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Pedro Guerra: “Tenía la sensación de ser más un animador sociocultural que un cantante”
Si todas las historias tuvieran un fin, Pedro Guerra (Tenerife, 1966) sería el narrador idóneo para desarrollarlas con una guitarra. Así, sin más. Por eso mismo echa la vista atrás para entregar a todo oyente 30 años (Sony, 2013), un disco triple que cuenta con un principio, un nudo y un final. Aunque puede parecer largo, cada compacto es un concierto en sí mismo, como un recital exclusivo de toda una vida.
Viendo que es un disco de aniversario por los treinta años, lo primero que debo preguntarte es si el que aguanta desespera o el que aguanta persevera.
Yo creo que el que aguanta, aguanta. Pienso que una de las claves de esta profesión es tener paciencia, ser capaz de aguantar, porque las cosas no suceden a veces todo lo rápido que a uno le gustaría. A veces pueden pasar meses e incluso años donde trabajas mucho y la respuesta no es directamente proporcional, entonces pienso que cuanto más aguante y más paciencia tenga, más posibilidad es de que sea duradero.
¿Has sentido haber trabajado mucho hasta que llegó tu tiempo?
Yo creo que soy una persona bastante trabajadora en general. En el año 1983 empecé a cantar, es el año que tomo como punto de partida en este proyecto. Pero mi primera canción vino dos años antes, cuando tenia catorce años en el 81. Recuerdo que cuando descubrí la cosa de escribir canciones, le dedicaba muchísimas horas al ida. Estaba todo el día. En aquella época era un compositor muy prolífico pero porque dedicaba muchas horas. Desde entonces, hasta hoy, siempre he sido alguien que dedica muchas horas. Todavía sigo siendo así a día de hoy. Ahora estoy haciendo promoción, pero si no, estaría en mi estudio. Trabajo todos los días, dedico horas a todas las cosas que tienen que ver con el mundo de la creación y la canción. Creo que sí, he trabajado. Hay trabajos muy duro, no hay duda. Me considero una persona muy trabajadora.
¿En qué momento pensaste que podías dedicarte a esto?
No en los primeros años, pero sí es cierto que en el año 85, cuando en Canarias formamos un grupo que se llamaba Taller Canario con Rogelio Botanz y Andrés Molina. Ambos me acompañan en una de las canciones de este disco, en la canción ‘Huesos’. Por circunstancias, Rogelio era maestro y él compaginaba la escuela con el grupo, eso significó que llegáramos a un acuerdo en el que lo generado por el grupo sólo cobrábamos Andrés y yo. Pero durante esos ocho años Andrés y yo vivimos de la música, así que no tuvimos que dedicarnos a ninguna otra cosa que no fuera el grupo. Sacábamos lo suficiente como para tener un pequeño sueldillo cada uno que nos permitiera pagar el piso compartido en el que vivíamos y no depender de nada. Por supuesto no podíamos vivir ni con grandes ni con pequeños lujos. Vivíamos muy ajustadamente. Pero bueno, volvemos a hablar de la paciencia y del aguante, y supimos compaginar durante ocho años poder vivir de la música aunque eso significara no vivir de una manera. Pero en aquella época ya se podría decir que era un profesional de la música puesto que vivía de la música.
¿Qué es lo que le mueve a alguien a componer canciones a sabiendas de que hay gente que no las va a comprender o no las va a querer comprender?
Yo creo que lo que te mueve a escribir canciones es tan poderoso, que tú lo haces porque sientes esa llamada, ese impulso de escribir canciones, pero el impulso es primero. Luego, si la gente las va a entender o no las va a entender, es posterior. Antes, hablando en una de las entrevistas, recordaba que los dos años anteriores a Taller Canario fueron difíciles. Yo tenía dieciséis años, iba con mi guitarra y cantaba en las fiestas de un pueblo en Tenerife. No hacía cualquier tipo de canción, no elegí tampoco el tipo de canción comercial y fácil, sino más bien una canción con cierto grado de profundidad, tocando temáticas. Y bueno, había que salir en una plaza de pueblo con todo el mundo ahí. Ya sabes, eso que se hacía mucho en Canarias y lo de la elección de la reina de las fiestas. Estaba el acto de elección de la reina y luego unas chicas que de repente cantaban aquello que se llamaba “la escala en Hi-Fi”, haciendo como playbacks y cosas así. Una época previa al karaoke. Y de repente un mago, un humorista y luego, en algún momento por en medio salía, yo aparecía cantando algunas canciones.
O sea como una revista.
Sí, eran actos así como de variedades de las fiestas de pueblo. Y ahí tenía que salir yo con la sensación de tener que cantar tres canciones que no les va a importar ni un pepino o lo que yo tenía que contar. Pero esto también sirvió para coger tablas, ¿sabes? Tienes que salir y defender tu historia, y tienes que estar muy seguro de lo que haces para salir ahí. Lo importante es el impulso que te lleva a crear y a sentir que te quieres comunicar a través de la música. Lo otro… bueno, eso es una batalla, y con Taller Canario, durante esos ocho años, tuvimos escenarios muy afines y escenarios también como los que te estoy contando en donde uno tenía que salir y defender su historia e intentar meterte a la gente en el bolsillo, intentar convencerlos o conquistarlos de alguna manera. Si los conseguías conquistar, pues igual en medio de todo eso les lanzabas tu mensaje y tu historia y alguno se iba para su casa contento por haber descubierto una cosa distinta, nueva.
No sé si podríamos aplicar lo que dijo Lope de Vega, que “el vulgo es necio, y puesto que paga, es justo hablarle en necio para darle gusto”.
Bueno, no sé si se llega a ese punto, pero sí es cierto que nosotros cantábamos nuestro mensaje y nuestras canciones sin concesiones. Pero como también te acabo de decir, sí es verdad que hacías algún tipo de canción donde, de alguna forma, los invitabas a un juego de participación y te los ganabas por ahí. Creo que lo que dice Lope de Vega es un poco general y algo “heavy” también. Tampoco quiero menospreciar a la gente. Cada cual escucha la música que le gusta y ha tenido las circunstancias vitales que ha tenido y por eso ha tenido acceso o se ha dejado atrapar por determinadas cosas. No soy yo el que va a juzgar eso. Tú vas a una asociación de vecinos, tienes que cantar, sales ahí y hay quince parejas de gente muy mayor que hace cinco minutos igual estaba jugando al dominó. Tienes que cantar, tienes que salir ahí. A veces utilizas recursos para ganártelos. Cuando te los has ganado, les cantas tú canción para ganártelos mejor.
Supongo que para ganarse al público habría que meterse en un personaje que los identifique, como en el teatro, ¿no?
Podría decirse así, pero también se podría decir de otra manera. A veces tenía la sensación de ser más un animador sociocultural que un cantante. Eres alguien que va a un centro cultural y al final te conviertes un poco en un animador. Mira, yo en una ocasión llegué a cantar en Tenerife, en un psiquiátrico. Se hicieron como unos ciclos culturales y fuimos a cantar ahí. En aquella época canté en el psiquiátrico y canté en prisiones. Fuimos con Taller Canario al psiquiátrico y recuerdo que teníamos que hacer las canciones -digamos- más “moviditas”. Cuando hicimos el primer tema, la gente del público se levantó y se puso a bailar. Se lo pasaron bien. Eso es lo importante, les hicimos pasar un buen rato. ¿Esa fue una actuación donde pudimos “mostrar nuestro arte y nuestra creación”? No, pero les hicimos pasar un buen rato. En aquella época aprendimos a manejar ciertas herramientas que luego también sirven. Ahora salgo a cantar y no tengo que hacer grandes alardes porque sé que la gente ha pagado una entrada par verme y tienen un conocimiento de mi música. Pero bueno, tú aprendes a defenderte en los escenarios y a manejar las herramientas que se pueden tener sobre una tarima.
Yo creo que cada disco de este álbum es cada uno como una obra de teatro, como el inicio, el nudo y el final. ¿Podría ser que el segundo CD hablara del crecimiento y el tercero de la niñez?
Fíjate, no lo sé. Si ha quedado así y si escuchándolo has tenido esa sensación, podría ser. ¿Sabes qué pasa? Que a veces uno llega a determinadas cosas de una manera completamente intuitiva. Lo que sí te digo que hay intencionadamente es un concepto de que estos tres CDs funcionan como tres conciertos independientemente. Eso está diseñado así. Hay un arranque, incluso hay un final. Los tres cedés tienen dieciocho temas y, para mí, en realidad, el tema dieciséis de cada CD funciona como un cierre de concierto. El tema diecisiete sería como el primer bis y el tema dieciocho es como un bis que haces en algunos conciertos, que es como un bis de regalo final. Pero no es casual que ‘Contamíname’ esté en el dieciséis ni que ‘El marido de la peluquera’ esté en el dieciséis del segundo CD o que ‘Contra el poder’ esté en el dieciséis del tercero. Yo lo consideré así. Primero porque entiendo que son muchas canciones para que alguien se siente y se escuche los tres CDs seguidos, pero está concebido para que cojas el CD uno y te tires el tiempo que quieras, y cuando sientes que lo has gastado, coges el dos y después el tres. Es un trabajo que puedes tardar en terminar de degustarlo bien el tiempo que quieras. Por esa razón me parecía importante que cada CD se pudiera escuchar como un concierto seguido. Está construido con las subidas, bajadas, y con lo que yo siempre uso para montar un repertorio. Ahora, que pudiera tener una temática… Si finalmente he llegado a eso ha sido a través de la intuición, porque en ningún momento me lo planteé.
Recuerdo que me contaste la historia de la mariposa monarca y lo relaciono mucho con el crecimiento y con el desarrollo, algo que veo también que impera mucho en el CD dos, entonces diría que la parte final engancha un poco con la primera parte del CD tres.
A veces es cierto que -intuitivamente- hago ciertas cosas sin darme cuenta. Hace un par de días hablaba con una hermana mía que me decía que hay una canción de “El mono espabilado” que se llama ‘La que camina’ y que habla sobre la evolución. Ella decía que estaba estudiando con su hijo las épocas prehistóricas y que habían estado escuchando la canción y que se estaba dando cuenta de que la primera estrofa hablaba sobre la época más antigua, luego del Paleolítico, luego del Neolítico… Si eso ha salido así ha sido por pura casualidad puesto que yo no me propuse hacerlo de esa manera. Hombre, sé cuáles son los pasos de la evolución, pero hay cosas a las que llegamos de manera intuitiva.
Algo bonito y poético, incluso.
Desde luego, sí.
Has dicho algo que me parece muy bonito que es que quieres que las canciones envejezcan bien o que no envejezcan. En este disco hay canciones que envejecen de una manera pero no suenan mal con el paso del tiempo. Supongo que el haberlas hecho sólo con guitarra y voz hace que ese paso del tiempo no se note tanto, al ser algo hecho de manera tan simple.
Sí, últimamente estoy trabajando solo. “El mono espabilado” fue un disco que hice con banda, las presentaciones en Madrid y Barcelona las hice con una banda, pero luego acabé girando sólo con guitarra. Lo que me llevó a esto es la realidad. Hoy en día estamos en un momento en que todo escasea y se complica, así que si tengo la posibilidad de tocar solo con mi guitarra, voy. Pero en fin, una cosa llevó a la otra, empiezo a girar solo con mi guitarra, se me ocurre empezar a grabar mis conciertos para empezar a preparar el próximo proyecto, luego pensé en los treinta años… En fin, en definitiva creo que al final la vida te va llevando, y si sabes leer las cosas que la vida te va mostrando, acabas haciendo cosas que tienen una identidad. Pienso que este proyecto tenía que ser sólo con guitarra porque empecé hace treinta años sólo con guitarra y llegué a Madrid hace veinte.
Lo que vienen siendo inicios…
Soy cantautor y trovador, vengo de una cultura y una tradición musical a la que yo pertenezco (Silvio Rodríguez, Paco Ibáñez…) en la que muchísimos artistas han defendido su obra prácticamente acompañados solo por la guitarra. Ese es un tema que me ha llevado a esto. Es cierto que desde la época de Taller Canario lo hablábamos entre los compañeros, pues cuando una canción es una buena canción, se puede defender sólo con una guitarra. Si una canción necesita algo más que una guitarra y una voz para poderla defender, es que esa canción ha nacido carente de algo. Cualquier canción de The Beatles se toca sólo con una guitarra, o cualquier Tango, Bolero o cualquier clásico, y no necesita nada más. Las mejores canciones se sostienen desde la desnudez absoluta. Luego está el tema del envejecimiento. Uno lucha por hacer canciones que treinta años después las puedas seguir cantando. A veces las canciones se mueren antes, y a veces mal. Hay canciones que uno escuchaba cuando tenía dieciocho años y que le parecían la bomba, pero de repente las escuchas y te das cuenta que han envejecido mal. Sin embargo, los clásicos y las buenas canciones envejecen muy bien. A The Beatles, sin ir más leos, se les puede escuchar hoy en día sin ningún problema.
Por ejemplo, la canción ‘Blackbird’ es sólo guitarra y voz.
Sí, por eso te digo. Eso es eterno y eso es lo que uno persigue. Hacer canciones que ojalá tengan un buen envejecer. Yo he acabado eligiendo para este proyecto las que yo considero que son canciones que pueden mostrar la evolución de mi carrera y que ninguna de ellas ha perdido vigencia para mí. Entiendo que este disco ahora tenga que pasar un proceso crítico que es el de la gente que lo escucha. Habrá gente que prefiera dos discos o uno en vez de tres porque igual les sobran canciones, pero eso ya es una cosa que dejo en manos del juicio de la gente. Pero para mí, las canciones que están aquí son las que tienen que estar porque siento que no han perdido vigencia para mí.
Hemos hablado de canciones que envejecen, pero hay nuevas, como ‘El país de los desempleados’.
Sí. Hay seis canciones que han sido compuestas durante este año que pasó. Las fui componiendo a lo largo de la gira para introducirlas con la idea de ser grabadas en el disco. En cambio, ‘Zapato roto’, que es la que empieza el tercer CD, es inédita, pero no nueva. Es una canción que tiene veinticinco años y que nunca había sido grabada. Cuando me planteé hacer un disco nuevo pensé en dar un repaso a toda mi carrera, pero también quería ofrecer canciones completamente nuevas.
‘La lluvia de mis botas’ también.
Sí, ‘La lluvia de las botas’ y ‘Cathaysa’ forman parte del repertorio de Taller Canario. Son canciones que ya fueron grabadas en su momento aunque ahora he decidido recuperarlas.
¿Y ‘Nadie sabe’?
‘Nadie sabe’ es una canción que grabó Ana Belén en su momento. Eso sucedió en el año 93, justo el año en que yo vine a Madrid. Luego, hay otras canciones, como ‘Amor en vena’ (con Javier Álvarez), que no son inéditas ni son nuevas, pero formaban parte de mi repertorio.
¿Cómo alguien puede cantar una canción tuya haciéndola sentir como suya?
Creo que para eso tiene que haber un proceso de identificación grande. En mi caso es más sencillo porque hago canciones y las canto, con lo cual, desde que las estoy escribiendo, las estoy haciendo para mí. Compuse ‘Nadie sabe’ en el 93, que fue el último año de Taller Canario y también cuando me vine a Madrid. Recuerdo que la cantaba en los primeros conciertos, aquí en Libertad 8. Se la enseñamos a Víctor Manuel y a Ana Belén. A ella le gustó y la grabó. La verdad es que ahora la recupero, en todos los sentidos, porque la vuelvo a hacer mía. Durante todos estos años parece que fue más suya que mía. Supongo que ella sí que tiene que tener un proceso de identificación y más cuando eres una artista que recibirá un montón de canciones de otra gente.
Hete aquí la diferencia entre compositor e intérprete.
Cuando no eres compositor y eres intérprete, estás escuchando todo el trabajo y supongo que das con una canción en la que alguien cuenta algo que te interesa y además te lo cuenta con palabras que son las que hubieras usado tú si lo hubieras contado a tu manera. Sin ese proceso de identificación tan fuerte, imagino que es difícil subirse a un escenario y defender las canciones si no las has escrito tú.
Habría que perseverar también en ese proceso de identificación.
Eso es. Es un trabajo arduo, pero creo que ahí está la clave. ¿Por qué? Porque pienso en las canciones que no he escrito y me gustan. Las cantaría si hiciera un disco de versiones, por ejemplo. Cantaría aquellas canciones con las que me identifico profundamente. Si cantara un tema de Serrat, lo cantaría pensando en que Serrat se me adelantó. Me hubiera gustado haberla escrito yo. Pero bueno, él la escribió primero. Además, mejor de lo que yo pudiera haberlo hecho.
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