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La No-política y la conversación del adentro y el afuera
Parafraseando a Josep Alfons Arnau, pudiera ser que haya existido cierta resistencia (o persistencia en no osar) a dar el paso a la intervención política de un modo más generalizado y con toda la profesionalidad. Esta resistencia sería tal vez analizable en forma de ‘indefensión aprendida’. Pero estoy seguro de que se explica por otros muchos factores: racionalizaciones del tipo “tener que formarse siempre más” antes de dar el paso a la actividad política; posiciones teóricas contra la política en función de cómo hoy se practica hegemónicamente, que reducen a quienes las sostienen a “comentaristas de lo social”, con una actitud parecida a quien, para deshacerse del agua sucia de la bañera, echa por el desagüe también al niño (el niño sería en este caso la actividad política). A parte, también está quien centra su actividad en ayudar a personas necesitadas de modo gratuito.
En todo caso, si no hay acción política profesional no habrá Contrapolítica, o, como la podemos llamar, No-política -en el sentido de que el conjunto de actividades desarrolladas puedan ser tanto políticas como de cualquier otra índole humana, y no de manera dominante o a niveles que unas actividades cosifiquen a otras. Al igual que a las ciencias políticas hegemónicas, a cualquier alternativa se le debe preguntar cuáles son sus operaciones reales, y no sólo lo que dice. Esta práctica pasa por comprobar que es posible aplicar lo que defendemos en el adentro y en el afuera, tanto en los lugares en los que estamos de forma más o menos natural como en aquellos donde construyamos dispositivos.
A la actividad política también podríamos llamarla acompañamiento sobre problemas de organización.
1. La actividad política y/o el acompañamiento sobre problemas de organización, funciona… (por ejemplo, Grupo de Trabajo de Vivienda de Lavapiés).
2. No hay que psicologizar la lucha política…
La resistencia a entrar de lleno en la actividad política por parte de demasiadas voces críticas interesantes y con capacidad, es el principal obstáculo que franquear. Dicho de otro modo, el proceso de formación inicial de una nueva generación crítica con la política oficial, o de reconstrucción de redes alternativas en el espacio de lo político, debe pasar a situar en el centro de la acción la atención política, es decir, el acompañamiento sobre problemas de organización de forma profesional. Entendiendo por profesional a quien se sitúa “fuera del bosque” en cuanto a los sistemas relacionales de las gentes que demandan ayuda especializada, puesto que sin ello es imposible hacerla efectiva, al tiempo que se forma en técnicas y conceptos operativos, y no busca ni espera a cambio nada más, y nada menos, que poder ejercer la propia profesión y vivir dignamente de ella.
Las noticias que últimamente me llegan son, con todo, esperanzadoras, como la construcción de grupos de intervención, por ejemplo, para la defensa y el acceso a la vivienda, la entrada de gentes críticas en instituciones políticas, y la decisión de preparar los encuentros de voces críticas de ahora en adelante con temarios no sólo, ni fundamentalmente, de debate, sino de trabajo práctico.
Todo lo demás es gobernar. Luego, y citando a Thoreau, el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto; y, cuando las gentes estén preparadas para él, ése será el tipo de gobierno que tendrán.
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