En pantalla
Ahora en serio, ¿cuándo nos podemos Despertar?
El despertar de la Fuerza
Es una verdad indiscutible que uno de los objetivos del cine es entretener al espectador. Casi todos podemos decir que hay películas, o sagas, que han marcado nuestra vida; por el momento en que las vimos, por las circunstancias, por la compañía o por esos personajes icónicos que nos han calado de tal modo que incluso nuestra forma de ser está en parte modelada por sus enseñanzas. Tal es el caso de Luke, Leia, Solo, Yoda, Chewbacca o Vader.
Desde La guerra de las galaxias del 77, El Imperio contraataca del 80 y El retorno del Jedi en el 83, todos esos personajes multidimensionales estuvieron destinados a convertirse en moradores y acompañantes de nuestra vida. A estas alturas sabemos que lo consiguieron. Ya está aquí el Episodio VII: El despertar de la Fuerza.
Ahora empiezan las preguntas. Imaginemos un debate o duelo interno para ello. ¿Queremos (o no) hacer acopio de un poco de objetividad y perspectiva o, por el contrario, sólo de la defensa a ultranza, subjetiva y parcial? Esta es la premisa de partida. Imaginemos también que, antes de ver el Episodio VII, hemos hecho un maratón de las tres películas imprescindibles de Star Wars. Y finalmente imaginemos que nos quedamos prendados tanto de las enseñanzas de los personajes como de lo que la Resistencia trataba de decirnos de esa manera vertiginosa, subliminal y visual. El resultado de todo esto, sin entrar demasiado en el grado de fascinación que nos produzca la saga, es que las expectativas eran tremendamente elevadas.
Los trailers reabrieron el recuerdo, bien. Pero incluso con ese factor nostálgico activado: ¿es lícito esperar, y aceptar, cualquier cosa? Mi respuesta es un NO. Tratemos de ser medianamente objetivos dentro de la ¿inevitable? subjetividad y reconozcamos cuándo, al menos fue mi caso, nos tratan de tontos, aunque sea un poco.
¿Alguien recuerda la polémica sobre la brillantez de True Detective 1 y el sinsentido de la temporada 2, en la que esperábamos al siguiente capítulo a ver si aquello mejoraba un poco? Pues algo similar diría en este caso. Star Wars puede considerarse lo suficientemente importante en la historia del cine como para la desgana con la que se han tratado escenas climáticas y personajes.
¿Todo hipermasticado para que se entienda?
“Esto vale media ración”.
¿Amiguísimos a los cinco minutos aun sin conocerse de nada?
Un personaje superviviente tiende a ser arisco y desconfiado, no es muy creíble un despliegue instantáneo de camaradería.
¿Verdaderamente es necesaria la confraternización con el espectador mediante gracias y recordatorios?
En los episodios precedentes los personajes van a lo suyo, no necesitan de la complicidad del espectador. El que quiera que emprenda el viaje con ellos, quien no, es libre de marcharse.
Los Jedis, la Fuerza… ¿Si no se dice mil veces no nos vamos a enterar de qué va esto?
¿Hay que llevar al espectador de la mano para inducirle a la empatía por temor a que no surja de manera espontánea?
Las buenas historias envuelven poco a poco hasta que acabas involucrado con los héroes por identificación, placer, redención o justicia.
¿Dónde está la profundidad de los personajes? ¿Dónde está el dramatismo, dónde las elipsis?
Mientras tiene lugar una de las escenas climáticas de la historia, algunos, en la barandilla, contemplando el espectáculo. ¿No sabían qué hacer con los personajes en las escenas cruciales?
¿Cómo se llega a la Fuerza?
Hasta ahora requería un entrenamiento exhaustivo, ahora se obtiene por ciencia infusa. Ah, es verdad, a lo mejor hay que esperar al siguiente episodio para obtener respuestas. A ver si esto era una especie de episodio piloto.
¿Por qué ahora Leia y Han parecen personajes acartonados, no involucrados y artificiales?
No, no es por el paso del tiempo.
Decepción. Los personajes legendarios podrían estar mejor aprovechados. Las escenas épicas ser eso, memorables. Los villanos debieran estar dotados de carga de profundidad y no parecer unos petardos que no se aguantan ni a sí mismos ni presentarlos como algo plano y únicamente de tamaño grande. No. ¿Dónde está el menos es más?
Aunque se sea el mayor fan de algo, aparcar un poquitín el componente subjetivo de: “como esto siempre, o casi, me gustó (que en gran medida fue por la calidad de los personajes y la historia, aunque ni siquiera yo me haya dado cuenta, he ahí la maestría y la magia), ahora hay que tragar con todo, incluso autoconvenciéndonos para defender lo a veces indefendible”. Pues no, a lo mejor como máximo admirador precisamente el deber (y el derecho) es soñar con algo a la altura de las expectativas, superándolas incluso. ¿En serio no os habéis preguntado nada? No, no es que sea obligatorio pensar o establecer relaciones, eso acaba saliendo sólo, ¿de verdad se nos puede embaucar con esta historia en muchos tramos descafeinada? Ser fan acérrimo no tiene por qué encajar con aceptar cualquier cosa, de hecho más bien lo contrario: máximo nivel de exigencia. Por todo esto, la impresión final es que esta película se merecía más dedicación y cariño, no algo para salir del paso. Salí del cine cabizbaja y melancólica. Con Episodios como este hasta La amenaza fantasma podría parecer en un momento dado casi cine de autor.
Tienes que registrarte para comentar Login