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‘On the Road’ y ‘Milestones’, perdidos en el desierto

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Miguel Blasco nos propone un viaje a dos bandas, siempre por los infinitos paisajes de los Estados Unidos de América. De un lado On the Road, de Kerouac; del otro, Milestones, de Robert Kramer y John Douglas. ¿Qué tienen en común? ¿Qué los separa? ¿Por qué ambos son imprescindibles? Pasen y lean…

ONE, TWO, THREE… GO!

La novela On the road (1951) de Jack Kerouac y la película Milestones (1975) de Robert Kramer y John Douglas son dos obras que perduran en el espejo retrovisor de la Historia y la distancia entre ambas (más sus diferencias y sus similitudes) pueden servirnos hoy para tratar de comprender a ese cactus gigante y venenoso que se ahoga en la llanura: los Estados Unidos de América.

Aparentemente, On the road gana a Milestones por goleada. Se ha convertido en un icono pop, es el libro de cabecera de todos los guiris que viajan por Sudamérica y hasta el hermano malo de João Moreira Salles ha realizado una adaptación a la gran pantalla para todos los públicos (para todos los públicos que no quieran leerse el libro). ¿Es más ameno y más divertido el viaje que nos propone On the road? Seguramente. El de Milestones es un viaje doloroso.

Desde luego On the road representa el inicio de la ruta, el hito cultural de la generación beat, y Milestones su declive definitivo, el tiro de gracia. Lo que en 1951 parecía el ensayo de una extraña forma de vida en el 75 hace aguas por todas partes. Y esto no es principio y fin de una utopía –no porque las utopías no sean posibles- más bien porque “utopía” fue para unos pocos, aquellos a los que les fue bien: a los que se convirtieron en estrellas o en millonarios o en gurús o en cantantes folk. Vamos, los que absorbió el sistema. Para la gente de a pie, anónima, para los protagonistas de Milestones, la realidad es otra. Un ejemplo: tras sus locas aventuras los principales protagonistas de On the road piensan en sentar la cabeza, ponerse a escribir profesionalmente, ganar dinero, tener casa fija e hijos, etc… Las ovejas descarriadas vuelven al redil: esa sería una bonita lectura de On the road.

Y es que la novela de Kerouac aún desprende cierto romanticismo por los automóviles como máquinas que transportan a la libertad, la velocidad de la fuga, el autostop como medio, la vida vagabunda idealizada… en Milestones todo esto desaparece, sus protagonistas deambulan por Estados Unidos como por un pedregal. Ya no se pueden hacer quijotadas porque Don Quijote bebe Coca Cola y Sancho Panza se fue a luchar a Vietnam. En el 51 los niños rebeldes podían recorrer el vasto continente americano a ritmo de jazz y dando caladas a un porro -todavía hoy pueden- a condición de que a la vuelta se conviertan en una tuerca más (tal vez una tuerca sobresaliente, rica y famosa) del engranaje.

LA VÁLVULA DE ESCAPE: MÉXICO

Cuando uno visita hoy ciudades como Cancún o Playa del Carmen, ¿se puede achacar en algo a On the road que hoy sean lo que son: dos zurullos vendidos por cuatro pesos al Tio Sam? Pues puede que sí y también puede que no. Lo que está claro es que On the road ha sido el folleto publicitario que altruistamente y desde los años cincuenta a esta parte más bien le ha hecho a México en ese turismo americano que busca emociones fuertes, drogas, alcohol y mujeres que se acuesten con ellos very cheap. Ahí están los capítulos que Kerouac dedica a su escapada mexicana y que podrían ser los mejores de la novela (si ésta terminara ahí). Pero no. Al final todos regresan, sientan la cabeza y comen perdices.

La ruta de Sal Paradise y sus compinches transcurre por el norte y por el centro de México. Hoy en día los americanos creen que en esa zona los pueden matar tanto como creen que en la Riviera Maya son queridos. Kerouac lo resume magistralmente en el episodio de la gran jarana en el prostíbulo de Hidalgo. Gringos, sólo queremos vuestro dinero.

BREVE APUNTE (GRATUITO) SOBRE DEAN MORIARTY

Sin duda Dean Moriarty es el personaje más genial de la novela al ser el único que, tanto en la ficción como en la realidad, no quiso pasar por el aro. La muerte antes de convertirme en un aburrido burgués. Pero si Arturo Belano y Ulises Lima se encontraran con él en el desierto de Arizona y pelearan, ¿quién ganaría?

EL VIAJE IMPOSIBLE

Entonces: hablamos de dos tipos de viaje. Uno es un viaje como de fin de curso pero realizado a deshoras, una gran farra que termina en nada y otro es estar jodidamente perdido en tu país. Uno son los coletazos de la tierra de las oportunidades y el otro es un retrato de una tierra sin oportunidades. En uno todo es ligero, veloz, alegre… y las drogas ayudan a explorar los territorios de la mente. En el otro no hay drogas que valgan, el manantial del ácido se ha secado, algunos se quedaron en el camino, y una vez explorada la mente las posibilidades de explorar la realidad y vivir de acuerdo a algo que no sea el american way of life están muy limitadas. En On the road hay marineros (cuando no directamente marines). En Milestones sólo vemos náufragos.

UNA IMAGEN

Un típico coche americano blanco destartalado avanza por un desierto. La cámara lo sigue durante varios minutos en un hermoso plano aéreo, de pronto, gira, y filma el desierto.

LA DERIVA COMO ESTRUCTURA

En las dos obras nos encontramos frente al deambular existencial de un grupo de personajes pero en On the road todo está clarito, no hay más perdidas o más vaivenes que los que ocasiona la propia ruta. La trama se puede dibujar en un mapa. Sin embargo, en Milestones la pérdida o el deambular se juega de una manera mucho más interesante: hasta la hora y poco de película no sabes quién es quién y qué relación une a unos personajes con otros. Como espectador andas durante buena parte del metraje tan perdido como ellos en su país.

Conforme los vamos conociendo poco a poco -a todas estas personas hermosas- nos vamos dando cuenta de que igual el amor libre no estaba del todo bien planteado, de que las comunas se desmoronan, de que  es difícil montar un documental sobre Vietnam, de la complicada situación de las parejas homosexuales (pese a correr el año 75), de lo jodido que es para un preso político reinsertarse en la sociedad, de lo amargo de formar una familia diferente… en fin, del sentirse extranjero en tu propio país. De lo duro que te dan cuando piensas diferente. Del precio que hay que pagar cuando no quieres tener un destino marcado. Todo se va preparando para que llegue Reagan al poder, los gloriosos ochenta están a sólo cinco años de distancia.

No es casualidad que Milestones termine con un parto, el parto de Mary, una de las protagonistas, filmado en directo y sin censura. Robert Kramer y John Douglas se recrean durante diez minutos en este alumbramiento precisamente para dejar en el aire la siguiente cuestión decisiva: ¿qué será de este bebe?. O, ¿qué les espera a los que vienen? La siguiente imagen: un corazón filmado en blanco y negro que se detiene. Un seno amamanta al bebe.

Más desierto. Más desierto.

Miguel Blasco Marqués (Valencia, 1988). Lector ácrata e impenitente, cineasta jubilado, perfeccionista en las paellas, eterno diletante, fanático de los tacos mexicanos y de las tertulias que no conducen a nada. Trabaja como editor en Ediciones Contrabando.

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