En papel
Placeres compartidos: Ferran Gerhard
Duermo en la casa-nave de Ferrán Gerhard en Méndez Núñez (Tarragona) y el arca de Noé me acompaña. Julio Camba, Fernández Florez, Pessoa, Brossa, Vázquez Montalbán, Lorca, Huxley, Benedetti, Mañé i Flaquer, Perucho, Gimferrer… me rodean desde las estanterías al vestidor, mientras la gata Ona me mira fijamente vigilando cariñosamente mis pasos. Ferrán, compañero de Universidad y siempre en las utopías literarias, ha presentado mis libros a orillas del Balcón del Mediterráneo en La Capona o el Metropol, yo también participo a menudo en su travesía creativa; escribí el epílogo se sus Gatos rumberos, Un gato sobre el tejado de las estrellas.
Tarragona es su Macondo particular. En el altillo del Moto Club teje con paciencia artesanal y eléctrica pasión su universo neoumbraliano con toques de Gómez de la Serna y capacidad de desdoblamiento a lo Pirandello. Nombres, citas, músicas… porque la escritura de Ferrán es pensamiento y ritmo. Entre montañas de compactos disfrutamos con el doctor Xavier Esteve del sonido Módulos. La noche nos espera para recorrer la ciudad de punta a punta, fraseando a cada paso cada milímetro de asfalto; cerveza a cerveza, champú a champú, recuerdo a recuerdo de Rambla Nova a la Plaça de laFont, trepando con inusitada capacidad de resistencia física a las alturas de la Cátedral.
Ferrán me dice que ya somos opacos y yo añado al documento que, afortunadamente… Siempre fui presente pero invisible, lo que me ha mantenido el ego conviviendo con todos los seres que me pululan dentro sin tiempo para espejos. Guigui, Xavier Carreras, Isabel Ortega, el doctor de las mil sonrisas, Cinta Bellmunt, Jordi Jaria, Xavi Chamorro, Anton, Conrad Setó, Carlos Izquierdoi, Maribel Calle… integran -desde lo sentido y lo añorado- mi caravan tour tarraconense. Si todas las ciudades se me cierran, siempre encontraré una cadireta en Moto Club para seguir disfrutando el Código Baileys, entre azúcar y sabor. Ferrán me incluye en casi todos sus libros -bitacorismos, relámpagos/ladridos de hojalata, tarraguiguismos- convirtiéndome en personaje irreverente entre elegante neorumbero y tranquilón, entre trotamundos y ermitaño. Lo místico y lo pagano no tienen por qué andar reñidos. Hermanos en la cofradía de las almas feriantes, socios en el club de los altillos y las cóctelerías, del Zurich al Boada’s, del Denver al Club Montolíu Tarraco. Escribimos desde la experiencia y todo lo que nos rodea y conmueve escribe con y para nosotros. Por los siglos de los siglos, que la palabra nunca enmudezca.
Tienes que registrarte para comentar Login