En pantalla
Small talks: Philip K. Dick (El musical)
Esto no es una entrevista. Lean ese no subrayado y en mayúsculas. Sí, Miguel Blasco, el amigo de las Alpujarras, el vagamundo, acaba de parir otra película, pero esto no es autobombo. No es la oportunidad calva -o así dicen que la pintan- de recolectar adeptos hablando sobre su propio material en su propia revista, aunque, si así fuera, ya saben cómo zanjaban estos dilemas los antiguos, con ajo y con agua. Pero no, esto no es una entrevista. Miguel enciende la grabadora y escucha las enmiendas a la totalidad que su amiga Rosa le hace. Y responde. Y se explaya. A Miguel le gusta explayarse.
El papá del monolito es sólo una excusa para hablar de casi todo lo demás, o de cine -de Cine, como a él le gusta escribirlo-, que también, a veces, es casi todo lo demás. Rosa tiene la palabra…
Rosa: Vale, ¿quieres que te haga una entrevista?
Miguel: No, Rosa, por favor. Vamos a charlar, dejo la grabadora aquí y luego ya vemos. Dame vino…
R: Lo primero que te quería decir es enhorabuena. Creo que haces un Cine antibiótico. Muy bestia pero muy curativo. Rescatas imágenes que están por ahí y nos las ordenas de una manera salvaje, provocativa, alquímica… para que las “suframos” y creo que también para curarte a ti mismo. Pero no es el descaro provocador del absurdo y lo gratuito, del capricho individual, del juego formal practicado en la intimidad… hay un verdadero interés por la realidad histórica en la que vive el autor, tú, en la que vivimos. Es una constante en estas últimas películas tuyas que me has enseñado y puede que, sobre todo, en ésta, en Philip K Dick. Y luego también te quería decir que es el Cine de una mente privilegiada, me da la sensación de que ninguna imagen está ahí porque sí, todo tiene varias capas de lectura…
M: Joder, muchas gracias. Esa definición de cine antibiótico, esa etiqueta que le has puesto, me gusta. Es el Cine de un hijo de farmacéutica. Y sí, desde luego, uno de los temas de la peli es la droga, en su más amplio abanico. O el estar drogado. Un mirar a las drogas, a muchos tipos de droga… un mirarlas a la cara, frente a frente. Con lo de mente privilegiada te has pasado, no es cierto. Tengo una mente, en el mejor de los casos, literaria.
R: ¿Dónde situarías esta película? No es un documental, no es una ficción…
M: Puestos a ponerle etiquetas yo diría que es un ensayo. En literatura existe la novela y la poesía… y está el ensayo también. Uno puede ir a una librería y comprarse un ensayo de Montaigne o de Juan Antonio Masoliver Ródenas. Desde mi punto de vista un ensayo es elegir un tema o temas y desarrollarlos, articular una forma de reflexión o de pensamiento en torno a esos temas. Si saltamos al Cine y hacemos una comparativa tendríamos que la novela es el Cine de ficción y el documental, hoy ya, por suerte, cada vez más indistinguibles…y la poesía podría ser el Cine experimental, tal vez… ¿y el ensayo? El ensayo es más raro de ver. Está Chris Marker, está Andrés Duque o Yäel André o Nicolas Rey. Estaba Harun Farocki, el perfecto ensayista, ahí se ve muy fácil. Me gusta pensar que Les Blank hacía ensayos musicales también. Ahora bien, en este salto de lo literario al Cine hay un riesgo muy grande. Fíjate que un ensayo suele ser un mamotreto de cuatrocientas, quinientas páginas, pienso en uno que me he leído hace poco: La vida cultural en Paris durante la ocupación nazi. Tiene chicha. Necesita un amplio recorrido. Luego pasa una cosa muy curiosa: ¿por qué no existe en literatura el ensayo “de vanguardia”? Todas las innovaciones, rupturas, provocaciones… se hicieron sobre la poesía o sobre el relato, el ensayo apenas si aceptó algunas tímidas modificaciones. Su única relación con los vanguardismos fue explicarlos o justificarlos o promoverlos. Parece que quedó preso de la Razón y el sentido común. Cuanto más se reinventaba la literatura, menos podía hacerlo el ensayo, y cuanto más radical fuera esta, más convencionalmente claro debía ser el ensayo para darse a entender. Ahora, volvamos a saltar al Cine. El riesgo, a priori, de hacer un ensayo en Cine es creer que hace falta una voz en off que articule todo el discurso, la voz en off del pensador-ensayista, del cineasta, que te va desarrollando el tema. Caca. Es una trasposición falsa y no resulta porque un exceso de voz en off resulta soporífero, es un coñazo, uno parece que esté asistiendo a un simposio, a una master class. Hay que jugar con la imagen y con la imagen corremos el riesgo, si es que es un riesgo, de que la gente se pierda porque no todos hemos visto las mismas imágenes ni las interpretamos de la misma forma. Pero lo que podría parecer una desventaja, para mi es la piedra de toque fundamental de lo que debería ser el Cine del futuro: un Cine donde la gente se pierda, donde no entienda, donde haya subterfugios y ocultamientos, donde en definitiva se diga un poco: ¡adiós al discurso!, al creerse que uno está en posesión de una receta mágica y querer endosársela al otro, al espectador, como una píldora. Y donde, por favor, ya de una puñetera vez, no todo se cuente por diálogo o por una voz en off. Por entrar un poco a la película yo diría que hoy el discurso político es el discurso del miedo, del yihadismo y de las crisis… y el discurso del cine mainstream se ha convertido en el discurso del ocio controlado por una mafia, del entretenimiento, pero un entretenimiento de baratija y en donde si uno rasca, bajo esa capa de opulencia y banalidad, de ir a un centro comercial a ver una película -ya en sí mismo un desplazamiento o un hecho que tiene unas significaciones- nos están colando muchos discursos-basura. Vivimos en un vertedero pero un vertedero es un lugar maravilloso porque uno encuentra de todo. Puede reciclar. Y puede, como me decías, encontrar imágenes que están por ahí y darles la vuelta. Darles su propia medicina. Cuando uno se para un momento y le da la vuelta a cualquier cosa, aunque sea a un calcetín, ya está de alguna forma reflexionando sobre cosas que, a primera vista, no se ven.
R: Pero sí que hay un discurso… vamos, yo noto que existe un discurso en esta película…
M: Claro. No es una película letrista. Y porque al final lo que más nos gusta, lo que más nos pone, es escucharnos a nosotros mismos. Borges decía, creo que era Borges, que el punto de partida de Las mil y una noches era muy débil, muy fallido, en el sentido de que si Scherezade realmente quería salvarse debía haberle dejado hablar o contar al sultán. Porque a todos nos encanta contar la nuestra. Por eso facebook ha tenido tanto éxito, porque a todos nos encanta estar de esta parte de la pequeña tienda social de los mensajes, ser nuestro propio medio de comunicación. O como esta charla-entrevista, ayuda a regar mi pequeño jardincito de ego. Hay que tenerlo siempre cuidado y bien regado y que no se vuelva muy frondoso.
R: Y también creo que te gusta mucho verte…
M: Sí, hay una parte de la película que es un puro selfie. Pero un selfie creativo, espero. Trasciende el autorretrato con monumento o espacio público o pintoresco de fondo. Resulta que yo estuve viviendo seis meses en esa habitación abovedada que sale, en el antiguo molino de Benizalte, un edificio del siglo XV, un molino aceitero, una maravilla que, por desgracia, ahora es propiedad de un banco. Y en mi afán por no querer molestar a nadie, me grabé a mí mismo. Y me presento con lo que hay, en mi humilde desnudez, en mi fealdad. Igual quería llevar hasta el extremo esa frase de Bresson: Director, procura dirigirte a ti mismo. También es famoso en Bresson el uso de lo que él llamó modelos, actores no profesionales, sin los vicios ni las manías de los actores acostumbrados al cine o al teatro. Todos los que salimos en la película somos modelos. Y es una maravilla poder trabajar así. Además enlaza muy bien con el tipo de personajes que aparecen en las novelas de Philip K. Dick, la mayoría de ellos sin la profundidad psicológica de la novela decimonónica.
R: Ahí quería llegar. ¿Qué te gusta o qué rescatas de la figura de Philip K. Dick o de sus novelas? ¿O por qué ese interés en su obra y no en otro escritor de ciencia-ficción?
M: Lo rescato todo. Su vida y su obra, es un artista acojonante, completo. Antes me he puesto a hablar del ensayo y se me ha olvidado decir lo más básico: que la película es un ensayo sobre los temas principales de la obra de Philip K. Dick. En realidad, me siento muy cercano a este autor por muchas razones. Philip K. Dick fue la mayor parte de su vida un outsider. El click final de acercamiento fue leerme la biografía que escribió sobre él Emmanuele Carrere: Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos. Es curioso, aún hoy, dentro del mundo literario hay quien no se lo toma demasiado en serio. Y en vida todos los “escritores serios” lo miraban por encima del hombro por escribir ciencia-ficción. Yo creo que, en el fondo, Philip K. Dick era un ensayista, un filósofo… detrás de cada una de sus novelas o de sus cuentos hay un tema súper potente que el tipo explora a través de la narrativa pero lo hace de una manera, ¿cómo diríamos?, ¿desordenada?, ¿informal? Muy serie B. La estructura suele ser, aparentemente, muy chusca, los personajes planos, los diálogos poco memorables, en ocasiones hay saltos extraños, cosas que no se resuelven… es algo que le critican sus detractores y algo de razón tienen. Eso me encanta: una perfección a través de la imperfección. K. Dick era medio paranoide y esquizofrénico, se infló a tomar ácidos. Me fascina su capacidad visionaria, anterior a toda ingesta de drogas. Aquí lo que he tratado de hacer es una película a la manera de. Podía haber puesto una entrevista suya o trozos de las adaptaciones cinematográficas que han hecho de sus libros. Pero no es un documental sobre él y quería que cualquier persona pudiera ver la peli sin necesidad de conocerle, sin aparato crítico. Este tipo de ensayos tienen una cosa que me encanta y va a sonar igual un poco raro… me pasó lo mismo con Calafell en invierno en el que uno de los temas es la mirada de Glauber Rocha sobre Latinoamérica o en La aventura (una aventura) que era sobre Michellangelo Antonioni… bueno, pues siento, al hacerlos, al investigar, al estar editando… que de alguna forma estoy hablando con ellos, estoy charlando con Philip, con Glauber, con Antonioni. De una manera muy respetuosa dado que estás hablando con muertos que, seguramente, no quieren ser molestados. Tiene esa cosa el Cine porque para mí el Cine, la Imagen, no es ninguna tontería, tiene algo muy poderoso, chamánico, estás en contacto con un legado, con una energía… y a ver cómo la usas. Poco a poco empiezo a entender esa frase famosa que dice: la Imagen es lo único que tenemos capaz de negar la nada pero es, al mismo tiempo, la mirada de la nada sobre nosotros. Pueden ir por ahí los tiros, en esa especie de espiritismo visual. No sé. Dame una caladita porque ya me estoy poniendo místico…
R: ¿Por qué “El musical”?
M: Un buen amigo me dijo que me estaba quedando con el personal, que la peli no es realmente un musical. Yo encontré una frase en unos apuntes que decía: un musical no es una película donde esté sonando música todo el rato. Y quise ir un poco en contra de esa frase. En realidad, debería haberla llamado Philip K. Dick (La emisora de radio)… que esté sonando música todo el rato aligera el discurso o la gravedad de las imágenes. Te relaciona de una manera distinta con cada secuencia o con cada plano. La música puede ser el asidero o el vehículo o la nave espacial por la que transitar las imágenes. Lo que si que me gustaría pensar es que he hecho un anti-videoclip. Ya sea solamente porque he operado de una manera distinta respecto a lo que es la concepción del videoclip: yo tenía unas imágenes y luego les busqué músicas diversas para crear relaciones de contraste, de extrañamiento, narrativas… Le tengo una especial manía al videoclip. ¿Cómo es que estamos ya todos tan convencidos o está tan normalizado el pensamiento de que la música necesita imágenes? Porque eso es el videoclip, un cortometraje para una canción. Además, es un invento muy reciente, de los 60. ¿Alguien se puede imaginar a Beethoven pidiéndole a un pintor que le haga un cuadro para ilustrar la Novena Sinfonía? Sería llamativo. Quiero decir: ¿necesita la música imágenes? ¿Por qué? Otra basura que nos han colado. Y volvemos otra vez al vertedero porque en los videoclips hay muchas ideas creativas, muchas cosas rescatables que están encerradas en ese formato un poco tonto, en esa idea de productor musical gringo de ilustrar la música. Muy norteamericano. La producción masiva de videoclips está capando la creatividad de personas que podrían ser grandes cineastas. Como salida profesional directa el videoclip o la publicidad están mejor pagados que el Cine. Y al final uno espera a ver qué virguería ha hecho David Bowie o Robbie Williams en su último videoclip. Y cuando acaba la canción te quedas frío. Eso en cuanto a boberías en formato corto. Luego, en formato largo, están las famosas series, la adicción por las series, películas malas alargadas durante el calvario de cuatro o cinco temporadas…
R: Dices que has hecho un anti-videoclip y estoy de acuerdo excepto en ese momento, cuando suena la canción de Triana, El Lago…
M: Sí. Ahí hay una comunión entre las imágenes y la música, es cierto, puede parecer un videoclip al uso. Pero ahí justamente en lo que quería llamar la atención es en el hecho de que si uno no toma las drogas “ilegales”, marihuana, hachís, etc… o las “legales”, esas mierdas sintéticas que se pueden comprar por Internet…si uno, y es muy difícil, no consume obligatoriamente todas esas drogas, esos potingues cancerigenos que le ponen a la comida hoy, si uno no está bajo el influjo de la droga de la religión, del opio del fútbol, los videojuegos, la adicción a las redes sociales, la ludopatía, el influjo drogodependiente de la publicidad, los medicamentos… entonces existe otra droga, las plantas medicinales, que dan auto-conocimiento. Esta secuencia, la ceremonia de San Pedro, va después del ¡bingo!, ¡tenemos un bingo!… y lo que quería poner de relieve es esa vía, esa posibilidad. Pero es una droga también. Al final todo es droga, elige la que más te guste. Y la canción de Triana, es muy bella pero muy dolorosa, muy terrible. Termina con: has de ser cómo la mañanaaaaaaa del díaaaaa en que te conocí. Y ahí aparece la protagonista femenina, la novia del dealer, y habla en off. Mireya, una gran actriz, pero no quiero hablar de ella porque me duele.
R: Oye, la parte de la geisha, ¿qué onda?
M: La parte de la geisha surge de una experiencia personal. Este verano estuvieron en el molino un señor italiano y su pareja, una ex-geisha. El señor italiano era el tipejo más despreciable que he conocido en toda mi vida, al final tuvimos que hacer una asamblea y echarle porque era una verdadera cizaña, envidioso, criticón, bullero, vago, se la pasaba tocándose los huevos literalmente en el jardín todo el día, fascista, homófobo, machista… vamos, un perla. Y su pareja, la ex–geisha, era todo lo contrario, simpática, alegre, trabajadora, le preparaba la comida y la cena, creo que hasta lo aseaba. Fue uno de esos casos donde realmente todos los que los conocimos nos preguntábamos: ¿qué coño hacen juntos? ¿cómo lo puede aguantar ella? O él le ha dado un pócima, un bebedizo, o la compró en Japón, ¿o qué?… No lo sé, era el caso de sumisión más alucinante que yo he visto, de verdad, no te miento. En mi mente ya ha quedado grabado para siempre a fuego la relación geisha-sumisión absoluta, irracional, por mucho que en Japón quieran decir que no son prostitutas, sólo acompañantes. Perfecto. Entonces, dentro de la película, al personaje protagonista, Philip_111_D, al que han manipulado, privado de libertad, absorbido el coco, al que están sugestionando… me parecía lógico que antes de convertirlo en yihadista, primero lo convirtieran en geisha. Como para ir desfogándose. Morir por Alá sería menos grave que morir por ese señor italiano.
R: Estás loco.
M: Sí, seguramente.
R: ¿Y ese bloque de pura imagen como de fin del mundo? Esa parte se me ha hecho bastante cansina.
M: Aquí volvemos al más puro Philip K. Dick que en mitad de una novela inserta un monólogo de cincuenta páginas en el que habla Dios. Yo quería hacer algo así por lo que a mitad de película he metido un mensaje extraterrestre. Con otro tono, con otro ritmo más contemplativo. Tiene y no tiene que ver con el resto del metraje. Lamento que te haya resultado pesado, era parte de la apuesta. También pensé que si un hipotético espectador llegado a ese punto todavía está ahí, todavía continúa viéndola… pues ya va a continuar hasta el final.
R: Luego viene la parte final, divertidísima.
M: Muchas gracias.
R: ¿Crees que ver mucho Cine ayuda a ser mejor cineasta?
M: Para nada. Ver mucho Cine puede servir solamente para hartarse del Cine. Y cuando uno se harta del Cine, cuando ya se conoce el lenguaje, los trucos, los géneros, el estilo, las posibilidades expresivas, el engorro de la producción, etc… uno entra en una especie de disposición perfecta para hacer el Cine que le de la gana, el Cine que le gustaría ver y que no está, que no existe todavía, un Cine propio. Yo que me he tragado a veces seis películas al día como una especie de técnica Ludovico, luego me paso meses enteros sin que ninguna me sorprenda o me llame la atención profundamente. Es un verdadero hartazgo. Aun así, sigo viendo, a ver si suena la flauta. Es en esos periodos, cuando todo me parece lo mismo, una infinita fotocopia o una infinita repetición, cuando me digo: bueno, voy a hacer algo yo, por lo menos podré ver mi película… y que me quiten lo bailaó, dado que me lo paso muy bien pensándola, grabándola, editándola… es una manera de ocupar el tiempo. Ocuparlo de un modo más absorbente, más pleno, con más justificación, con menos culpa que si igual me pasara la tarde rellenando crucigramas, viendo la tele o enganchado al facebook.
R: Y una vez la has terminado, cuando regresas al Cine, a ver Cine, ¿cómo te sientes?
M: Pues muy bien, la verdad. Muy tranquilo. Como no tengo que dar cuenta de los resultados en taquilla ante un productor, ni pretendo ganar premios… simplemente la cuelgo en varias plataformas y ya el hecho de que la vean dos, tres personas, ya es una alegría. Si se genera una charla, como ahora, más contento aún. Y al final la cuelgo, la muestro, pues porque forma un poco parte del juego, ¿no? Y porque no me supone tampoco mucho trabajo subirla a Internet, sino no lo haría. Y mi relación con el Cine no cambia, el grueso de películas que veo siguen pareciéndome previsibles o aburridas pero de vez en cuando encuentro una que me flipa, me fascina, me enamora… y así la llama sigue viva. Y cuando me vuelvo a cansar mucho, pues preparo otra.
R: ¿Se puede contar cuánto te ha costado?
M: Sí. Es una película de presupuesto cero, no me ha costado un duro. Lo único que se podría considerar “presupuesto” fue el vino y las birras que me he tomado mientras la montaba y alguna comida de germanor que hicimos durante el rodaje. Todo el atrezzo y todo el vestuario son reciclados, encontrados en la basura o en el propio molino de Benizalte. O alguien me lo ha prestado. Las localizaciones tampoco costaron nada, de hecho estábamos de okupas en el molino, no pagábamos alquiler y la luz estaba pinchada. Ah, en la secuencia de la discoteca nos tomamos tres cubatas, pero creo que los pagó Javi, el cámara en esa secuencia. Está grabada con una camarita de fotos que vale menos de 200 euros y el grabador y el micrófono para el sonido ya los tenía. Y luego es tiempo, claro. Escoger las imágenes, buscarlas. Pero cuando tienes el tema, vienen solas a ti. Es un Cine, yo creo, muy posible.
R: ¿Le tienes miedo a las críticas?
M: Cuando uno hace lo que quiere, tiene que estar muy preparado para oír lo que no quiere. A mí las críticas me encantan, lo que pasa es que en un Cine de estas características las críticas que te suelen hacer ya me las conozco: que esto no es Cine, que haga algo más serio… cuando dicen algo más serio creo que se refieren a algo con más presupuesto, con actores, focos… bueno, pues dádmelo. Dadme la pasta. Igual me fugo con el dinero y ya no me veis más el pelo en un tiempo. En realidad, no sé. No sé lo que haría con un gran presupuesto. ¿Más efectos especiales? ¿Una actriz conocida? Supliría mis defectos personales. Pero vamos, en cuanto a las críticas… es que al haber convivido bastante tiempo con cinéfilos, historiadores y críticos, ya no les temo. Hoy personifican cierta frustración. Si tanto les gusta el Cine, ¿se van a pasar la vida criticándolo, recopilando datos inútiles o curiosidades como ratoncillos de biblioteca? Es que hoy es muy fácil pasar al otro lado. Podían probar a hacerlo. Uno cree o no cree, pero el que quiere creer, ese ya es muy sospechoso. En fin, ¡bienvenidas las críticas!, yo voy a seguir haciendo mi peliculita cada X meses, una artesanía feliz y despreocupada.
R: ¿Y al terrorismo internacional?
M: Le tengo miedo a la comida de coco, a la manipulación mediática, a las diez familias poderosas que controlan el mundo, al odio que sólo engendra odio, a la estupidez y a la mediocridad como forma de realización personal. En la última parte de la película, donde se trata el tema del yihadismo, creo que lo he enfocado de una manera tan dadaísta que nadie se puede sentir ofendido, ni siquiera un supuesto terrorista. Creo que el humor y la risa es la mejor arma de destrucción masiva, destruye la seriedad con la que nos están machacando con todas estas farsas, autoatentados y complots internacionales. Son de novela de espías mala. Lo importante es saber quién aprieta el gatillo y no es quien nos cuentan, desde luego. Yo espero, sobre todo, que si quieren seguir jugando a ese juego, que debe ser muy entretenido de planificar y es cierto que altera la geopolítica y la economía, al menos, dejen de matar gente. O que surjan terroristas de verdad, como el que interpreto en esa última parte.
R: ¿Y el final?
M: Mujer, tampoco hablemos mucho del final porque… bueno, aunque con esta película es difícil hacer un spoiler. El final tiene relación con una de las frases que se escuchan hacia la mitad de la película: en el día de mañana la Humanidad entera se convertirá en una geisha. Y tiene que ver con que si uno, finalmente, consigue desenredarse de ciertos vínculos, de ciertas adicciones… ojo, cuidado, que al final siempre está la Pornografía. Ya sea esta al uso, la típica, la visual, o la pornografía sentimental, afectiva, intelectual, laboral, etc… pornografías muy chungas que están ahí, en nuestra nube mental.
Un epílogo inquietante
No suelo meterme mucho en mi cuenta de Youtube pero el otro día fui a revisar una cosa y resulta que el video de Philip K Dick (El Musical) está bloqueado en 187 países, no se permite su inserción en otras páginas webs ni su reproducción en dispositivos móviles ni tabletas. Hice click –como se puede ver en la foto- en la lista de países donde el vídeo había sido censurado y resulta que no se puede ver en toda Latinoamérica (?), en gran parte de África y –cosa curiosa- en todos los países de Oriente Medio donde el tema del yihadismo está más candente. No se me ha avisado del por qué de esta tajante censura y eso que en el video pone bien claro que es una película sin ánimo de lucro de la que no pretendo sacar ningún tipo de beneficio económico. ¡Tachán! Como decía Philip: la ciencia-ficción está entre nosotros.
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