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Julián López: “Al gran público le es muy difícil separar personaje y persona”
Después de haber girado juntos por toda la geografía, Julián López y Raúl Cimas deciden hacer de esa comunión una obra titulada “Toda la verdad sobre el oso hormiguero”. En ella, ambos cómicos comparten escenario con el objetivo de difundir el chiste universal dentro de la exageración cotidiana y común. El propio Julián se encarga de contestar y de arrojar luz a las preguntas de la siguiente entrevista. Y si queréis disfrutar de la función, daos prisa; mañana día 27, será la última. Lugar: Teatro Cofidis de Madrid.
“Toda la verdad sobre el oso hormiguero” nace de una gira que Raúl Cimas y tú montáis. De todas formas, me consta que la idea partía de hacer un monólogo cada uno, aunque de manera individual. De hecho, se os ocurrió hacerlo “a dobles” en la sala Galileo Galilei. ¿Poco a poco la pareja ganó al individuo?
Efectivamente, de manera natural empezamos a actuar juntos en la Galileo, pero cada uno con lo suyo. Más tarde le propuse a Raúl hacerlo siempre así, no solo en Madrid, sino en el resto de ciudades. “Se acabó la soledad del cómico”, me dije. Compartiendo tantas horas en escena y, sobretodo, fuera de ella, nos dimos cuenta que nos gustaba estar juntos en el escenario y de que el show debería apuntar a esa dirección. Así que, poco a poco fuimos introduciendo más momentos juntos hasta que llegó “Toda la verdad sobre el oso hormiguero”, el título que le dimos una vez conseguimos hacerlo todo juntos.
¿Cansa el monólogo, el stand-up, por el hecho de estar siempre solo en el escenario?
Si digo que cansa, la gente puede que no lo entienda. Más bien se trata de darse cuenta que actuar junto a un amigo con el talento de Raúl y una complicidad máxima, el show gana mucho más.Pero es cierto que, tras hacer monólogos mucho tiempo, quieres cambiar un poquito. Es normal y es bueno querer cambiar y ofrecer cosas nuevas.
Y es más, la obra no es un monólogo en sí, sino una sucesión de sketches con un hilo y un orden. ¿Qué estructura debería tener una comedia de este tipo que diferencie al monólogo, además de las dos personas juntas en el mismo escenario?
No es un monólogo y a la vez tiene “espíritu” de monólogo. Pero lo más notorio es que tiene el “espíritu” de la comedia de la que hemos hecho gala juntos en series como La Hora Chanante, Muchachada Nui y Museo Coconut. Divagamos sobre muchos temas y también hay píldoras audiovisuales que, creo, enriquecen mucho.
¿Se podría decir que sois como Zarra y Gainza?
(Risas) Me encanta. Bueno, de algún modo nos servimos balones el uno al otro para rematar a gol. El secreto es ser generoso con el compañero. Escucharle y saber cual es tu terreno de juego.
No obstante, Julián, recuerdo que hay un monólogo tuyo en Paramount Comedy que habla de los animales. Ese en el que tienes por hermano a un gato llamado José Manuel. En ese monólogo también se insinúa qué animales sobran. ¿Es posible que te hayas basado, en parte, en esa historia?
Los animales siempre me han encantado y han sido, incluso, fuente de inspiración. Tanto es así que muchos de ellos me han servido para hacer personajes. Y no hablo solo de ejemplos “explícitos” como el del monólogo que citas, Perro Muchacho o El gato eléctrico, por ejemplo, sino también para otros en los que el comportamiento animal subyace y se logra crear un personaje cómico muy interesante.
También se habla de la noche, claro que sí, aunque aseguráis que son anécdotas que se exageran.
Bueno, hay muchas cosas que se dicen en los monólogos que se mueven entre lo real y lo ficticio. El secreto es no desvelarlo, como hacen las vedettes con su edad.
Licenciado en magisterio, tocas la trompa… pero no puedo evitar hacer el chiste fácil: ¿tú tocas la trompa y Raúl las pilla cuando salís por la noche?
Imagínate los chistes que he oído (risas). La trompa es un instrumento maravilloso que no pararé de “reivindicar”. La música me ha dado mucho para la comedia.
Si no recuerdo mal, Raúl también hizo su incursión en la música –junto a Ernesto Sevilla- en una banda llamada Esquinas Turbias…
No, no… Ahí estaba yo también. Hicimos conciertos en la Universidad de Cuenca y en la Residencia Universitaria donde nos conocimos. Yo en Esquinas Turbias tocaba la flauta (“inserte aquí su chiste, gracias”).
Y ya que estamos… ¿Los silencios en la música son igual de importantes que en la comedia?
Por supuesto. A conceptos como éste hacía referencia antes. La música y la comedia son dos lenguajes que se aprenden pero que conectan con algo que ya “llevas de serie”. Es decir, que yo soy de los que opinan que músico o cómico no solo se hace sino que también se nace.
Hablemos de víctimas. ¿Todos los chistes tienen siempre alguna víctima, por muy blanco que sea el humor utilizado?
Globalmente, todos los chistes tienen la misma víctima: el género humano. Con sus miserias, sus virtudes, sus miedos, sus debilidades…
Realmente, y por lo que he visto, el rol que tenéis tú y Raúl en la obra me recuerda muchísimo a cuando tu padre te está echando la charla y tu madre, detrás de él, haciendo el eco. Cosa que repatea mucho, por cierto.
Hay varios momentos en los que hablamos “pisándonos” o a la vez. No está basado en nuestros padres pero sí que puede ser reminiscente. Es de lo que más orgulloso nos sentimos, poder hablar a la vez y que el espectador se deje llevar por los dos.
¿Dejar carta libre al público requiere de un grado más alto de espontaneidad?
Espontaneidad, concentración y, sobretodo, seguridad. Raúl y yo nos complementamos en el escenario porque proyectamos en él nuestra manera de ser, que también hace que seamos amigos fuera del mismo.
¿Te ves haciendo un papel dramático? ¿Crees que el público lo encajaría bien? Tienes el don de hacer reír sin abrir la boca. Quizá sea un handicap para hacer drama. Ya sabes, te ficha León de Aranoa, dramón social sobre un parado (que no sobre un conejo parado, como en el sketch de Muchachada Nui), y la gente se descojona en cuanto te ven aparecer.
Antes de nada, firmaría hacer comedia toda mi vida, pues considero que hay muchos subgéneros y he tenido la suerte de experimentar con muchos de ellos. Pero, efectivamente, el público tiene mucho que decir en esto; hace un par de meses rodé un corto en Barcelona. Se trata de una historia amarga en el que muestro una faceta que creo que hasta ahora no he mostrado en televisión o cine. El reto es hacerlo creíble y que el público me acepte en ese rol. Espero que así sea.
George Reeve, el primer Superman, iba a interpretar el papel que luego sería para Sinatra en “De aquí a la eternidad”, pero le echaron para atrás cuando hicieron un pase con público con algunas de las secuencias que rodaron con él. La gente empezó a reírse: “¡Es Superman!”. Es el peligro del encasillamiento, supongo.
No creo que sea encasillamiento, es que al gran público le es muy difícil separar personaje de persona y claro, así es muy difícil. Hay que dejarse llevar más y dejar que nos propongan nuevos retos; a mí siempre me ha encantado ver a un cómico en registro dramático y viceversa, lo encuentro tan interesante…
Iba a decir que acaban reconociéndote más por tus personajes de televisión que por los papeles que has hecho en cine. Impagable ese Rubén en “Pagafantas”, pero imprescindible el Juancarlitros de “No controles”. ¡Y Tendrás un papel en “Torrente 5”! ¿Los personajes que interpretas te los dan hechos a medida o te encargas tú de hacerte el “traje” una vez leído el guión?
Casi siempre me los ofrecen porque saben que encajo en él. Por eso no me ofrecieron el de Malamadre de Celda 211, por ejemplo (risas). Acertar con el casting es muy importante, es la clave, y actores o cómicos que sean capaces de hacer todo hay muy pocos. Yo he tenido la suerte de que me han ofrecido papeles que he podido moldear y llevarlos a mi terreno. En el rodaje de “Torrente 5” estoy disfrutando mucho porque es uno de esos personajes. Espero que guste.
Volviendo a “Toda la verdad sobre el oso hormiguero”; ¿tener ideas que pongan a prueba cada show, debido a que la presión del camerino es distinta a la que se tiene sentado en casa, genera frescura y renovación en los gags y chistes?
Lo bueno del mecanismo de trabajo que teneos Raúl y yo es que nos dejamos llevar por un pálpito común. Y cuando surge una idea nueva, aunque ésta surja en casa, en el hotel o cinco minutos antes de salir a escena, si sentimos que es buena la vamos a probar.
¿Os sucede eso de que tener pensada una coña muy buena entre vosotros y que luego no funcione con el público?
¡Claro! Más de una vez y más de dos… Forma parte de esto.
Aunque bueno, escuché a Raúl decir que “el humor sale de estar jodido”. No sé qué pensarás tú sobre eso. ¿Has sufrido alguna vez el síndrome del ‘payaso triste’?
Bueno, eso es una cosa y a lo que se refiere Raúl creo que es otra; si has tenido una desgracia de ese tipo de lo que hay que tirar es de profesionalidad para salir y hacer comedia. Pero sí es cierto que la comedia nace en muchas ocasiones de lo que comentaba en otra de las respuestas: de las miserias, de las desgracias, de las debilidades…
Por cierto, ¿te siguen pidiendo que hagas un “freestyle” o el baile de la mantis? Por mucho que uno no quiera repetir material o guiños, al final termina cediendo al público… aunque no siempre tenga razón.
Lo que pasa es que nuestras actuaciones no son un programa de radio en el que el espectador pide una canción (risas). Quiero decir, el show está cerrado con lo que sabes que triunfa. Si hay el “baile de la mantis” es porque aún no han dejado de reírse como para quitarlo.
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