas del Pacífico, desde el tam tam callejero al aleteo de los clásicos. Puede que en alguna cava del New York más bohemio algún bluesman se identifique con las aspas quijotescas de su guitarra. Mientras tanto, ensayo pasos de baile con la melodía hipnótica que escribió para Camilo o me regalo un paseo por la placidez del country saudoso con el dueto de Pepe y Juan Pardo (“Te ha de tocar perder”), o me asomo al estribillo de “Tu letra podré acariciar” de Alejandro Sanz, todo sí con la precisión del orfebre, con la delicadeza infinita de Robles. Quiere la melodía buscar hogar y necesita la ciencia de la paciencia para fluir con equilibrio en el pentagrama de las almas viajeras.
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