Cuadernos
La cercanía estructural
Un equipo de fútbol no es un equipo de fútbol sino un partido de fútbol. A pesar de los tiempos de fichajes, sólo existe cuando juega. Y lo mismo sucede con un partido político: no es un equipo político sino un partido político que, a pesar de la prensa, sólo existe durante la partida. Y no hay voluntad posible que frene la partida. No hay nada entre un partido político y otro porque ya son partidos, ya están partidos, y por ello puede haber cuatro o cinco partidos pero no puede haber cuatro partidos y medio.
Es el Sistema el que los genera. Un partido político, o una partida, es sólo una de las infinitas expresiones estructurales generadas por los procedimientos del Sistema. En este sentido, el Sistema lo es todo, y ello debería ser el núcleo de estudio de incluso las propias partidas o partidos.
Aunque parezca extremadamente complejo e intrincado, no tiene sentido que lo sea si todxs podemos votar. Es decir, lo que parece complejo y prestigioso (y por ello bien pagado) es, en el fondo, muy sencillo. Tanto que no va a evolucionar significativamente hasta que surja un cambio brusco que desde luego no vendrá con las estrategias de alianza entre partidos ni con la extraordinaria capacidad de planificación e interpretación que éstos tienen como ventaja de proliferación y externalización sobre el pueblo con el que se comunican, asumiendo que la comunicación no es factor significativo en la evolución de los partidos sino, por el contrario, un proceso secundario con respecto a la susodicha capacidad de planificación de la que dependen para poder comunicarse.
Y esto es lo curioso. En lugar de valerse de la proximidad lineal, de la comunicación, se valen de la proximidad estructural, de la partida. Este es el principio del Sistema, aquello que siempre genera: el hecho de mantener la distancia estructural mínima. Por ende, la cercanía estructural es una propiedad del Sistema.
PSOE y Podemos no se van a entender. La oposición siempre gana. Y lo único que puede ganar en la encrucijada es tiempo hasta las próximas elecciones. Porque en el actual Parlamento es imposible un gobierno de izquierdas, que requeriría de los independentistas y del PNV, dado que la propuesta de pacto de Iglesias -PSOE, Podemos, IU y Compromís- suman sólo 161 escaños insuficientes.
El pacto entre PSOE y C’s ha dejado fuera de juego a las demás formaciones. Se trata del pacto más auténtico de la democracia representativa. Una auténtica trampa en la que han tropezado IU y Compromís al toparse con el máximo común divisor en lugar de un mínimo común denominador. Lo que puede parecer un farol, es la mayor verdad puesta a la vista de todo el mundo: ni Podemos aceptaría ni Rajoy se abstendría.
Esto me recuerda a algo que dijo Roberto Bolaño: No me gusta la unanimidad sacerdotal, clerical, de los comunistas. Siempre he sido de izquierda y no me iba a hacer de derechas porque no me gustaban los clérigos comunistas, entonces me hice trotskista. Lo que pasa que luego, cuando estuve entre los trotskistas, tampoco me gustaba la unanimidad clerical de los trotskistas, y terminé siendo anarquista. Ya en España encontré muchos anarquistas y empecé a dejar de ser anarquista. La unanimidad me jode muchísimo.
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